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«El Simce y la calidad» por Federico Valdés Lafontaine

Como un rito, este año se dieron a conocer los resultados del Simce, nuestra medí ción de la calidad de la educación escolar. Sin mucha novedad, vino a ratificar la im portante distancia que se produce entre los resultados de los distintos grupos socioe conómicos, ratificando el mal estado de la educación municipal, donde mayoritaria mente asisten las familias más vulnerables.

Hay dos situaciones que a cualquier persona que se interese por la educación de nuestros niños debiera preocupar, sin duda. La primera, que con fuerza se empieza a escuchar en diferentes actores sociales, es la crítica al instrumento de medición, como sí fuera el Simce la causa de los malos resultados y no sólo el termómetro que advierte ante lo que evidentemente viene funcionando mal.

Esto se hace grave cuando son sectores académicos los que avalan las críticas y, pe or aún, si la autoridad política valida que los resultados del Simce no permitirían tomar decisiones públicas o, a los propios colegios, adoptar estrategias para mejorar.

Sin entrar en el debate técnico de que todo instrumento que busca medir la educa ción siempre será parcial y perfectible, creo que lo único peor que un indicador im perfecto sería la ausencia total de evaluación del proceso educativo realizado por los diferentes establecimientos.

El Simce es una herramienta útil que permite conocer el avance y mejora que los alumnos y los profesores tienen en el tiempo, o la ausencia de la misma. No es, por supuesto, el único elemento a tener en vista, pero es un indicador valioso que nos permite mirar en perspectiva el estado de nuestro sistema educativo, y que si los resultados se han estancado en general, y las brechas entre establecimientos públicos y pri vados con y sin subvención se mantienen, la reacción natural debiera ser una profunda y completa revisión de lo que está fallando en la educación, y no esconder el instrumento.

Lo segundo que debiera preocupamos es poner el foco de la discusión en el lugar correcto. Así vemos que este año, por ejemplo, se evaluaron los liceos bicentenarios establecimientos públicos con el desafío de la excelencia académica como un objetivo declarado.

De hecho, como Universidad del Desarrollo, a través de nuestra Facultad de Educación, tenemos vina alianza con el Liceo Bicentenario de la comuna de Puente Alto, y me imagino, como todos los que han participado de estos proyectos educativos a lo largo del país, nos sentimos orgullosos de los resultados obtenidos por los alumnos y profesores que participan de ellos, pero, sobre todo por demostrar que la cooperación público-privada, es capaz de producir grandes resultados en beneficio de todos.

Esto se hace grave cuando son sectores académicos los que avalan las críticas y, peor aún, si la autoridad valida que los resultados del Simce no permitirían tomar decisiones públicas.

20/06/2014

Facultad de Gobierno
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