Más allá de las relaciones comerciales inmediatas entre ambos países, la compleja situación política y económica del mayor país sudamericano impacta no sólo a Chile, sino a toda Latinoamérica.
Si bien Venezuela es el país latinoamericano al cual más se asocia con la palabra «crisis» en la prensa internacional, sus graves problemas económicos y su inestabilidad social y política no forman el escenario más preocupante para la economía de la zona. En Brasil, donde el presidente Michel Temer puede ser removido de su cargo vía juicio por presuntos delitos electorales o penales, el escenario es muy complejo en diversos aspectos y la salud política y económica del gigante sudamericano es fundamental para Chile y las Américas.Tras ocho meses de caídas, la economía brasileña creció 1% en el primer trimestre de 2017 y se registró para mayo la menor inflación oficial en 10 años. Pero la realidad del país sigue siendo compleja, por años de sucesiva disminución de su PIB, el daño sufrido en la petrolera estatal Petrobras y la gran inestabilidad política vivida en el país incluso antes del impeachment de Dilma Rousseff en agosto del año pasado.El peso a nivel mundial de Brasil es considerable por su abundancia de recursos naturales en más de 8 millones de kilómetros cuadrados de territorio (poco más de 10 veces mayor que el espacio chileno), por tener el séptimo mayor PIB nominal del mundo (de más de US$ 2,3 billones, casi 10 veces superior al chileno), su población superior a los 200 millones de habitantes (más de 20 millones de ellos en la Gran São Paulo, una de las mayores metrópolis del mundo) y otros factores.
Debido a todo eso, es junto a Argentina son los únicos representantes de Sudamérica en el G-20. Además, es la única nación latinoamericana en el G-4 (alianza entre Brasil Japón, India y Alemania, con el fin de apoyarse mutuamente para alcanzar la representación permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU) y el BRICS, asociación económica y comercial de las cinco mayores economías emergentes del mundo, entre las cuales se encuentra China.Por lo tanto, Brasil es el país latinoamericano de mayor influencia a nivel mundial y, de cierta manera, actúa como una vitrina del subcontinente al mundo.Según el Observatorio de Complejidad Económica (OEC), entidad de datos sobre el comercio internacional, en 2015 Brasil era el quinto mayor importador de productos chilenos en el mundo con un 5% del valor total – lo cual representó US$ 3,29 mil millones. Al mismo tiempo, importó el 7,4% de sus productos extranjeros desde el país de la mayor economía del subcontinente, comprando US$ 4,49 mil millones en productos brasileños.Y pese a la firma de un acuerdo bilateral de cooperación económica y comercial a través del cual, en palabras del canciller Heraldo Muñoz, se creó «un ambiente institucional más propicio para la instalación de empresas en ambos países», World’s Top Exports (que señaló que Brasil gastó US$ 4,7 mil millones de dólares en productos chilenos en el año siguiente) indicó que, para 2016, las importaciones brasileñas de bienes chilenos bajó en US$ 1,8 mil millones – representando el mayor descenso entre todos los países con los cuales mantiene relaciones comerciales.
Sin embargo, según Guillermo Holzmann, académico y analista político internacional de la Asociación Internacional de Ciencia Política (IPSA) y otras entidades, los reveses en ese sentido no son lo más preocupante porque el escenario brasileño puede generar un impacto más allá de Chile y en período más extenso.»El comercio entre Brasil y Chile es el reflejo inmediato, pero a más largo plazo complica las inversiones en nuestro país», plantea Holzmann, ya que explica que «en Latinoamérica el extranjero mira a la realidad de Brasil y México por el tamaño de sus economías, y principalmente a la brasileña, para luego observar a los demás países».»Los inversionistas internacionales buscan rentabilidad, y si las situaciones de México y Brasil generan incertezas, los extranjeros son llevados a mirar con desconfianza a toda América Latina. Ellos pueden pensar que los Estados en esos países pueden disminuir su rentabilidad y, de esa manera, el esfuerzo para atraer inversión extranjera debe ser mucho más intenso», detalla.
Según Jorge Sanz, analista de la Universidad del Desarrollo, esa desconfianza también es agudizada por la corrupción en el mayor país del subcontinente. «La influencia de Brasil en Latinoamérica se da en todo ámbito y, por ejemplo, la empresa Odebrecht (constructora involucrada en esquema de sobornos junto a Petrobras a políticos de Brasil) tiene influencia en casi todos los países de Sudamérica y, por lo tanto, extiende a ellos las consecuencias de sus esquemas ilícitos», sostiene. Y a pesar de la gran abundancia de recursos naturales en las Américas – como la soya en Argentina, el gas natural en Bolivia, el hierro en Brasil y el cobre en Chile y Perú -, Holzmann evalúa que aun así los extranjeros «pueden buscar negocios en algunos países de África, Medio Oriente y Asia». Y destaca que entre otros países, en el continente africano, el Congo y Sudáfrica también producen cobre y, a pesar de tener cantidades considerablemente menores a Chile, la producción nacional podría disminuir junto al aumento de la búsqueda cuprífera en esa zona.Pero es posible que el panorama no sea totalmente sombrío. Como Sanz planteó que la influencia brasileña se ve «en todo ámbito», el impeachment de Dilma y los juicios e investigaciones contra el presidente Michel Temer, parlamentarios y otras figuras políticas del país pueden llegar a ejercer un impacto positivo en sus vecinos. «América Latina ha entrado en un espiral de corrupción y, con lo que está pasando en Brasil, se puede producir un contagio en el lado moral y ético», concluye.
No por nada el presidente argentino, Mauricio Macri, dijo en un encuentro reciente con Michel Temer que «si Brasil estornuda, nosotros tenemos neumonía».
Ver noticia en sitio: http://www.24horas.cl/internacional/como-afecta-a-chile-la-crisis-politica-y-economica-de-brasil-2391589