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CICS en El Mercurio con Programa de bienestar y convivencia escolar a través de perros de asistencia

Amanda, Kuyen, Looney y Milú son perros entrenados para realizar intervenciones terapéuticas asistidas en especialidades como psicología, fonoaudiología y psiquiatría infanto-juvenil. Hace unos días, sin embargo, su “lugar de trabajo” se trasladó desde la Institución Pitanga —organismo que entrena animales con este objetivo— hacia un establecimiento particular de enseñanza básica en Santiago.

Se trata de un programa que la Facultad de Psicología de la U. del Desarrollo, a través del Laboratorio de Convivencia del Instituto de Bienestar Socioemocional, y la Facultad de Gobierno, mediante el Centro de Investigación en Complejidad Social, llevan a cabo para examinar el efecto que tiene la presencia de estos cuatro animales en la sala de clases.

“El objetivo es examinar los efectos que tienen los perros de terapia y la intervención que se hace con ellos en las competencias socioemocionales y en el clima escolar en adolescentes de ocho cursos de quinto a octavo básico. Esto se comenzó a implementar a principios de julio y se va a terminar a fines de agosto”, explica Francisca Cuevas, académica de la Facultad de Psicología y coinvestigadora de la iniciativa.

Y precisa: “Escogimos este rango de edades (10 a 13 años) porque la evidencia reporta que es ahí cuando hay un aumento de acoso escolar y mayor dificultad en el ámbito de la convivencia. Además, es el inicio de la adolescencia, una etapa del ciclo vital que es considerada como vulnerable debido a los cambios a nivel físico y psicológico, por lo que hay más posibilidades de desarrollar problemas de salud mental. Por lo tanto, este tipo de iniciativas busca ser un factor protector frente a situaciones de riesgo”.

Sobre los resultados que se esperan, Jorge Varela, director del Laboratorio de Convivencia, puntualiza que “llevar mascotas y desarrollar actividades guiadas pedagógicas y formativas, donde participan los niños, niñas y adolescentes de estos cursos, beneficiará su dimensión socioafectiva individual, así como también las del aula en general. Es decir, creemos que se llevarán mejor entre compañeros”.

A pesar de que el proyecto seguirá en marcha por al menos un mes más, los profesores del establecimiento ya están notando algunos cambios positivos.

“Los educadores reportan que dichos cambios se ven sobre a todo a nivel individual de los estudiantes. Se han mostrado más reflexivos, están motivados con la asignatura de Orientación (durante la cual están presentes los perros) que, como no tiene una nota asociada, muchas veces los alumnos no querían participar y hoy todos se involucran en las actividades”, asegura Cuevas.

Patricia Foguet, directora general de Wild Souls, entidad sin ánimo de lucro que lleva 10 años dedicada a la intervención asistida con perros en colegios de España, explica que, de acuerdo a su experiencia “los beneficios se centran en la atención, participación, convivencia, empatía y comunicación, viéndose aumentadas en todos los alumnos”. Y añade: “El efecto positivo está relacionado directamente con su mundo emocional. Entrar en contacto con un perro aporta alegría, tranquilidad y, sobre todo, los saca de la rutina tan marcada que hay en las escuelas. En lo académico también hay beneficios: aprender junto a un can es más enriquecedor, porque se integran y adquieren los conocimientos de una manera más profunda y real debido a que es más motivador.
Por ejemplo, es más fácil que los alumnos aprendan de matemáticas junto a un perro que con una pizarra, pues es más divertido hacer operaciones con cuántos premios estamos dando al animal que con los números que están dibujados en el pizarrón”.

Los canes asisten a las aulas junto a sus entrenadores para realizar actividades pedagógicas guiadas con alumnos de quinto a octavo básico.