Tras perder su principal fortaleza, el manejo económico, los analistas dicen que para repuntar debe buscar un nuevo relato.
“Hoy, prácticamente, no crecemos ni se crean empleos de calidad, los salarios y las pensiones se estancan, la delincuencia avanza y la salud está en crisis”, diagnosticó Sebastián Piñera hace dos años, en una carta que abrió su programa presidencial. Su promesa en entonces era reemplazar a “un mal gobierno” y hacer de Chile un país desarrollado.
Con esa convicción por delante —cimentada en las buenas cifras obtenidas durante su primer gobierno—, su capacidad de gestión y el manejo de la economía se convirtieron en las fortalezas más valoradas por la opinión pública al momento de evaluar los atributos presidenciales.
Pero las encuestas muestran que la ciudadanía ya no reconoce en él esas características. Una economía que no despegó como se esperaba y problemas de seguridad —presentes desde mucho antes del 18 de octubre— quitaron a Piñera sus principales cualidades, agotando la idea del empresario emprendedor como imaginario nacional.
Otros atributos como “confianza y cercanía”, nunca estuvieron asociados a su figura. En la encuesta CEP de mayo de este año, el primero cayó a 28% (desde 42% registrado en octubre-noviembre 2018) y el segundo a 19% (desde 27%). Y pese a que las encuestas de Criteria y Activa publicadas esta semana mostraron un leve repunte en su aprobación respecto de noviembre (su peor mes), sigue en niveles inusualmente bajos.
Caída de la “marca” Piñera
Las encuestas locales miden los atributos presidenciales con distinta periodicidad. La primera vez que “Agenda Ciudadana”, de Criteria Research, preguntó sobre las razones de la aprobación presidencial bajo la administración actual (septiembre 2018), la cualidad más destacada por los encuestados en la forma en que Piñera conducía su gobierno era el crecimiento económico (24%).
Un factor similar, “buen manejo de la economía”, apareció a la baja en agosto de este año (12%), y en el último sondeo que midió esta variable (octubre), ninguna opción directamente vinculada a la economía prevaleció. En el mismo sondeo también fue a la baja la percepción “lo está haciendo bien”, la que pasó de 27% a 6% (de quienes aprueban) entre agosto y octubre.
“La mala evaluación del Presidente tiene que ver con dos temas. El juicio de la ciudadanía sobre el programa original es categórico, en cuanto a que su gobierno no cumplió ninguna de sus dos promesas centrales: prosperidad económica y seguridad. Y las personas le atribuyen mal manejo y falta de conducción de la crisis social”, comenta Cristian Valdivieso, director de Criteria.
El estudio de diciembre, publicado esta semana, arrojó que el Mandatario terminó el año con 16% de aprobación, 4 puntos más que en noviembre, cuando marcó su nivel más bajo. El leve repunte fue atribuido a la mejor evaluación que hizo el segmento de entrevistados identificados con Chile Vamos.
Pierde su núcleo de apoyo
Ricardo González, coordinador del programa de opinión pública del CEP, explica que la aprobación y los atributos están asociados a la capacidad de enfrentar los problemas del país. Por ello “no es sorprendente que la percepción de los atributos presidenciales se haya deteriorado desde el inicio del mandato, más aún después del 18/O, en que la falta de control de la violencia y los desaciertos comunicacionales, como la declaración «estamos en guerra contra un enemigo poderoso», pueden haber generado la percepción de falta de autoridad, liderazgo, destreza y habilidad para enfrentar presiones de los grupos movilizados”, señala. Y precisa que los factores que influyen en el descenso de la valoración de Piñera comenzaron antes del estallido.
En la encuesta CEP más reciente (mayo 2019) las expectativas económicas igualaban los niveles de abril-agosto 2015 (uno de los peores periodos del segundo gobierno de Michelle Bachelet, producto de las investigaciones por el caso Caval y el caso SQM) y los de noviembre 2011 (cuando el movimiento estudiantil seguía fuerte). “La percepción de desigualdad, los abusos de las empresas privadas y los malos tratos e ineficacia del Estado estaban presentes desde mucho antes del 18/O. Por lo tanto, es posible vincular el magro desempeño económico del año a las bajas expectativas y a la baja evaluación presidencial”, detalla.
Apostar por estabilidad y consenso
Activa Research comenzó a examinar las razones de la aprobación del Presidente en julio de este año. Ramón Cavieres, director ejecutivo de la firma, concuerda en que durante los primeros meses se le atribuía un liderazgo sobre el que sustentaba su manejo económico. Pero, tal como en los otros estudios, la fortaleza de estas variables se fue diluyendo y llevó a que Piñera cerrara diciembre con una aprobación de 5,1% (0,5 puntos más que en noviembre, pero aún bajo el resto del año). El desencanto, coincide con Valdivieso y González, se generó cuando la realidad económica se desacopló de la promesa de los «Tiempos Mejores». “Era un eslogan muy fuerte”, recalca. “El segmento que lo aprueba siempre lo va a respaldar por su disposición de liderazgo y capacidad de gestión, pero es difícil que retome sus niveles de aprobación”, advierte Cavieres. De todas formas, su liderazgo perdió fuerza en la última medición respecto de noviembre. Por eso cree que la administración Piñera 2 “se debería considerar como un gobierno que, de acuerdo a su plan inicial, está terminado”.
A su juicio, al Mandatario le queda “administrar el escenario que tiene que ver con el plebiscito y la nueva Constitución, y comenzar un proceso de estabilidad y consenso entre las diferentes posiciones de oposición y Gobierno”. “El Presidente necesita fundar una nueva promesa (relato) para su gobierno, que debiera estar centrada en hacerse cargo de la demanda social y en la reconstrucción”, postula Valdivieso.
El problema, añade, es que Piñera está más enfocado en buscar a los responsables del estallido que orientado hacia el futuro.En favor del Presidente juega que le queda tiempo, pero la percepción general no es optimista. El director de Criteria asegura que “mejoras significativas en su aprobación no habrá mientras no disminuya la incertidumbre en torno al control y el orden público y mientras la ciudadanía no perciba una agenda gubernamental orientada a la nueva promesa”.
Mientras la proyección de un desempleo al alza con perspectivas económicas que podrían seguir deteriorándose, sumado a un escenario político donde el Presidente debe distribuir esfuerzos para mediar en su propia coalición —con un oficialismo dividido entre el Sí y el No, y una UDI molesta con sus compañeros de coalición— podría hacer aún más difícil su rearme ante la opinión pública. González prevé que la evaluación de sus cualidades “podría seguir empeorando”, compartiendo que su potencial está en que “la salida política planificada termine con los hechos de violencia y que ello constituya los cimientos de la recuperación económica”.
Cambio de foco
Daniela Jara, académica de la Escuela de Sociología de la U. de Valparaíso e investigadora del Centro para el Estudio del Conflicto y la Cohesión social (Coes), sostiene que las temáticas relevantes a nivel de interés público se ampliaron. Esto, dice, “hace pensar en un desplazamiento de la comprensión de en qué se sostiene el liderazgo de un Presidente”.
Cita como ejemplo la encuesta Ipsos-Espacio Público de diciembre. Al preguntar cuál es la característica más importante que deben tener los líderes para conducir a una solución a la crisis, 50% se inclinó por la empatía, 19% por el liderazgo para lograr acuerdos entre las autoridades, 14% mano firme para combatir la violencia y 10% capacidad de diálogo. “Conceptos antiguos como mano dura, represión, que aún hay gente que la puede asociar a liderazgo, o la capacidad más concertacionista de llegar a acuerdos, está bastante decaída en forma de liderazgo”, señala.
La promesa que hace meses sostenía su aprobación, ahora es parte del malestar, “que no es con la persona, sino con un estado más estructural (…) La idea del empresario emprendedor como imaginario nacional está agotada”, concluye Jara. E insiste en que para sacar adelante “un buque con crisis de legitimidad”, el camino es la empatía y reconocimiento del otro. Eugenio Guzmán, decano de la Facultad de Gobierno UDD, concuerda sugiriendo que Piñera debe reforzar su capacidad ejecutiva en la toma de decisiones y escuchar más: “Se tiene que ver con más claridad que escucha las opiniones de los otros y no las que confirman algunas que tiene él”.