Hero Image

Noticias

Derribando la hipótesis del Macho Guerrero: las mujeres también tienden a la agresión en presencia del conflicto intergrupal

A través de datos empíricos, investigadores de CICS- UDD demuestran que la teoría de Macho Guerrero, en donde únicamente los hombres son más propensos a la agresividad en conflictos, no es tal. Los resultados muestran que no hay diferencia de género en la modificación de la agresión frente a un conflicto.

La agresión entre grupos de humanos, llamada a nivel técnico agresión intergrupal, es uno de los fenómenos que genera mayor preocupación a nivel global y que ha estado presente en todas las sociedades desde los comienzos de nuestra especie. Desde hace varios años, las ciencias del comportamiento, una rama científica que aglutina a diferentes áreas de investigación, como la psicología, la antropología, la etología y la economía experimental, ha desarrollado modelos teóricos para explicar nuestra tendencia, aparentemente natural, para generar conflictos entre grupos de seres humanos.

Sin embargo, se suele teorizar que los conflictos sociales son procesos en los que un sexo participa más que otro. A este respecto, la Dra. Nohelia Valenzuela, coautora de un reciente manuscrito publicado en la Revista Scientific Reports señala “Los modelos teóricos suelen entregarles una posición muy relevante a los hombres en los conflictos sociales intergrupales. Para estos, son los hombres quienes buscarían el conflicto para poder monopolizar recursos, como riqueza, pero también acceso a las mujeres”. Sin embargo, el presente estudio cuestiona este rol preeminente de los hombres por sobre las mujeres para participar en los conflictos sociales.

La investigación puso a prueba la llamada hipótesis del macho guerrero, que postula que los hombres serían particularmente sensibles al conflicto intergrupal, incrementando la cooperación entre ellos e intensificando la agresión hacia el grupo adversario. Esa misma hipótesis plantea que las mujeres no poseerían dicha sensibilidad, pues buscarían evitar el conflicto. El equipo liderado por investigadores del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo en el que participan estudiantes de postgrado y académicos de la Universidad Autónoma de Madrid, estudió durante tres años en condiciones experimentales de laboratorio si hombres y mujeres eran sensibles al conflicto intergrupal a partir de la modificación de la cooperación y la agresión en juegos computacionales que recreaban escenarios de conflicto social. “Existe evidencia derivada de múltiples fuentes como las estadísticas de los ejércitos del mundo, la obtenida a partir de registros arqueológicos e incluso aquella que es observada a nivel comparado en otras especies de primates, que señalan que las mujeres no son pasivas frente a conflictos sociales, pues este sexo también tiene un interés estratégico por obtener recursos desde situaciones de conflicto”, señala el Dr. José Antonio Muñoz, Investigador principal del proyecto.

Utilizando juegos de computador los investigadores trabajaron con grupos de seis personas que dividieron en dos tratamientos (en total más de 500 personas participaron del estudio). En el primero de ellos los individuos de un grupo competían entre sí, mientras que en el otro debían lidiar con la amenaza de un grupo externo que les trataba de arrebatar dinero. “Nuestros juegos son modelizados a partir de teoría de juegos, por lo que existe una interdependencia entre los miembros de un grupo. Esto quiere decir que el máximo nivel de ganancias solo se puede obtener si existe una sinergia entre los miembros del grupo, algo que no siempre ocurre”, señaló el Dr. Carlos Rodríguez economista experimental que trabajó en el diseño de los juegos que para este proyecto eran dos: uno centrado en medir la cooperación (un juego de bienes públicos) y otro focalizado en medir el uso de la agresión directa e indirecta (el Paradigma de agresión por sustracción de puntos).

Los resultados muestran que hombres y mujeres modifican la agresión en presencia del conflicto intergrupal, derribando así un primer supuesto del macho guerrero, pues ambos sexos agreden activamente a los adversarios cuando hay un conflicto social. Cuando los investigadores revisaron los datos de cooperación obtuvieron un resultado paradójico. En este sentido, los hombres muestran una alta sensibilidad al conflicto social intergrupal, modificando la cooperación en presencia de este escenario. Las mujeres, por su parte, no parecen sensibles al conflicto social, sin embargo, sus niveles de cooperación son siempre muy superiores a los de los hombres. “Las mujeres no modifican su cooperación porque esta siempre es mucho mayor que la de los hombres, algo que también ha sido foco de discusión, pues algunos investigadores sostienen que las mujeres serían en general menos cooperadoras que los hombres, un resultado que nuestro estudio cuestiona”, señala el Dr. Pablo Polo coinvestigador del estudio.

“Nuestro equipo ya había demostrado el año 2020 que la hipótesis del Macho Guerrero era un marco conceptual válido para estudiar a los hombres. En esta segunda etapa, sin embargo, buscamos demostrar que en el caso de las mujeres esta propuesta teórica era muy limitada”, expresa la Dra. Oriana Figueroa quien se desempeña como investigadora postdoctoral dentro del proyecto. En su conjunto, los resultados pareciesen darle la razón al grupo de investigadores, pudiendo afirmar, por primera vez con datos experimentales, que la participación activa de las mujeres en los conflictos sociales no es anecdótica. El estudio puede ser consultado aquí.