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Los influyentes en Piñera tras la era Chadwick – La Segunda

El estilo del exministro del Interior está mutando a una relación más funcional, ya no basada en la amistad e historias comunes.

A ocho semanas del estallido social, y cuando este miércoles quedó sellado el destino de Andrés Chadwick, en La Moneda comienza a configurarse lentamente el mapa de poder político en torno al Presidente. Los nuevos colaboradores que influyen en el Mandatario tienen un perfil muy distinto a aquellos que destacaron en el modelo que aplicó en su primer gobierno y en la primera parte de su actual administración: Chadwick, Felipe Larraín, Alfredo Moreno, Roberto Ampuero e incluso su ex asesor Mauricio Rojas.

El único hombre importante de ese primer diseño que mantiene su influencia sobre Piñera, es el jefe de asesores Cristián Larroulet. En la práctica, el estilo Chadwick —el de mayor confianza para el Presidente— está mutando progresivamente a un estilo de relación más funcional, ya no basada exclusivamente en la amistad e historias comunes. En la época del ex ministro del Interior, prevalecían las largas amistades, una diferencia de edad con el Presidente no mayor de una década, un horizonte político y generacional semejante (Chadwick y Piñera pasaron juntos a la primera línea durante la transición política, después de 1990). Con buena suerte, Chadwick, Larraín y Moreno podían esperar un futuro político de 10 años. La generación que empieza a situarse en torno a Piñera, tiene un horizonte de acción pública para las futuras décadas

Y todas las figuras que rodeaban al Presidente eran dependientes de él, especialmente en este último gobierno: el caso más emblemático, el de Cecilia Pérez, cuyo florecer y futuro político siempre se asoció a su gran sintonía con el Jefe de Estado. Al revés de Chadwick, al nuevo ministro del Interior, Gonzalo Blumel, lo apoya un partido menor en Chile Vamos (Evópoli), y con poco peso parlamentario. Las confianzas de Blumel en el Parlamento, quien comenzó a operar legislativamente hace dos años, no se pueden comparar con la experiencia, la sensibilidad legislativa ni tampoco con la historia y complicidades personales del ex ministro Chadwick.

Ni Blumel ni el nuevo ministro de Hacienda, Ignacio Briones, ni la nueva ministra de Trabajo, María José Zaldívar, vienen de la misma matriz que la generación de Piñera. Este mismo proceso comienza a ser visible en los partidos, donde la timonel UDI Jacqueline van Rysselberghe, el RN Mario Desbordes, y el Evópoli Hernán Larraín Matte comienzan a ser los ejes de apoyo o conflicto con el Ejecutivo. Situaciones semejantes suceden más lentamente en el Parlamento y en los equipos técnicos constitucionales. Pero obviamente la crisis empieza a dar oportunidades y testear los nombres de los políticos para la nueva etapa.

Hugo Eduardo Herrera, abogado y director del Instituto de Filosofía UDP, plantea que “es difícil” que alguien logre el nivel de confianza del anterior ministro del Interior: “Chadwick era, por parentesco y amistad, de la plena confianza de Piñera y, pese a los errores y el desgaste humano que se observaba en él, podía operar con alguna independencia”. Y por lo mismo “probablemente Larroulet sea cercano a Piñera, (porque) habla el mismo lenguaje económico y de gestión. El problema aquí es que comparten también una insuficiente comprensión del carácter eminentemente político de la crisis”.

Respecto a Blumel y Briones, Herrera considera que “les falta todavía tiempo y, sobre todo, desplegar un pensamiento y una acción más específicamente político”. Y plantea: “Serán influyentes mientras más se aparten de Piñera y del discurso economicista”.

El analista y ex subdirector de la Secom en Bachelet II, Carlos Correa, hace notar que el Presidente “es una persona que toma buena parte de sus decisiones solo, toma riesgos propios, no lo veo como alguien muy dado a escuchar”. “Lo que sí he visto, agrega, es que él ha bajado un poco su presencia, no es tan omnisciente como era antes de la crisis y los nuevos ministros tienen más libertad de acción”. A juicio de Correa, los actuales “son ministros más empoderados y más autónomos”, y eso se debería a que como “él siempre ha sido adicto a las encuestas”, su baja en los niveles de aprobación lo hizo cambiar de actitud.

Stephanie Alenda, directora de investigación de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la UNAB, destaca que Larroulet es quizás el más respetado por el mandatario en estos días. “Luego viene el ministro de Hacienda (Ignacio Briones), quien ha tenido un rol fundamental para responder a las demandas sociales y contribuir a la salida de crisis”, agrega, y el ministro Blumel por “su rol clave en la implementación del acuerdo constitucional más allá de su rol en resguardo de seguridad pública.

Rodrigo Arellano, vicedecano de la Facultad de Gobierno de la UDD, advierte “una presencia mucho más cercana de Felipe Ward y Karla Rubilar, que al ser más cercanos al discurso de la gente, a la percepción ciudadana, han tenido una relevancia importante en esta etapa”. En relación a Blumel, Arellano estima que a éste más que la influencia en el Presidente lo que le aumentó fue el grado de responsabilidades: “Ser ministro del Interior tiene un costo bastante importante, Blumel está en una posición más riesgosa ahora que antes de la crisis”. Como sorpresa Arellano menciona a Briones que “ha logrado conciliar un discurso técnico y tener sintonía con la ciudadanía”, dice. “No se puede esperar lo mismo de Blumel”.

Desde el Gobierno reconocen que Gonzalo Blumel “tiene una relación directa y es el que más habla ” con el Mandatario. Ya adquirió experiencia como ministro en la Secretaría General de la Presidencia y trabajó con el mandatario en la fundación Avanza Chile. No obstante, aclaran, “no se puede esperar que sea igual que con Chadwick porque eso es algo de muchos años, a otro nivel, de todos los días y en cada momento que era necesario”. Algo similar ocurre con Ignacio Briones, en quien el jefe de Estado también tiene gran confianza, pero tampoco ha llegado al nivel de familiaridad que había con Larraín.

Las virtudes de la nueva vocera

Otra fuente de Chile Vamos cuenta que “por razones obvias” la vocera Karla Rubilar también tiene “línea directa” con Presidente. Casi a diario ven los lineamientos en materia comunicacional, y además ella colabora en ver la agenda. Rubilar es una persona con empatía y capacidad de armonizar los distintos tonos que conviven al interior del gobierno, y a diferencia de Cecilia Pérez no ejecuta el rol clásico de reafirmar los dichos del Presidentes, sino de tonalizarlos en torno a un estado de ánimo de la opinión pública que está cambiando constantemente.

Dos que mantienen su cercanía son los subsecretarios Rodrigo Ubilla (Interior) y Claudio Alvarado (Sudere).

“A pesar de que Galli ya está tomando las riendas, Alvarado sigue siendo un «poderoso» por sus grandes capacidades y contactos en el Congreso, que el Presidente reconoce”, se asegura.

El poder de Kast, Van Rysselberghe y Desbordes

Así como en los dos principales ministerios (Interior y Hacienda) están militantes de Evópoli, y con ello la mayor cercanía con el Mandatario, algo similar ocurre con los partidos. El senador de Evópoli, Felipe Kast, es visto en La Moneda como el político que tiene contactos más fluidos con Piñera, en especial en conversaciones acerca de lo que pasa en el Congreso. En caso de la UDI, argumenta una fuente de La Moneda, quien manda es Jacqueline Van Rysselbergue: para que el Presidente Piñera se relacione con la UDI tiene que hacerlo con ella. “La senadora siempre tiene facilidad y llega directamente donde el Presidente. A veces en reuniones donde ella manifiesta su discrepancia, pero es línea directa”, se sostiene.

Hay quienes en La Moneda ven que la relación más tirante es con RN, debido al rol que ha jugado no sólo en esta crisis, sino que previa a ella cuando advirtió de los riesgos de “la bronca” en la ciudadanía meses antes del 18-O. Otra fuente de La Moneda dice que es un error ver a RN así, porque “siempre viene su presidente Mario Desbordes y trae los planteamientos con propuestas del partido. Cuando pide hablar con el Presidente, siempre es recibido”. De hecho, recuerdan que Piñera en su último discurso asumió como propios los cuatro ejes de RN para enfrentar la crisis: reformas sociales, agenda antiabusos, cambio constitucional y orden público.Y como prueba de la línea directa con el Presidente, se recuerda que el viernes pasado estuvo una hora en reunión a solas.

Si bien antes de la crisis había encuentros mensuales, durante este proceso eso aumentó a dos o tres por semana. Además de los contactos telefónicos o por whatsapp. Arellano (UDD) celebra el rol que ha tenido la timonel de la UDI. “Desde mi punto de vista ella ha estado a la altura de la crisis política, ha entendido que los partidos tienen que ceder, y ha respondido más a los llamados que ha hecho el Presidente al diálogo con otros agentes políticos”, destaca. “Desbordes ha jugado mucho con la agenda propia, desmarcándose de manera muy abierta del Gobierno, y a Evópoli no lo veo con un rol más relevante en relación a otros partidos con el Presidente”, añade. Arellano cree que “el rol de Larroulet se ha fortalecido, porque al mantenerse tanto tiempo en un cargo de tanta relevancia le da una jerarquía y una validez diferente. Quien sí perdió influencia fue Cecilia Pérez, porque el modelo que trajo el Presidente desde Avanza Chile se desarmó completo, no fructificó y no pasó los dos años, la crisis lo desnudó y lo liquidó”, sentencia.

Hugo Eduardo Herrera, en tanto, dice que “ el cambio lo veo sobre todo en los partidos. Lo que ha hecho Mario Desbordes, en Renovación Nacional es ejemplo de una nueva generación que entra con una comprensión más atenta al talante político de la situación y la tarea”. El analista también menciona a otros dirigentes, como Diego Schalper, Guillermo Ramírez o Javier Macaya. “También veo capacidades de renovación en los grupos de Idea País y Solidaridad, la centro derecha universitaria, y centros de estudio como el IES. La renovación ideológica y generacional de la centroderecha está produciéndose especialmente en esos grupos, precisamente en la medida en que reconocen la importancia de la economía, pero dentro de un orden político en la base”.