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Eugenio Guzmán y Panel Ciudadano en El Mercurio con análisis sobre el resultado de la Convención Constitucional

Las pensiones, las casas… ¿de quién son?

Marzo recién terminaba y a la Convención todavía le quedaban meses de trabajo por delante, pero cuando el constituyente Bernardo Fontaine apareció en una portada de Las Últimas Noticias diciendo que “los trabajadores ya no serán dueños de sus ahorros previsionales” la pradera se incendió con un fuego que continuó durante toda la campaña hacia el plebiscito.

Lo que el economista planteaba a raíz de la iniciativa popular de norma enviada por No + AFP abrió una polémica que escaló a tal nivel que pronto todos —ministros y parlamentarios incluidos— se vieron envueltos en la discusión de conceptos como la inexpropiabilidad y la heredabilidad de los fondos.

Lo que se acabó por plasmar en el texto tenía lecturas muy distintas según a quién se le consultara. Los constituyentes de la izquierda aseguraban que la redacción dejaba abierto el modelo. La derecha, en tanto, veía una amenaza a la capitalización individual y la propiedad de los ahorros. Lo que está claro es que el tema era ambiguo: hasta los partidos a favor del Apruebo, cuando realizaron una serie de compromisos en torno a cómo se implementaría la nueva Constitución, sintieron la necesidad de ofrecer certezas que el texto no tenía y plasmaron en el documento que, de aprobarse la propuesta, se impulsaría un sistema mixto.

Un debate tan apasionado como este fue el que se despertó en torno a las materias habitacionales.
El articulado establecía el derecho a una “vivienda digna y adecuada, que permita el libre desarrollo de una vida personal, familiar y comunitaria”. No decía “propia”, lo que despertó inquietudes que solo crecerían en campaña.

“Eso surgió a partir de un articulado que tenía ciertas ambigüedades, que fue traducido de cierta manera y eso hizo que la gente empezara a tener menos confianza en el texto”, explica Eugenio Guzmán, decano de la Facultad de Gobierno de la UDD. “La Convención en forma y fondo fue contra valores muy arraigados en la sociedad chilena.

Uno de ellos es la propiedad en todo tipo de cosas, vinculado a la idea de que el esfuerzo personal invertido es el motor de la movilidad social”, añade Valdivieso.