El académico de la UDD dice que en estos días ha sido difícil pillar conversaciones entre distintas posturas.
Carlos Rodríguez, director del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) de la Universidad del Desarrollo, cuenta que durante los últimos días ha observado dos tipos de posturas: la preocupación por las violaciones a los Derechos Humanos y la urgencia por restablecer el orden público. Los defensores de ambas posiciones valóricas, agrega, suelen enfurecerse cuando relativizan sus inquietudes.
“Las discusiones que existían al principio de la crisis, donde se respiró cierto optimismo, ya que tuvieron que ver más con la agenda social, hoy están perdiendo espacio. Lo que tenemos ahora son dos grupos que están súper polarizados, que tienen pocos puentes para que puedan comunicarse”, describe el doctor en Economía de University of Cambridge.
¿Por qué nos cuesta tanto conversar como la gente?
Chile tiene un tejido social pobre y una de las fuentes de capital social es la familia. No tenemos una cultura de relaciones con el extraño. Solo confiamos en nuestra familia o en amigos que prácticamente se incorporan al núcleo familiar. Ahora, si se rompe la familia o el tejido social producto de esta polarización, será muy difícil que encontremos una salida a la situación actual.
¿Qué hace tan pobre nuestro tejido social?
La desigualdad y la extrema estratificación son algunos factores. Tenemos una cultura del modelo de la hacienda: la figura patrón-peón. Allí no hay diálogo, sino poder. Las personas suelen transformar al tiro las conversaciones en situaciones de poder. Un buen ejemplo fue el caso del abogado que tiró el currículum encima en una discusión. -¿Algo más, profesor? -También hay toda una generación traumada con el concepto de disidencia. Se entiende a la disidencia como fuente de conflicto. Se le teme. No hay tradición de diálogo ante posiciones diversas.
¿Eso en qué repercute?
La gente se acostumbró a hablar solo con personas similares. No cuesta nada encontrar a familias o grupos de amigos que hablan de política cuando todos están de acuerdo. Pero es muy difícil encontrar, en este momento, grupos diversos y que exista un diálogo constructivo.
Rodríguez recomienda un par de tips para lograr diálogos entre posiciones opuestas: primero, reconocer la historia y perspectiva de la contraparte; luego, identificar cuáles son las frases indeseadas que pueden desatar el conflicto y evitar decirlas; y después, consensuar un piso mínimo valórico, desde el cual se pueda iniciar una conversación sin discutir.
“Prácticamente se necesitan protocolos en la conversación para que la gente no se vaya de los chats o para que no se produzcan insultos que rompan relaciones”, concluye.