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La “batalla de mayo” para La Moneda y los flancos que debe sortear – El Mostrador

Evitar errores forzados y autogoles políticos, es parte de lo que necesita hacer el Gobierno para llegar a fin de mes y no sucumbir en el intento, considerando que se enfrenta a varias semanas complejas que estarán marcadas por el peak de los contagios y la agudización de los efectos económicos derivados de la pandemia. En ese precario equilibrio, en el oficialismo coinciden que la ansiedad del Presidente, Sebastián Piñera, juega en contra y es uno de los puntos más débiles del manejo que han tenido desde palacio hasta ahora.

En La Moneda les gusta usar la terminología bélica para marcar hitos y situaciones, hablan de enemigos poderosos sobre cualquier problema que ha enfrentado la administración piñerista y de batallas para tratar de imprimir cierta épica y graficar sus esfuerzos para sortear complejidades. En esa lógica, en palacio están ad portas de la “batalla de mayo”, un mes muy complejo y delicado para el Gobierno por el eventual del peak de contagios del Coronavirus, el estrés que esto generará al sistema de salud y los problemas derivados de la crisis económica que gatilló la pandemia. Todos factores ultra delicados, que tensionarán al máximo las habilidades gubernamentales, pero que sobre todo obligará a La Moneda a tratar de reducir los auto goles y errores forzados que ha marcado la tónica el último tiempo.

Bajo esa premisa, algo que preocupa sobre manera en La Moneda y en el oficialismo es la personalidad del Presidente, Sebastián Piñera, que muchas veces complica las estrategias de Gobierno. Su conocida “ansiedad” y exceso de control, no han sido buenos aliados para el Mandatario y le han jugado en contra en varias ocasiones.

Hasta hace unas semanas los números acompañaban al Gobierno en su manejo de la pandemia y el clima de trabajo con la oposición estaba en niveles manejables, incluso algunos advirtieron exceso de exitismo, pero no los escucharon. Es más, Piñera decidió -sin avisar ni discutirlo con nadie- ir un paso más allá y lanzarse a destiempo con la cuestionada “nueva normalidad”, que se transformó finalmente en un bumeran para palacio debido a que la orden de hacer regresar a los funcionarios públicos a sus lugares de trabajo, instalar el regreso a las clases presenciales y la reapertura de los malls en diferentes ciudades del país, terminó chocando de frente con el considerable aumento de las cifras de contagiados el último fin de semana.

Ese error hoy les pesa en el oficialismo y al interior de La Moneda, donde afirmaron que la maniobra presidencial no solo hizo ruido político, sino que además confundió a los propios ministros. Internamente no gustó la idea de trasladar la responsabilidad política a los ciudadanos por el aumento de los contagios -como aseguró el ministro de Salud, Jaime Mañalihc- y se vio como un descarado intento por lavarse las manos ante el error cometido por la autoridad, al dar mensajes contradictorios a la estrategia de cuidado y resguardo que se estaba aplicando. “Es una evidente muestra del déficit político”, se lamentaron en el oficialismo.

Hasta hace unas semanas, el analista político, Carlos Correa, también le reconocía al Gobierno un buen manejo comunicacional de la pandemia: “Para variar se sobregiró con la famosa nueva normalidad, el Presidente anunció el retorno de los funcionarios públicos y la vuelta a clases embriagado por el éxito en las encuestas, que incluso llegó a hasta el plebiscito (…) es un fenómenos común en Piñera”.  Por lo mismo, la recomendación del ex subdirector de la SECOM es que en palacio traten de aplicar la mesura durante el mes de mayo y “no celebrar antes de tiempo”.

Con una lista no menor de problemas que debe enfrentar La Moneda en mayo, el director de formación de la Fundación Jaime Guzmán, Claudio Arqueros, dijo que en palacio se “debe articular muy bien la relación entre tecnocracia y política, este es un Gobierno respetado técnicamente, Piñera y su círculo en dos gobiernos, ha demostrado saber manejar catástrofes, pero tiene un déficit en ciertos ritos de la política, en los símbolos, en los tiempos”.

Las constantes contradicciones en palabras del Presidente Piñera han puesto en alerta a varios en el oficialismo, que han visto como los esfuerzos por realizar un trabajo coordinado durante estos dos meses de pandemia se les ha puesto cuesta arriba en demasiados momentos, debido a las “malas intervenciones” del Mandatario, las que se suman al “enredo comunicacional” que hay al interior del gabinete. Como ejemplo un botón. Cuando el Mandatario habló del traspaso de fondos a la banca a través de la línea de crédito con aval del Estado, hizo gala varias veces de lo que le costó convencer a las entidades bancarias para que actuase de buena fe.

Un “fail”, como consignaron desde el oficialismo, porque el episodio terminó por exponer malamente la investidura presidencial considerando que la banca hizo oídos sordos de su conversación con el Mandatario.  Aquello quedó refrendado con las palabras del ministro de Economía, Lucas Palacios, quien en radio Futuro dijo sentir “impotencia” al ver como algunas entidades bancarias se demoran en ayudar a la gente que necesita liquidez.

Si bien efectivamente Piñera ha salido del pozo del 6% de apoyo ciudadano que tenia en las encuestas antes de la pandemia y bordea el 20% en varios sondeos, en el oficialismo recalcaron que esa alza no da para que el Mandatario se de lujos comunicacionales, porque “le juega en contra” de sus propios intereses.

El peak de los contagios y el desempleo generan una delgada linea sobre la que debe transitar La Moneda durante mayo, la dicotomía entre privilegiar la salud de las personas o el resguardo de la economía. “El Gobierno tiene que reforzar el mensaje de que es necesario reactivar la economía, pero teniendo el cuidado de que eso no es lo mismo que activar la vida social , es decir, debemos activar la economía, pero no significa que el paréntesis se cerró, yo creo que el Gobierno tiene que tener cuidado”, advirtió Arqueros, desde la Fundación Jaime Guzmán.

Hasta hace unas semanas, el analista político, Carlos Correa, también le reconocía al Gobierno un buen manejo comunicacional de la pandemia: “Para variar se sobregiró con la famosa nueva normalidad, el Presidente anunció el retorno de los funcionarios públicos y la vuelta a clases embriagado por el éxito en las encuestas, que incluso llegó a hasta el plebiscito (…) es un fenómenos común en Piñera”.  Por lo mismo, la recomendación del ex subdirector de la SECOM es que en palacio traten de aplicar la mesura durante el mes de mayo y “no celebrar antes de tiempo”.

Para el vicedecano de la Universidad del Desarrollo (UDD), Rodrigo Arellano, los meses de  mayo y junio “son claves para el desarrollo económico y político del 2020, porque es probable que sean los meses más críticos de la pandemia. El funcionamiento del mercado va a estar muy vinculado a las medias que el Gobierno tome en relación a los cuidados de salud”.

El otro flanco

En la Moneda reconocieron que uno de los factores que más preocupados los tiene, es el retorno a las clases de los escolares. Los intentos fallidos por apresurar la medida, han llevado a que en el Gobierno en estos días lo piensen dos veces antes de volver a comunicar una decisión en la materia.

Desde el Gobierno señalaron que están “súper conscientes” de lo complejo que se ha tornado el tema y que por lo mismo, cualquier novedad en estas semanas será respaldada por una “muy buena planificación” previa, para que esta vez sí puedan “apretar bien la tecla”.

Es que nadie olvida en el oficialismo que el tema ha dejado en evidencia el “déficit político” del Gobierno. No solo por las contradicciones en las fechas propuestas, sino por episodios como el que protagonizó el ministro Mañalich, quien en una sesión especial de la Cámara de Diputados dijo que haber suspendido las clases presenciales fue “un grave error”.

Sus palabras provocaron un remezón en palacio, porque Mañalich contradijo abiertamente una decisión presidencial y generó una división pública del gabinete, debido a que salieron a rebatirlo la vocera Karla Rubilar, el ministro de Interior, Gonzalo Blumel y el titular de Educación, Raúl Figueroa.

Episodios como estos son los que precisamente tiene que evitar La Moneda para llegar a fin de mes y no sucumbir en el intento.

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