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Cambios mundiales en la post pandemia

Cuando el mundo se preparaba para realizar ajustes al proceso globalizador, el cual demandaba la aplicación de políticas de redistribución de la riqueza para atacar los graves problemas de inequidad y recuperar el retraso en desarrollar los objetivos de la agenda de desarrollo sostenible 2016-2030, sobrevino abruptamente la aparición de una nueva epidemia surgida en países de Asia Pacífico, la cual en un contexto globalizador y gracias a los avances en materia de comunicaciones, se transformó en pandemia en más de 190 países.

Ante la expansión generalizada del COVID19, las autoridades gubernamentales actuaron de manera aislada en momentos en que más se necesitaba una actuación solidaria mundial, unas asumiendo con seriedad y disciplina el combate del coronavirus, mientras otras desestimaban las recomendaciones de organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud para combatirla. La adopción de medidas de confinamiento y cuarentena han permitido prorrogar los picos de llegada del COVID19 y tener más tiempo para preparar los organismos de salud pública para enfrentarla, pero al mismo tiempo están conduciendo a las economías a la peor recesión de su historia, no vista desde la gran depresión del año 1929.

En el mundo se cerraron fronteras, se realizaron confinamientos, se generalizó el teletrabajo, con lo cual el cese de actividades ha repercutido en la disminución de la producción y ventas, en pérdidas de empleos que contribuyen al incremento nuevamente de las cifras de pobreza, en niveles muy altos de endeudamiento externo tanto público como privado, todo lo cual conducirá a una posible década pérdida en términos de crecimiento y desarrollo y a varios años de fuerte y complicada recesión.

Para enfrentarla, se pueden dar en el mundo dos tipos de reacciones: una positiva, que permita actuar de manera colaborativa y solidaria, que revalorice el trabajo multilateral y reforme las organizaciones internacionales adaptándolas a las nuevas realidades del siglo XXI en un contexto de post pandemia, que atienda por fin las responsabilidades frente al cambio climático y ajuste los procesos neoliberales a una mayor intervención del Estado en políticas públicas, en particular en la salud y en la educación; mientras el otro escenario puede ser el mantenimiento y agravamiento de posiciones aislacionistas y egoístas de la ley del más fuerte, con la consolidación de un neoproteccionismo económico y comercial, el reforzamiento de formas autoritarias de gobierno, la desatención del medio ambiente y en general,  el agravamiento del capitalismo salvaje .

De manera general, es previsible una más rápida evolución de un capitalismo industrial basado en las reglas clásicas de la economía hacia mayores formas de capitalismo participativo y la consolidación de un capitalismo numérico basado en internet, la inteligencia artificial y la bigdata y el desarrollo más acelerado de la robotización, donde las tecnologías disruptivas tendrán un desarrollo mucho más acelerado, impactando en los niveles de empleo de América latina. Será importante insistir y luchar por un retorno de las condiciones de un Estado de Bienestar, que acelere el cumplimiento de los objetivos de la agenda de desarrollo sostenible 2016-2030, donde se encuentran objetivos sobre pobreza, hambre, salud, educación, medio ambiente, energías limpias y otros objetivos necesarios para una recuperación del mundo en condiciones colaborativas y solidarias.

Asimismo habrá que ser vigilantes de no repetir factores como los que llevaron a la recesión de 2008, mediante un  rediseño del proceso de globalización que ya no esté tan centrado en la liberación de las fuerzas del mercado que le permitieron al sistema financiero actuar especulativamente en un verdadero “casino mundial” de apuestas especulativas sin control, causantes no solo de varias crisis económicas, sino que contribuyeron a los pésimos resultados de inequidad social en la distribución del ingreso en buena parte de los países.

Lo anterior implica un retorno a políticas redistributivas y orientadoras de la economía mediante políticas poskeynesianas reactivadoras de las economías mediante planes gubernamentales de gasto público e inversión y énfasis en políticas de empleo, que han sido defendidas por pensadores como Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Dani Rodrik, Jeffrey Sachs y Thomas Pikety, de un Estado responsable de políticas de bienestar social, que modifiquen el modelo neoliberal y permitan abordar temas como un ingreso mínimo mundial que permita superar las excepcionales y complicadas situaciones de pobreza que se avecinan en la pospandemia.

Según analistas del Banco Mundial aparecerán entre 40 y 60 millones de nuevos pobres extremos, que son los que viven con menos de 1,90 dólares diarios, a precios de 2011, que son personas situadas por debajo de la línea de pobreza extrema, definida por el ingreso o el consumo mínimos para garantizar la supervivencia. Y según la CEPAL, en lo que respecta a América Latina y el Caribe podrían ser más de 23 millones de nuevos pobres.

En el campo geopolítico es posible que, ante el avance de posiciones nacionalistas, xenófobas y autoritarias, quede un entorno de peligrosa gobernanza autoritaria, de la cual habrá que estar atentos y vigilantes para buscar que se mantengan formas democráticas de gobierno. Y en materia de liderazgo se agravará y profundizará el enfrentamiento por el liderazgo mundial entre los Estados Unidos y la República Popular China en los terrenos productivos, comerciales y tecnológicos, que podrán conducir a momentos de gran inestabilidad en la paz mundial.

Edgar Vieira Posada

Director Centro de Pensamiento Global – CEPEG.

Coordinador General Grupo de Reflexión sobre Integración y Desarrollo en América Latina y Europa – GRIDALE en la Universidad Cooperativa de Colombia.