Frente a un Congreso con mayoría opositora, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, presentó oficialmente la primera ley de Presupuestos del Gobierno. Con eso, dio inicio a una discusión parlamentaria de dos meses que, más allá de los números, es la mejor oportunidad para que el Ejecutivo logre los vasos comunicantes que requiere en la oposición para darle viabilidad parlamentaria a sus proyectos de reformas, las verdaderas batallas de fondo. Más aún, cuando la discusión del salario mínimo ya mostró a una oposición dispuesta a entorpecer las propuestas del Gobierno.
Analistas políticos concuerdan en que la instancia puede ser un catalizador que permita la consecución de acuerdos para las reformas más estructurales, como la tributaria —en pausa mientras se discute el Presupuesto— y la previsional, que debería entrar al Congreso este mes.
“Efectivamente, el Presupuesto es una oportunidad de avanzar a un ambiente político para llegar a acuerdos legislativos”, dice el abogado UDI y ex integrante del comando de Piñera, Gonzalo Cordero. “No hay otra alternativa que el acuerdo en la Ley de Presupuestos y un buen acuerdo genera un ambiente que es indudablemente beneficioso para el Gobierno por las reformas que vienen”, agrega.
“Puede ser una buena señal para el Gobierno”
Si hay voluntad de diálogo entre oposición y oficialismo en el presupuesto, el ambiente político para analizar el proyecto de Modernización Tributaria puede mejorar, explica Jorge Rodríguez Cabello, investigador asociado del Observatorio de Gasto Fiscal y asesor de la DC para la discusión impositiva. “Puede ser una buena señal y una oportunidad para el Gobierno”, agrega.
Además, dice que es positivo que el debate presupuestario posponga la discusión por la reforma tributaria. “Les da tiempo a los equipos técnicos, sobre todo de oposición, de analizar en profundidad el proyecto. Y ayuda a que tengan posturas más detalladas de los distintos temas”, agrega.
La discusión por la Ley de Presupuestos, además, puede ser una instancia de negociación previa a la que se realizará con las reformas, dice Eugenio Guzmán, decano de la Facultad de Gobierno UDD. “Se puede usar como instrumento para facilitar acuerdos en las reformas que impulsa el Ejecutivo”, dice Guzmán. “Hay parlamentarios que están muy al día de ciertas áreas sensibles a sus regiones o a sus grupos de interés. Y que obviamente van a tratar de ver cuánto les afecta o no cada cambio en el Presupuesto”, agrega. Los congresistas, por su parte, dicen que no se debe mezclar la discusión del Presupuesto con las reformas que impulsa el Ejecutivo. “No debería contaminarse con otras discusiones legislativas. La reforma tributaria y previsional son estructurales con efectos muy diferentes y que no son sólo para un año”, dice el senador PPD Ricardo Lagos Weber.
El diputado UDI Patricio Melero concuerda: “No es conveniente que la discusión del presupuesto se utilice como moneda de canje respecto de las reformas tributaria y previsional”. Sin embargo, admite que puede ser una instancia de acercamiento entre el Ejecutivo y la oposición.
¿Un nuevo salario mínimo?
“No queremos que pase lo que sucedió con el salario mínimo”, advierte el diputado DC Pablo Lorenzini. “Hay que intentar acercar posiciones, todo ha estado muy blanco o negro”, agrega.
Lorenzini no quiere que se repita el gallito que ocurrió con el salario mínimo, cuando el Gobierno envió un veto presidencial a lo aprobado en el Congreso. Esto llevó a que la oposición se uniera, desde el Frente Amplio hasta la Democracia Cristiana, y que, incluso, discutieran rechazar la idea de legislar el proyecto de Modernización Tributaria. El también presidente de la comisión de Hacienda de la Cámara, en todo caso dice que existe una actitud diferente en el ministro del ramo, Felipe Larraín, con quien se reunió el lunes previo a la presentación del presupuesto. “Lo vi más abierto”, explica.
Y en la oposición también se estaría viendo un cambio. “Evidentemente ambos sectores, al menos en teoría, están en un pie más colaborativo”, dice Guzmán, de la UDD. “La discusión del salario mínimo fue un choque de trenes en el que nadie ganó. El único efecto positivo es que bajaron la presión: por fin se produjo el enfrentamiento y, al producirse, quedó más calmada la situación”, agrega.
Pero advierte que hasta ahora la disposición a negociar ha estado sólo en palabras. “Lo vamos a ver en las próximas semanas. Cuando se anunció el Presupuesto salieron voces diciendo que iban a fiscalizar que no se corten programas. Ya hubo una advertencia”, agrega.