La firma del nuevo proyecto de reforma al sistema electoral chileno realiza una ingeniería electoral que podría tener resultados ambiguos.
Uno de los problemas detectados es la restructuración de los distritos y su efecto sobre la participación, pues esta formulación mixta de disminuir los distritos -alejando a los parlamentarios de sus electores- y aumentar el número de escaños -aumentando teóricamente las opciones entre los cuales los ciudadanos pueden elegir- son señales ambiguas frente a un tópico tan relevante como éste.
En primer lugar se debe precisar que la literatura no ha dado señales claras de que un modelo de mayoría o proporcional genere un aumento en la participación, mientras en segundo término está ampliamente estudiado el efecto de la competencia como estímulo a la misma. El problema radica en si esta reforma incentiva la competencia, o simplemente mantendría el status quo, realizando un flaco favor a un problema normativo como es la participación.
Otra arista relevante es la complejidad del sistema propuesto, pues un sistema como el proporcional podría aumentar el costo de informarse, disminuyendo ostensiblemente la probabilidad de que un sujeto ejerza su voto.
Así, nuestra clase política debiese pensar detenidamente los efectos que podría generar la aplicación de esta reforma, a fin de evitar situaciones que vayan en directo desmedro de nuestra salud democrática, pues finalmente la pregunta central es ¿qué país queremos construir a partir del sistema electoral propuesto?
05/05/2014
Facultad de Gobierno
Carrera de Ciencia Política y Políticas Públicas
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