En efecto, en sus primeros días del gobierno la Presidenta Bachelet mostró una mayor afinidad ideológica con los países del Atlántico y en especial con el MERCOSUR, producto de que en su anterior gobierno priorizó a dichos actores, haciendo cuestionar su compromiso con los gobiernos de los miembros de la Alianza del Pacífico: Perú, Colombia, y México
De acuerdo al Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet, el objetivo principal de la política exterior de su actual gobierno ha sido “fortalecer la participación del país en los distintos mecanismos de integración actualmente existentes en América Latina y, en especial en América del Sur” para jugar un papel de promotor de la convergencia regional que construya compromisos vinculantes de integración en la región.
En el cumplimiento de este objetivo ha habido dos hechos relevantes en su primer año. Uno es la relación de Chile con los países vecinos donde los resultados han sido más bien negativos en cuanto tenemos la demanda de Bolivia ante la Corte Internacional de la Haya, y los problemas con Perú por las acusaciones de espionaje. Ambos hechos han estado acompañados por declaraciones cruzadas de ambas Cancillerías a través de la prensa lo que ha enturbiado aún más la relación en otros temas de la agenda paralela. Y el segundo, es la participación de Chile en la Alianza del Pacífico, instancia a la cual si bien el país se incorpora durante el gobierno de Sebastián Piñera, el actual gobierno ha querido dar su sello propio a esta participación el que ha generado algunas contradicciones y críticas al mismo.
En efecto, en sus primeros días del gobierno la Presidenta Bachelet mostró una mayor afinidad ideológica con los países del Atlántico y en especial con el MERCOSUR, producto de que en su anterior gobierno priorizó a dichos actores, haciendo cuestionar su compromiso con los gobiernos de los miembros de la Alianza del Pacífico: Perú, Colombia, y México. Sin embargo, con el paso del tiempo su Cancillería ha logrado disipar dudas sobre su compromiso con el proyecto de la Alianza del Pacífico, aunque tomando la iniciativa de acercar al nuevo bloque con la región, como se vio en su IX Cumbre realizada el 20 de Junio del 2014, donde Bachelet remarcó la necesidad de que la Alianza del Pacífico logre mayores niveles de convergencia con el MERCOSUR y los países del Atlántico.
Dicha posición se puede observar en las palabras del Canciller Heraldo Muñoz: “No quisiéramos que la Alianza del Pacífico sea concebida como una suerte de bloque político excluyente, que se contraponga al Atlántico. Este no es un bloque de los librecambistas y eficientes, versus los estatistas ineficientes. Debemos tener respeto por los países del Atlántico y buscar convergencia en la diversidad” (El Mercurio, 2014). Siguiendo esa línea, en palabras de Michelle Bachelet, “más allá de las legítimas diferencias, es perfectamente posible alcanzar niveles de convergencia entre los países de la Alianza y el MERCOSUR, entre el Atlántico y el Pacífico. No sólo es posible: es también necesario”. Con este nuevo rumbo, tanto la Presidenta como el Canciller han respaldado la idea de mantenerse firmes a los compromisos establecidos dentro de la Alianza del Pacífico. En el Seminario “Diálogo sobre integración regional Alianza del Pacífico-Mercosur” de diciembre de 2014 en Santiago, se concluyó que es posible buscar la convergencia en decisiones y regulaciones en cuanto a temas como la facilitación de comercio, la acumulación de origen, la política industrial, la movilidad de personas, el desarrollo energético, el turismo, todo esto en la dinámica intra bloque. Asimismo, se concluyó que también puede haber una aproximación conjunta entre Mercosur y la Alianza del Pacífico en su relación con el Asia Pacífico. No obstante, la idea de la convergencia todavía queda a nivel de buenas intenciones sin haber un acercamiento real entre la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR, debilitando el sello “Atlántico” del gobierno chileno.
Publicada en La Lupa del Cumplimiento.