Los autores realizaron un estudio empírico que analiza el comportamiento prosocial de una persona, es decir, una acción dirigida a beneficiar a otro incluso a expensas de beneficios personales.
Con el objetivo de comprobar de qué manera afecta la inclusión de otra persona en la configuración de la toma de decisiones prosociales en adultos jóvenes, los investigadores Claudio Lavín, Patricia Soto y Pablo Billeke, del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, junto a Vladimir López de la Pontificia Universidad Católica de Chile, publicaron el artículo Another in need enhances prosociality and modulates frontal theta oscillations in young adults.
La toma de decisiones es un proceso que puede ser fuertemente afectado por factores sociales y la evidencia ha demostrado cómo las personas se desvían de las predicciones tradicionales de elección racional bajo diferentes niveles de interacciones sociales. La aparición de la toma de decisiones prosociales, definida como cualquier acción dirigida a beneficiar a otro individuo incluso a expensas de beneficios personales, se ha reportado como un ejemplo de tal influencia social.
“A través de un estudio empírico, testeamos cuál es la influencia que tiene la presencia de un otro, en una persona que toma decisiones teniendo la posibilidad de beneficiar a una otra persona, es decir, de ser prosocial”, explica uno de los autores, Claudio Lavín. “El objetivo era ver cómo la presencia de un tercer individuo puede influir en la manera en que esta persona decide, teniendo la opción de ser prosocial, de beneficiar a otro”, agrega.
El estudio se realizó con 32 participantes con un rango de edad entre 19 y 23 años. La tarea experimental consistía en una versión modificada del Juego del Dictador, en la que los participantes debían elegir entre dos posibles asignaciones de dinero para ellos mismos y para otro jugador. Dentro de las dos opciones posibles, siempre había una que les daba la opción de ser prosociales -en este caso, una decisión prosocial se define como elegir la opción que proporciona un mayor ingreso al otro jugador sin importar las consecuencias para el participante. Al final de la tarea experimental, se seleccionó al azar una prueba y la elección realizada por el participante en esa prueba determinó tanto la cantidad de dinero que recibió, como la cantidad que dejó al otro participante. Durante toda la tarea se registró la actividad cerebral mediante un electroencefalograma.
Pablo Billeke, otro de los autores de este artículo, profundiza: “durante nuestra investigación comprobamos que cuando en un contexto de toma de decisiones hay una persona asociada que está en necesidad, que en este caso nosotros lo operacionalizamos con una institución de caridad que involucraba ayudar a niños en necesidad, el involucrar a este otro tuvo una influencia en las conductas prosociales de los participantes”.
“Nuestros resultados muestran que la inclusión de una persona necesitada en la configuración de la decisión mejora el comportamiento prosocial dado por la inhibición de estrategias de aversión a la inequidad que favorecen a los demás. La modulación de la actividad cerebral theta indicó que estos efectos podrían deberse al aumento tanto de las preocupaciones empáticas como del cumplimiento de normas”, enfatiza el autor Lavín. “Asimismo, debido a la naturaleza correlativa de nuestro experimento, consideramos necesario indagar en un futuro sobre el papel causal de estos posibles mecanismos cerebrales y cognitivos mediante la prueba de otros enfoques experimentales, como la estimulación cerebral no invasiva”.
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