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Carta al director de Guido Larson en La Tercera: «Hipócritas»

SEÑOR DIRECTOR:

Se dice que el término «hipócrita» deriva del griego «hupokrasis» (jugar o actuar un rol) y «hupokrinesthai» (actuar en un escenario). La etimología reafirma lo que la tradición filosófica sugiere: los hipócritas son aquellos que defienden, en el escenario público, ciertos principios morales discordantes con sus acciones privadas o sus compromisos subyacentes. La hipocresía, con justa razón, invita al oprobio moral y es uno de los problemas más serios que enfrenta nuestra sociedad y nuestra política.

Uno de sus efectos más perniciosos está en la forma en que la hipocresía socava la posibilidad de contar con una autoridad moral, entendida ésta como alguien que cuenta con un estatus especial en una comunidad y que está en posición de guiar u orientar las acciones de los demás. Este estatus no es auto atribuible (como sugería el ministro Jackson), sino que obtenido intersubjetivamente a través de concordancias consecutivas entre el decir y el actuar moral. Y acá hay un problema serio: ¿quién, fehacientemente, puede concebirse como autoridad moral en nuestro país hoy? ¿No hemos presenciado por años una larga fila de personas que buscan levantarse como autoridades morales simplemente para caer estrepitosamente ante sus propias faltas hipócritas?

Esta inconsistencia es factor explicativo para la reacción social frente a episodios de hipocresía. Nuestro desprecio no se encuentra solamente en el elemento de traición que se expone frente a dichos actos, sino también, como lo pone Jessica Isserow, en la estima no merecida que reúnen. De ahí que sea necesaria la constante y permanente fiscalización de la autoridad, no solo para resguardar el cumplimiento de la ley, sino para exponer el engaño que el hipócrita busca cultivar.

Guido Larson Bosco
Docente Facultad de Gobierno UDD

Revisa la carta completa, aquí.