Más allá del análisis coyuntura que se puede hacer de lo acontecido en la semana sobre la forma en que el Gobierno manejó la movilización de los camioneros, es necesario realizar un análisis más profundo y nos obliga a plantear algunos temas fundamentales de este conflicto.
La relación entre el Pueblo Mapuche y el Estado chileno, desde sus orígenes ha sido compleja, y llena de sobresaltos. Los acontecimientos que se visibilizaron en los medios de comunicación estos últimos días y que tuvo, como punto culmine, la salida del Intendente de la región de la Araucanía y la movilización de los empresarios transportistas desde la Araucanía hasta llegar a La Moneda; son parte de esta larga y conflictiva relación. Más allá del análisis coyuntural que se puede hacer de lo acontecido esta semana sobre la forma en que el gobierno manejó la movilización de los camioneros, es necesario realizar un análisis más profundo y nos obliga a plantear algunos temas fundamentales de este conflicto. Lo primero tiene que ver con que este es un problema político, y que el Estado no lo ha querido enfrentar desde esa arista, tratándolo siempre como un conflicto vinculado a un tema campesino, a tenencia de tierra y a la pobreza de la zona e implementando en este sentido una serie de políticas públicas de tipo asistencialista, pero que no logran solucionar el problema de fondo.
El problema de fondo; más allá de los temas de pobreza, de tenencia de tierras y de los conflictos de las comunidades con los diferentes sectores productivos, es que las demandas del Pueblo Mapuche interpelan la misma idea del Estado nacional: la identidad nacional. La demanda principal tiene que ver con el “Reconocimiento”; el reconocer la existencia de un “otro” distinto; de una nación diferente a la chilena y que el Estado ha silenciado sistemáticamente, negando la diversidad cultural, que no solo implica el silencio de la cultura mapuche, sino que también de los otros pueblos que conviven con el pueblo chileno: Rapa – nui, Quechuas, Kawesqar, Aymara, etc.
La violencia que se vive en el territorio Mapuche (y por territorio Mapuche no solo hay que considerar a la Araucanía, sino que también gran parte de Biobío) no solo es violencia física, sino que además una violencia simbólica que está asociada a esta falta de reconocimiento, que se ejerce de manera soterrada y que se ha naturalizado en la sociedad chilena. Es por ello que las soluciones a este conflicto no solo pasan por la implementación de políticas públicas que deben de entenderse en una realidad de interculturalidad y no solo como asistencialistas, sino que pasa por el reconocimiento de la diversidad y eso se traduce en un Chile Plurinacional. Parafraseando a un independentista catalán: ¿Tan complicado es entender que la unión voluntaria solamente es posible si se produce un igual reconocimiento para todos con su identidad de origen? El sentimiento de pertenencia compartido surge cuando existe esta igualdad, y no la imposición de una cultura y lengua sobre las demás.
Parece que aún nos queda recorrer un largo camino para esto…
Columna publicada el 30/08/2015 en El Diario de Concepción