La publicación periódica de estudios de opinión pública ha introducido tensión al quehacer político y también en cómo los medios de comunicación los informan. ¿Cómo se confeccionan estas mediciones? ¿Qué tanto nos podemos fiar de ellas? ¿Es posible sacar conclusiones precisas luego de su análisis?
Independiente de su posición política, ¿Usted aprueba o desaprueba la forma como Sebastián Piñera está conduciendo su gobierno? La pregunta encabeza la esperada encuesta política que semana a semana publica la empresa Cadem y cuyo resultado marca, casi a modo de raiting online , los niveles de apoyo que logra el Presidente entre la ciudadanía. A lo largo de estos primeros siete meses y medio de gobierno, los resultados semanales han sido medianamente estables para Sebastián Piñera, rondando entre el 44% y el 60% de aprobación. Sin embargo, hubo dos semanas críticas en septiembre, donde el porcentaje de desaprobación a la gestión del Mandatario superó sus niveles de apoyo. Así, en la medición publicada el 10 de septiembre, Cadem fijó la desaprobación a Piñera en 44%, mientras que la aprobación se ubicó en el 42%. En el periodo siguiente, dado a conocer el 17 del mes pasado, la desaprobación se mantuvo en el 44% mientras que el apoyo subió a 43%.
Cadem: Aprobación de Piñera 2018
Durante esos quince días, los diversos medios de prensa repitieron una y otra vez el complicado momento por el que atravesaba el gobierno de Sebastián Piñera. La Oposición disparó sin contemplaciones y el oficialismo encendió las alarmas: había que hacer algo para revertir estos resultados. Varios expertos en estudios de opinión consultados por PAUTA coinciden en que esos números estaban lejos de ser alarmantes, además de ser poco significativos estadísticamente hablando. Sin embargo, reconocen que es un hecho que la publicación periódica de este tipo de sondeos ha estresado al mundo político, al tiempo que han influido fuertemente en cómo los medios de comunicación generan pautas a partir de los resultados obtenidos.
Noticia versus realidad
Andrés Scherman, director de Magíster en Comunicación de la Universidad Diego Portales (UDP), apunta: “Claramente, las encuestas predisponen el desempeño de los actores políticos y también la cobertura periodística, la que muchas veces destaca resultados a sabiendas de que estos se encuentran dentro del margen de error y, por lo tanto, no son estadísticamente relevantes”. Asimismo, Ricardo González, coordinador del área de Opinión Pública del CEP, agrega que las fluctuaciones en el nivel de apoyo a la figura presidencial que publican este tipo de mediciones periódicas se han dado, por lo general, dentro del margen de error, por lo que no se trata de variaciones significativas. “Obviamente que el nivel de desaprobación supere al de aprobación puede ser noticioso, pero es necesario juzgar la calidad del termómetro antes de hacer interpretaciones muy categóricas”, enfatiza. “Una aprobación presidencial en torno al 40% es bastante bueno, eso a nivel mundial. Aspirar a más puede, en algunos casos, llevar a que los gobiernos traicionen sus propias ideas y eso a la larga también trae problemas”, advierte Cristián Valdivieso, director y fundador de CRITERIA Research. Pero más allá de estos razonamientos, los vaivenes continúan y hoy en La Moneda respiran nuevamente más tranquilos. En el sondeo conocido el 8 de octubre, el apoyo a la conducción de Piñera alcanzó el 51% , el mismo porcentaje obtenido por el Mandatario durante la primera semana de su gobierno. Tras este resultado estaría el contundente fallo de la Corte de La Haya que favoreció a Chile ante la demanda boliviana; así al menos lo interpretó la prensa y diversos analistas de la actualidad nacional.
¿Transparencia o caos?
El 2006 marcó un hito en el tema de encuestas a nivel país. Ese año, GfK Adimark comenzó a publicar mensualmente una encuesta con temáticas políticas. Con aquella innovación mucha de los datos que hasta entonces solo manejaban los gobiernos se hicieron conocidos para la opinión pública. “A más información mayor es el caos y, claro, los medios de comunicación estaban felices porque nacía un nuevo suministro de noticias”, recuerda un reconocido cientista político.
El mismo profesional agrega que el segundo shock llegó en 2014, cuando Cadem estrenó su sondeo público semanal. “Desde entonces, semana a semana el país ha sido testigo de las subidas y bajadas de Michelle Bachelet en su segunda administración y desde marzo lo mismo con Piñera. Variaciones que a veces fluctúan en apenas uno o dos puntos porcentuales, bastante menores que el margen de error situado entre los +/- 3 y +/- 4 puntos. La situación es casi esquizofrénica”, añade un ingeniero experto en encuestas. Roberto Izikson, director y gerente de Asuntos Públicos y Estudios Cuantitativos de Cadem, asegura que la encuesta que publica semanalmente su empresa tiene como objetivo aportar al debate ciudadano, entregando a la opinión pública la información disponible en materia política. “Entre más encuestas se publiquen mejor, eso aporta a la transparencia del sistema”, asegura. En su página web, Cadem explicita la ficha técnica de su famosa encuesta. Se trata de un sondeo telefónico aplicado a través de sistema Cati a celulares de prepago y postpago. El universo encuestado incluye a hombres y mujeres mayores de 18 años, habitantes de las 15 regiones del país. El muestreo es probabilístico con selección aleatoria de individuos y estratificado previamente por región. La muestra incluye, en promedio, 700 casos, con un margen de error de +/- 3,7 puntos porcentuales al 95% de confianza. En el caso de la encuesta publicada el 8 de octubre pasado, para lograr los 707 casos efectivos se realizaron un total de 3.480 llamados, lo que representa una tasa éxito de 20%. Entre los expertos una tasa de éxito cercana al 20% es aceptable. En Estados Unidos muchos de estos estudios logran una tasa de éxito no superior a un dígito. Con todo, no es el único elemento que se debe tener en cuenta, aseguran. “Hay un problema en cómo se informan estos sondeos. La información técnica disponible es insuficiente. No sabemos bien cómo calculan el margen de error. Tampoco hay datos sobre la forma en que se diseña el cuestionario ni la forma en que se selecciona la muestra”, argumenta Ricardo González del CEP. Estos cuestionamientos no corren solo para la Cadem. González también tiene reparos sobre algunos estudios de panel, sobre todo aquellos que trabajan con cuotas, como la encuesta política mensual que publica CRITERIA Research: “Hay poca claridad sobre la selección de la muestra, pues no existe un reporte acucioso de cómo eligen a sus encuestados. Además, en los estudios por cuotas resulta muy complejo establecer el margen de error, lo que puede incidir en la interpretación de los datos”. Cristián Valdivieso, director de CRITERIA, asegura que su encuesta se trata de un estudio cuantitativo, no probabilístico a través de la aplicación de encuestas autoadministradas mediante el uso de un panel certificado de acceso online. “Funciona como una gran bolsa desde la cual se extraen aleatoriamente casos. Aunque no siempre son los mismos casos, el sistema opera como una especie de tracking de gente similar”. Valdivieso agrega que los estudios mensuales logran establecer tendencias con mayor fidelidad que los sondeos semanales. “La encuesta semanal funciona como una foto noticiosa, pero poco sustantiva, lo que llega rápido, rápido también se va. No hay tendencia, hay raiting ”.
En la página web de CRITERIA se establece que su encuesta es un muestreo aleatorio estratificado por cuotas. “El muestreo es una aproximación al método probabilístico, ya que toma una muestra aleatoria estratificada del panel online cuya distribución comporta ciertas desviaciones a la población. Si fuera probabilística el error muestral sería de +/- 3,5% bajo supuesto de varianza máxima y un 95% de confianza”, consigna. Según Andrés Sherman, esta definición confunde: “Este no es un panel probabilístico y los estudios de cuotas de por sí no pueden calcular márgenes de error. Esto no es malo per se , pero es importante dejarlo claro”, acota el académico de la UDP. Con todo, y más allá de la falta de información metodológica que ronda las mediciones más consultadas por la opinión pública en la actualidad, Ricardo González del CEP valora que en general estos sondeos muestran trayectorias similares: “Pese a que utilizan metodologías muy diferentes entre sí, los estudios logran resultados similares y eso da una señal de que por lo menos existe alguna precisión en las tendencias que se producen en la coyuntura”.
Un mundo de interpretaciones
Las encuestas no son un fenómeno nuevo en el mundo político chileno. “A partir de la campaña para el Plebiscito de 1988, se han usado muchísimos las encuestas y los focus group para tomar decisiones políticas. A partir de 1990, todos los gobiernos han contratado empresas externas de estudios de opinión que entregan mediciones sobre diversas temáticas, las cuales son complementadas con los estudios que producen los propios equipos internos de gobierno”, explica Andrés Scherman. Empresas de opinión pública como Feedback, GfK Adimark, Go Research, Subjetiva y la propia Cadem, entre otras, han elaborado a través de los años estudios de opinión para los distintos gobiernos de Patricio Aylwin, Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y la primera administración de Sebastián Piñera. La modalidad se repitió de mandato en mandato y básicamente consistía en la entrega de sondeos confidenciales sobre temáticas específicas, los cuales solo podían ser revelados a la ciudadanía una vez que el gobierno en cuestión finalizaba. Pero el modelo de la actual administración Piñera es distinto y de alguna manera emula el modelo impuesto por Cadem con sondeos semanales. De esta forma, la Secom, encabezada por el psicólogo y experto en big data Jorge Selume, firmó un contrato anual con la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo (UDD) para que elabore y entregue una encuesta semanal -y confidencial- para La Moneda. El objetivo de esta encuesta es hacer un seguimiento periódico de las percepciones y prioridades ciudadanas. Temas como seguridad, trabajo o crecimiento económico son evaluados en todas las mediciones. Sin embargo, cuando la contingencia lo amerita, también se integran otras preguntas. Así ocurrió hace algún tiempo con la irrupción del movimiento feminista o la ley de identidad de género o en la actualidad con el Fallo de la Haya o el Plan Impulso Araucanía. A este estudio semanal, que se hace a través de un sistema de paneles estables con preguntas que se envían por mensaje de texto, se suman un par de focus group específicos que el gobierno ha solicitado a Cadem y a GfK Adimark. El Gobierno de Piñera ha contratado a tres encuestadoras por un total de $ 62 millones. El acuerdo más importante lo tiene con la Facultad de Gobierno de la UDD, que le confecciona un sondeo semanal. “Es sabido que al Presidente Piñera le gusta mucho manejar al detalle las encuestas, incluso cuando creó la Fundación Futuro puso un especial acento en la formulación de mediciones de opinión pública. Tiene manejo y conocimiento en esta materia, pero es bastante celoso a la hora determinar la circulación propia de la información que entregan estos instrumentos”, cuenta un académico con amplia experiencia en el manejo de encuestas gubernamentales. “A Piñera le interesan muchos estos sondeos porque está convencido que necesita del apoyo ciudadano para llevar con éxito su gobierno, básicamente porque no cuenta con mayoría en el Congreso y siempre está muy expuesto al fuego amigo”, reflexiona Cristián Valdivieso. Eugenio Guzmán, decano de la Facultad de Gobierno de la UDD, aporta otros elementos en esta línea: “En un sistema democrático muchas cosas se deciden en función de lo que piensan o cómo votan los ciudadanos. Por lo tanto, los actores políticos buscan esta información en las encuestas. Pero estas mediciones debieran ser la herramienta no el fin, el instrumento no puede reemplazar a la prudencia política necesaria para leer bien la información y tomar decisiones”. De ahí que el modo en que se analizan los resultados tampoco es inocuo. “Me llama la atención cómo los medios de comunicación y también algunas empresas de opinión pública sacan conclusiones a partir de las respuestas de la muestra. Obtener efectos causales es muy complicado ya que son multifactoriales”, asegura Sherman, quien agrega que los datos transversales de una sola encuesta no pueden establecer causales. “Para establecer relaciones causales, por ejemplo, que Piñera subió su desaprobación por la baja en las expectativas económicas entre los ciudadanos, se necesitaría un análisis de regresión. Este tipo de estudios puede establecer cuál es la relación estadística de un conjunto de variables independientes y una dependiente. La otra forma es a través de un estudio de panel probabilístico como el que confecciona la UDD para el Gobierno de Piñera”, aclara Sherman. Valdivieso matiza esta visión y explica que se pueden lograr conclusiones bastante acertadas al mirar y comparar preguntas específicas que incluyen en su cuestionario. “Tenemos preguntas abiertas que no siempre se publican y que nos permiten hacer algunas correlaciones con interrogantes más específicas”, concluye. El senador RN no cree que sea aprobado el proyecto pues «las señales que ha dado la oposición es negar la sal y el agua». El diputado DC espera que el proyecto no solo incluya la dictadura de Pinochet, sino también otro tipo de regímenes. Ambos jefes de Estado se reunirán este sábado en el Vaticano en completa reserva. Se espera que conversen a solas durante media hora. La agenda de temas es abierta e incluirá la crisis que vive la Iglesia chilena en la actualidad. El estreno del nuevo espacio de coordinación política opositora no ha estado exento de polémica. A las acusaciones de desconocimiento se suman posibles vetos. Desde el PS golpean la mesa: «No aceptaremos exclusiones», afirma un importante dirigente.