El mundo al revés. Según lo que se lee y comenta, las fuerzas políticas de izquierda cruzan los dedos para que los extranjeros que pueden votar no lo hagan; y al contrario, las fuerzas de derecha porque sí lo hagan plenamente.
Y eso no es todo, lo mismo parece estar pasando respecto del voto en zonas populares. Como últimamente parece que esos sectores se han inclinado más por candidatos de derecha, se escucha a representantes de izquierda apelando a que multarlos por no votar sería una actitud “antipobres” y, a los representantes de derecha defender el derecho universal al voto.
Todo está tan revuelto que poco falta para que las derechas argumenten a favor de que voten los menores de edad y las izquierdas a que se opongan tenazmente. Si antes las movían las ideas, ahora parece que el interés electoral se ha tomado las mesas de toda la clase política eclipsando sus propias historias y defensas tradicionales.
Pero, ¿están pensando bien o somos testigos de otra desorientación más de la clase política? Izquierdas y derechas han hecho gala de elaborados cálculos políticos, pero hay razones para dudar que estén bien formulados. Mal que mal, hace apenas 12 años, la realidad era que el voto era obligatorio en el papel, pero la sanción era prácticamente inexistente. O sea, en los hechos, había obligatoriedad sin multa.
La novedad ahora sería más bien los inmigrantes ¿estarán motivados a votar si el voto es obligatorio aunque no haya multa? No sé, pero si te has visto forzado a emigrar desde un régimen dictatorial y tienes la opción de votar en tu país de acogida ¿te importará realmente la multa para evitar hacerlo? Bien podría ser el caso que, al revés, vayas con gusto y premura a hacerlo apenas puedas, haciendo que toda especulación sobre multas por no votar o si el texto de la ley debe decir “ciudadanos” o “electores” sea una soberana pérdida de tiempo.
Por momentos este debate que tiene enfrascada a la clase política parece más una sobre interpretación de la conducta de los ciudadanos (y de los electores) que una estrategia efectiva y bien fundamentada ¿No será que es la obligatoriedad, más que la multa, lo que lleva a las personas a las urnas? ¿no estarán los partidos políticos inmersos en un debate que, en última instancia, es irrelevante?
Algunos que antaño se vestían de gala para defender la obligatoriedad del voto en base a principios, ahora sacan mapas mostrando que en la mayoría de las democracias el voto es voluntario y la obligatoriedad sería una rareza que se debería erradicar. Y otros que usualmente postulaban que el voto debería ser voluntario para que sólo personas informadas e interesadas lo ejercieran, hoy quieren acarrearlos a todos a las urnas sepan o no qué se está eligiendo.
Los que ayer defendían que los inmigrantes debían poder tener una voz en los asuntos públicos del país que los acoge ahora quieren que ojalá se callen. Y los que hace poco se ofrecían de voluntarios para construir zanjas y muros para que no entren, ahora quieren que voten ojalá apenas pisen tierra chilena.
El mundo al revés. Ya no hay tiempo para debatir ni interés en debatir ideas, ni mucho menos tiempo para siquiera indagar si las nuevas posturas se sostienen en alguna evidencia. Ni hablar de mantener cierta coherencia con las doctrinas o sensibilidades que históricamente se había defendido.
El espectáculo, al parecer, terminará en el Tribunal Constitucional. Cuéntame ahora una de vaqueros.
Uno mira este espectáculo y se pregunta ¿no deberían los debates sobre la obligatoriedad del voto centrarse en fortalecer la democracia y fomentar la participación cívica, en lugar de basarse en cálculos políticos cortoplacistas? O más simple aún ¿por qué no dejan una regla fija de una buena vez y no andan improvisando reglas nuevas para cada nueva elección que se avecina?
Jorge Fábrega es director en Tendencias Sociales de Datavoz y académico del Centro de Investigación de la Complejidad Social – UDD. @jorgefabrega
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