ESTA NO ES LA PREGUNTA QUE DEBIERAMOS HACERNOS; EL PROBLEMA SON LAS EXPECTATIVAS QUE NOS HACEMOS A PARTIR DE LA REPUTACIÓN QUE LES ASIGNAMOS.
Es la primera pregunta que surge tras las elecciones. De hecho, no es la primera vez que ocurre. Baste recordar el año pasado con las estimaciones de participación en las elecciones o lo su-cedido en 2009 con las estimaciones de la votación de ME O. Ahora bien, otro factor que contribuye al descontento con la mayoría de las encuestas es el hecho de que tampoco los resultados estaban dentro del margen de error. Más aún, todos mostraban tendencias semejantes en el orden de preferencias; sin embargo, con la excepción de la encuesta Panel Ciudadano-UDD y Criteria Research, Beatriz Sánchez aparecía con una intención de voto muy alejada del resultado electoral.
Luego, cabe preguntarse dónde estuvo el problema. Si bien la técnica de recolección de datos (cara a cara versus telefónica o mixta) y el tipo de muestra (probabilística) tienen incidencia significativa a la hora de estimar resultados (sesgos), la identificación del votante probable es clave y probablemente allí se encuentra el principal problema. ¿Qué significa esto? Básicamente, la fórmula para identificar a los probables votantes requiere la elaboración de una batería de preguntas, además de otras consideraciones tales como la ponderación de los individuos de acuerdo con la comuna donde viven, o la distribución por edad y sexo, lo que no es fácil. Ahora bien, en la medida en que en cada encuesta puede variar -de hecho sucede- el número de votantes probables y no se conoce quiénes cambiaron de opinión, surgen problemas de estimación. Es decir, dos encuestas perfectamente aleatorias podrían presentar variaciones en el número de votantes probables aun cuando representan adecuadamente a toda la población (votantes y no votantes).
Para minimizar este problema una alternativa son los paneles, vale decir, a una misma muestra representativa de la población se le consulta a lo largo del tiempo. Esto permite conocer con más precisión las características de una población y, sobre todo, identificar los cambios en actitudes y preferencias. De ese modo, pueden focalizarse con más precisión las razones de los cambios, volatilidad de las percepciones y, en cierta medida, el impacto que un evento determinado tiene sobre dichas actitudes. Pero en el caso de los votantes probables permite diferenciarlos de los votantes potenciales.
En los casos Panel Ciudadano-UDD y Criteria Research, junto con mo-nitorear los cambios en las percepciones y opiniones de los encuestados, también se acumulaba un conocimiento mucho mayor de dichas percepciones. Luego, ¿fallaron las encuestas políticas? La verdad es que esta no es la pregunta que debiéramos hacernos (todo modelo predictivo puede fallar); el problema son las expectativas que nos hacemos a partir de la reputación que les asignamos. Las encuestas son un instrumento valiosísimo para conocer las preferencias de la población, pero lo que sí queda claro es que las fórmulas para estimar determinados fenómenos obligan a pensar en otros métodos como los paneles.
Eugenio Guzmán
Decano Facultad de Gobierno UDD.