No fue una gran sorpresa, pero sí un baño de agua fría con la realidad para La Moneda. Si bien en todas las encuestas se venía a la baja, en el oficialismo asumieron que el 6% de apoyo al Presidente y el 82% de rechazo hizo tocar fondo al Gobierno.
Todos los comentarios en La Moneda el día anterior a conocerse públicamente los resultados de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), coincidían en que con el sondeo -que midió los efectos de los tres meses desde el estallido social del 18 de octubre- se venía “la debacle” y la sensación ambiente en palacio era de desazón. Más que nada, por eso es que el demoledor 6% de aprobación que obtuvo el Presidente, Sebastián Piñera, en la influyente muestra no dejó a nadie en shock en el Gobierno, aunque sí se comprendió interna y transversalmente que se había tocado fondo.
Desde antes de octubre, las encuestas ya marcaban una fuerte tendencia a la baja, doblando la mano a las proyecciones que hacía internamente La Moneda y que apuntaban a que después del invierno, el Mandatario repuntaría en sus niveles de aprobación. Pero todo cambio con el estallido del 18 de octubre y tanto las indefiniciones como el errático actuar de Piñera durante los casi tres meses de crisis, fueron claves para que el apoyo a la figura del Presidente cayera 19 puntos, a un piso histórico, nunca antes registrado en los últimos 30 años.
Conocidos oficialmente los números del CEP, una de las primeras preocupaciones en el oficialismo es cómo con el escaso poder de negociación que resta, el Gobierno y Piñera pueden seguir adelante considerando que aún restan dos años de mandato. Con la mayoría de la derecha alineada en la esquina más dura de cara al plebiscito del 26 de abril y con una administración en palacio que se desfondó ideológicamente, ya que todo su plan de Gobierno quedó fuera de juego tras el estallido social, el margen de maniobra para el Mandatario se ha visto reducido a su mínima expresión.
En la derecha reconocieron esta mañana que si el Presidente no encuentra «la fórmula» para desamarrarse de ese choque interno de la derecha, no tendrá como salir de esta.
Así, una de las primeras recomendaciones que afloraron desde el sector más liberal del oficialismo es que Piñera debe “liberarse” de los sectores más ortodoxos de Chile Vamos y retroceder dos años a un discurso más de centro derecha, volver a vestirse con el traje «aylwinsita» con el que volvió a La Moneda el 11 de marzo del 2018. Es decir, retomar la senda de un discurso más amplio, mirando al centro y no pensando en cómo satisfacer al constante tironeo de la derecha más dura que se ha impuesto la agenda en el último tiempo. No tiene nada que perder con intentarlo, porque a estas alturas “entre estar en un 6% de apoyo y llegar a un 2%, no hay diferencia”.
En este sector de la derecha insistieron que el Gobierno debe aceptar y comprender que no consta de una base suficiente de apoyo como para seguir con el mismo discurso ni camino que venía transitando y que por tanto debe, obligadamente, dejar de mirar las encuestas semanales para concentrarse un panorama mayor.
En la misma línea, el analista Tomás Duval apuntó a que, al igual que toda la clase política, el jefe de Estado debe volver a “resintonizarse con la ciudadanía, ya que, de no hacerlo, es real el riesgo de transformarse en un mero administrador”. A pesar de las demoledoras cifras que obtuvo el Mandatario -82% de rechazo y un 81% que considera que se manejó mal durante estos tres meses de crisis- Duval destacó el alza en la evaluación de un sistema democrático como único sistema político posible (64%) y el amplio apoyo para una nueva Constitución (67%) como elementos claves para salir de la situación de crisis actual. “La encuesta le está mostrando el camino a seguir al Presidente”, sentenció.
Otra mirada tiene el vicedecano de la Universidad del Desarrollo (UDD), Rodrigo Arellano, quien cree que el primer paso que tiene que dar el Gobierno es “interpretar las señales que está dando la ciudadanía, es decir, mejorar su situación social, más allá de la discusión constitucional. Hoy nos estamos dando cuenta que al final de día, las personas lo que quieren es mejorar su vida, sus condiciones, pensiones y trabajo siguen siendo las prioridades, el discurso de la Constitución no es una prioridad ciudadana, quedó desmitificado. El Gobierno entendió hace buen rato cuales son las señales, anoche el Presidente dio una cadena nacional para anunciar y perfeccionar lo que se transformó en la primera demanda ciudadana, si sigue en es alógica, AFP y mejorar sistema de salid, puede ir en una senda razonable”.
Para el académico de la universidad de Milán, Kenneth Búnker, el escenario tras la encuesta CEP se transformó en “extremadamente preocupante por el presidencialismo chileno, el Ejecutivo es el principal legislador y si el Presidente y el Gobierno tienen un bajo apoyo, van a poder cumplir este rol con menos efectividad, un Presidente con un 6% de aprobación no es una persona atractiva para generar acuerdos, la oposición no va a tener muchos incentivo para aprobar los proyectos”. Respecto de la baja en la aprobación, señaló que “cae a tan bajos niveles porque hay muchas personas de derecha que hoy en día desaprueban al Presidente, entonces hacer una lectura de que no se sumó a las demandas ciudades y que por eso es impopular, sería un error, yo creo que mucha gente que no aprueba el Presiente hoy día es porque el Mandatario no fue lo suficientemente duro en contener la movilización social, es impopular, pero mucha gente de derecha siente eso”.
En La Moneda imperó el silencio, pero si pusieron el acento es que desde antes de estos números, un par de semanas a la fecha se había definido – a contrapelo de la visión de varios internamente en palacio- que el Presidente encabezara comunicacionalmente las reformas a las pensiones y de Salud, lo que creen que está en sintonía con las mayores demandas de la ciudadanía.
El dilema para la derecha y el Gobierno no es menor. Por un lado están las cifras categóricas de la encuesta, que -recalcó Duvall- legitiman las demandas y la movilización social y por el otro, el choque interno en el oficialismo, donde los sectores más duros han cuestionado, desde mucho antes de las malas cifras de la CEP que La Moneda pecaba de desfonde ideológico al proponer y avanzar en temas que van en la dirección contrario a lo que” la gente que lo votó esperaba”. Dan como ejemplos el gravar el patrimonio, haber retrocedido en la integración de la Reforma Tributaria, haber dejado de lado su promesa de rebaja de impuesto a las empresas, como factores -más allá del estallido social- que también explicarían la desafección y desplome de la aprobación presidencial.
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