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Réquiem – por Eugenio Guzmán – La Tercera

DESPUÉS DE toda la especulación respecto de lo que debía o no abordar el discurso presidencial o Cuenta Pública, está claro que dos han sido sus ejes centrales. La primera, que se trata de un discurso conservador y la segunda con escaso énfasis político.

¿Por qué? Básicamente, porque en forma permanente se emplea el recurso narrativo de destacar lo que se ha hecho o tal vez lo «extraordinariamente bien» que se han hecho las cosas. Las políticas llevadas a cabo en este periodo insinúan que se trata de un gobierno refundador, el origen de una nueva era. Qué mas claro que las palabras del primer discurso en 2014: «Llevaremos a cabo una profunda reforma educacional, que será financiada por una reforma tributaria, las que unidas a una nueva Constitución, completan las tres grandes transformaciones que llevaremos a cabo en este periodo (…) esto irá de la mano de un esfuerzo importante que haremos como gobierno para enfrentar las necesidades de la vida diaria de las personas». Lo que si bien, no se reedita de igual forma, se insinúa en clave conservadora: hemos hecho muchos avances.

Pero digámoslo con todas sus letras: no podía ser de otro modo. Un réquiem o despedida (sea de lo que sea) es un recordatorio, es un pasado. La pregunta es si éste puede ser proyectado, y la verdad es que aquí entroncamos directamente con la segunda característica, la carencia de elementos políticos.

¿Cómo es esto? Bueno, el énfasis en los logros de un gobierno, tan obvio de destacar en la despedida de éste, adquiere sentido y encendería los ánimos, solo en la medida que se tengan logros políticos que exhibir. En este caso, desafortunadamente para el gobierno estos recursos o logros no están disponibles. Por lo pronto, no hubo primarias, hay dos candidatos, no hay lista parlamentaria, hay una agrupación de partidos de izquierda que aparentemente reeditan las demandas de ME-O en 2009 y que, al menos presidencialmente, parecen debilitar a uno de los candidatos presidenciales, y para más infortunios, llamados a protestas en contra el gobierno, que otrora hacía el PC, y hoy lideran los sectores de izquierda.

Luego, los «logros» que pueden destacarse, en su mejor estilo conservador, ese que se expresa en «lo hicimos bien», pierden fuerza ante la ausencia de elementos políticos que los complementen, los que a su vez no se pueden exhibir precisamente porque no-existen. De allí que, aun cuando es un discurso con arengas, éstas no pueden cristalizarse mas allá del humor momentáneo, porque la realidad política no parece avalarlo.

Ahora bien, ¿los llamados a la unidad y arengas al continuismo pueden reforzarse con la exposición de los «logros»? La verdad es que no. La razón es muy sencilla: tanto en 2006 como en 2014 la tónica fue cierto alejamiento de los partidos, lo que si bien mediáticamente podía ser correcto, políticamente no, pues se renunciaba a lo central de un régimen presidencial, el control o al menos relevancia que debe tener el Ejecutivo sobre los partidos para tener eficacia y eficiencia política.

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