El Ministerio del Trabajo y Previsión Social lanza hoy un proyecto colaborativo con la London School of Economics, asesorado por la profesora Kirsten Sehnbruch.
La tasa de desempleo en 7,4%, la creación de empleos formales en negativo por primera vez desde que se empezó a medir en 2017 y las ocupaciones informales con un alza histórica de 8,1% muestran el panorama del mercado laboral chileno.
Pero según la profesora de la London School of Economics, Kirsten Sehnbruch, estos datos no son suficientes para hacer políticas públicas.
Ante este escenario, el Ministerio del Trabajo y Previsión Social comenzará un proyecto colaborativo con la London School of Economics, para lo cual se creará una comisión de expertos que será presidida también por Sehnbruch.
Este trabajo, señala, pretende la creación de un indicador sobre calidad del empleo y probablemente se publicaría junto con las cifras de desempleo e informalidad. Con esto, se busca “realmente que se capte quiénes son los más vulnerables en el mercado laboral”.
La profesora de la academia británica y doctora en ciencias políticas cree que los indicadores que se usan actualmente para hacer políticas públicas no son del todo correctos, “llevamos muchos años mirando la tasa de cesantía como si fuera un buen indicador de lo que está pasando, y la verdad no lo es”, dice. Esto, porque hay un universo de personas que pueden estar cesantes, pero no necesariamente son los más vulnerables del mercado laboral, explica.
Algunos expertos han propuesto que en vez de mirar la tasa de desempleo se vea la creación de empleos formales, pero para Sehnbruch, “no necesariamente la tasa de ocupación formal representa la situación país, y la informal tampoco”.
Además, comenta que en general los trabajos informales son bien estables, nadie los echa y los vaivenes económicos pueden hacer caer sus ingresos, pero no llevarlos a una situación de término de contrato.
Los ocupados informales alcanzaron las 201.899 personas y ya representan un 30% del mercado laboral chileno.
Esta cifra, que aumentó significativamente por la crisis social, demuestra una precarización del trabajo, pero Sehnbruch advierte que el empleo formal puede ser incluso más precario, por temas de estabilidad, ingresos e incertidumbre. Por lo tanto, propone que lo que de verdad se estudie sea la calidad laboral, un indicador más cualitativo que los que se acostumbran a usar.
Con todo, advierte que es muy importante que los trabajadores informales coticen; por tanto, cualquier regulación que se pueda hacer para esto “sería una reforma muy importante para el mercado laboral”.
En la propuesta para medir la calidad del empleo de Sehnbruch se toman en cuenta tres variables: los ingresos del trabajador, su estabilidad en el empleo y sus condiciones laborales.
Junto con esto, cinco subvariables: ingresos por la ocupación principal, estatus ocupacional, antigüedad, seguridad social y horas laborales.
La comisión de expertos que será presentada hoy para el estudio de la calidad del empleo en el mercado laboral chileno tendrá como objetivo definir las dimensiones e indicadores para su medición, luego de analizar los resultados y posteriormente acordar la futura publicación de este indicador. Para este trabajo se han reunido 14 personas de distintos ámbitos de la sociedad.
La investigadora de la London School of Economics cree que la información del mercado laboral en Chile es variable. Apunta, por ejemplo, a que en cada encuesta Casen se cambian las preguntas y por tanto no es posible establecer una comparación. Además, menciona que hay datos sobre la posición ocupacional, horas de trabajo e ingreso, pero que no serían suficientes.
Esto, porque no hay datos en Chile sobre condiciones laborales, seguridad y salud del trabajador, accidentes y riesgo, “no tenemos nada subjetivo”, no hay información sobre si la persona está contenta o no, ni de sus relaciones laborales dentro de la empresa.
A juicio de Sehnbruch, un empleo de calidad debe apuntar a un sueldo adecuado, cotizaciones, estabilidad laboral, y poder compatibilizar las horas que se trabaja con otros aspectos de la vida. Resalta que estos aspectos son fundamentales para medir la calidad del trabajo. “El concepto que subyace es que nuestro debate laboral requiere actualización”, enfatiza.
La investigadora alemana —que llegó a Chile en 1998 por un convenio que tenía su universidad con una de las firmas del grupo Luksic— sostuvo que una de las variables que se debería considerar para medir la calidad del empleo son las horas trabajadas. Al ser consultada sobre la propuesta parlamentaria de rebajar de 45 a 40 horas laborales, manifiesta que “hay un consenso internacional al respecto, y las 40 horas van en línea con lo que se esperaría de un país con el nivel de desarrollo de Chile”.