Hemos visto los alegatos en la Corte de La Haya, esta vez con Bolivia, e independiente de la valoración que uno tenga del Tribunal, hemos visto importantes exposiciones que buscan con diferentes métodos y lineas argumentales imponer sus ideas.
Lo que se discutía era la competencia de la Corte y Chile orientó su defensa en demostrar que la Corte no tiene competencia fundamentalmente porque el problema está resuelto a través de un Tratado vigente hasta hoy. Bolivia hizo esfuerzos muy originales en el lenguaje para demostrar que Chile le prometió condiciones que no ha cumplido. Son temas distintos que un juez quiso centrar pidiendo que Bolivia indicara una fecha en que Chile prometiera soberanía y nos enteramos que «esa fecha mágica no existe», que es un camino lleno de promesas que no hemos cumplido. Fue tan extraña la posición de Bolivia que la Corte hizo una nueva pregunta a las partes destinada a establecer desde qué perspectiva está discutiendo cada uno.
Puede ser peligroso que la Corte relativice el concepto de soberanía y encontrarnos con alguna sorpresa pero también puede ser el comienzo del fin para Bolivia, Evo y su demanda. Le propondría a Evo que determine cuál es el mínimo aceptable para Bolivia en una negociación y saber de una vez ¿qué es lo que quiere? O confirmar de una vez que es un slogan político.
Carta publicada en Diario Financiero 12/05/2015