Sin embargo, a nivel mundial se encuentra en el lugar número 30. Prevenir las caídas, potenciar el ejercicio y los chequeos preventivos de salud son claves para seguir mejorando.
Un chileno de 60 años todavía tiene 18 años de esperanza de vida saludable. Es decir, podría llegar a los 78 años con buena salud. Así lo concluye un estudio realizado por el programa Conocimiento e Investigación en Personas Mayores (Cipem), impulsado por la Universidad del Desarrollo y la Caja Los Héroes, que estudió a la población de adultos mayores en Chile.
Analizando estudios nacionales e internacionales concluyeron que Chile tiene la mayor esperanza de vida saludable en Sudamérica, seguido por Ecuador (17,8 años después de los 60) y Uruguay (17,6).
“La esperanza de vida saludable, dice Mauricio Apablaza, director de Investigación de la Facultad de Gobierno de la UDD y encargado del informe, es un indicador de la salud de la población que incorpora información de mortalidad y morbilidad. La medida ajusta la esperanza de vida restando el tiempo vivido con una salud no óptima. A nivel internacional, la medida es calculada por la OMS”.
En el mundo, el ranking lo lidera Singapur, con una esperanza de vida saludable de 21 años después de los 60. Chile se encuentra en el lugar 30. “Poner el énfasis en la expectativa de vida saludable es todo lo que uno quiere como geriatra. Para los sistemas de salud es muy relevante porque el costo de la dependencia asociada al envejecimiento es carísimo. Y las propias personas mayores muchas veces te dicen ‘doctor, no quiero vivir más, quiero vivir bien. No quiero dolores crónicos ni tener dependencia de otras personas’”, explica el doctor Felipe Salech, geriatra y director de la Clínica de Caídas y Fracturas del Hospital Clínico de la U. Chile.
Para él un factor que permitirá aumentar esta expectativa de vida saludable es evitar factores que determinen la dependencia. “Uno de los más importantes son los que aumentan los riesgos de deterioro cognitivo. Para ello son claves todas las medidas que puedan elevar los estilos de vida saludable, que prevengan los factores de riesgo cardiovascular, que mantengan controles adecuados de enfermedades crónicas, como hipertensión”.Por ello, que las personas tengan niveles adecuados de actividad física es esencial: “Ayuda a mantener el cerebro más saludable”, dice el geriatra.
Con él coincide el doctor Rafael Jara, vicepresidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile. “La actividad física todavía es muy baja. Lo ideal sería que toda la población cumpliera con esta recomendación de una hora de ejercicio tres veces por semana, eso cambiaría el espectro epidemiológico. El ejercicio es beneficioso para todos los sistemas: respiratorio, cardiovascular, la parte cognitiva, la digestión. Y el sedentarismo, por otro lado, puede agravar todos los sistemas”.
Otro tema importante es evitar las caídas. “Uno de cada tres adultos mayores se ha caído en el último año. Y eso tiene consecuencias que impactan directamente en su funcionalidad”, dice Salech. Según explica, las fracturas de cadera o el traumatismo cerebral son solo algunos de los problemas. “Basta con que la persona se caiga y quede con dolor crónico para que empiece un círculo de problemas que van a llevar mayor dependencia”. Y agrega: “Habitualmente conviven varios problema leves (en una caída): visión disminuida, dolores articulares o en las extremidades inferiores, menos fuerza, uso de fármacos que enlentece el sistema nervioso central, entre otros”. Por eso en el Hospital Clínico de la U. de Chile trabajan con una clínica para prevenir caídas en la tercera edad, que incluye ejercicios específicos, y además cuenta con un equipo multidisciplinario que ayuda a entender las distintas causas y trabaja en evitarlas.
El control médico periódico también es importante en la tercera edad. “Las enfermedades crónicas no transmisibles son el perfil de enfermedades que afecta a las personas mayores. Y muchas veces son asintomáticas y se pesquisan en los controles de salud”, dice Salech. En Chile hay un examen preventivo para el adulto mayor, pero según Apablaza, “solo cubre al 30% de la población”. Aumentar su cobertura y copiar medidas internacionales que permiten hacer estos exámenes fuera del sistema asistencial son buenas ideas, asegura. “Por ejemplo, en Inglaterra, el cuerpo de bomberos visita las casas de los adultos mayores para revertir riesgos antes de que ocurran”.
Mejorar la infraestructura de las ciudades, pensando en los adultos mayores, es otra deuda del país, dice Jara. “Que haya vías de circulación seguras, cruces de calles con semáforos con tiempo adecuado y que haya áreas con asientos en los parques para los adultos mayores. Por ejemplo, en la Línea 3 del metro, que es muy moderna, no hay asientos en los andenes”.