De forma resumida, una comedia es una obra que muestra de modo jocoso, es decir, humorístico, un drama que tiene un final feliz. Por el contrario, una tragedia es una obra en que no solo sus personajes son ilustres y se expresan en fórmulas solemnes, sino que además se enfrentan y su desenlace es infeliz e inevitable, siendo uno de sus posibles resultados la muerte del héroe o protagonista.
Lo que está ocurriendo con las denuncias del fiscal Sergio Moya, por cuatro hechos irregulares en las que habría incurrido el fiscal Emiliano Arias -eventual tráfico de influencias, obstrucción a la investigación y presunta violación de secreto-,deja la sensación de que nos enfrentamos a una mezcla de comedia y tragedia (tragicomedia). Lo más trágico es que al interior del órgano a cargo de dirigir la investigación de delitos en el país -Ministerio Público-se suscite una controversia de esta naturaleza, en que la principal víctima es la credibilidad del propio órgano y, por cierto, la ciudadanía.
Por su parte, lo “cómico”, a estas alturas “tragicómico”, es que un fiscal (Sergio Moya) denuncie a otro por ciertas irregularidades (Emiliano Arias) y que, a su vez, éste acuse al acusador (Moya) de tener cierto acuerdo con el jefe de ambos (el Fiscal Nacional, Jorge Abbott). “El persecutor sostiene que recibió comentarios de Moya, en presencia de un tercero, respecto de una oferta que le habría realizado Abbott -con quien Arias mantiene una larga disputa, que incluso llegó a la Corte Suprema-,para trasladarlo a cualquier región, la que él quisiera”, según informó La Tercera.
A mayor abundamiento, lo sorprendente es que Moya, hasta no hace mucho, era la “mano derecha de Arias”.
A ello se suma que recientemente se han dado a conocer contradicciones entre la versión del fiscal Arias en el caso Chadwick y ciertos emails filtrados por la prensa. Por último, y por si fuera poco, la historia de conflictos entre Arias y Abbott lleva un largo tiempo, a lo menos desde 2017, lo que hace más dramático el caso.
En general, cabría preguntarse frente a una situación como ésta: ¿Qué podemos concluir, tanto en el caso de quienes se encuentran en conflicto con la justicia, como en el de quienes la demandan? El juicio salomónico a mano no es muy claro, pero sí lo son el desprestigio y la desconfianza.
Hasta ahora, el fiscal Arias ha demostrado habilidades comunicacionales importantes en su relación con la prensa, particularmente con la forma de llevar adelante sus investigaciones; y, para su pesar, ha sido a través de ésta que, al parecer, se ha enterado de la denuncia que se hace en su contra.
A estas alturas, parece que nos enfrentamos a una tragedia, y solo nos hace falta conocer el desenlace, es decir, quién es el héroe y quién el villano.
Eugenio Guzmán
Decano Facultad de Gobierno UDD