Frente a la evidente falta de diálogo que ha impuesto la Nueva Mayoría, cabe destacar algunos aspectos de una dialéctica subyacente que se resume así: «Si no estás conmigo, estás contra mí». De esta forma se construyen diversos razonamientos: «La reforma tributaria acabará con la desigualdad». «Estás en contra de legislar esta reforma tributaria». «Estás a favor de la desigualdad». «Yo soy bueno, tú eres malo». Falacias como estas son recurrentes, y se suman al posicionamiento de conceptos equívocos como claros, y de explicaciones causales obvias, pero falsas. «La igualdad es justa»; o «la política tributaria tiene por objetivo redistribuir (y no proveer de bienes públicos)». O simplemente negar la existencia de la clase media por medio de un estudio comparado sui generis (ojalá con algún país nórdico OCDE).
En este contexto, lo más difícil de combatir de la perversión de la sofística, es que muchas veces su contraparte -la verdad- no es persuasiva y, en cambio, la realidad es algo fácil de ocultar con discursos rimbombantes y leyes ilegibles. Por lo mismo quizá frente a esta hegemonía cultural que promueve ideas igualitarias sin matices ni evaluaciones técnicas se haga conveniente no negociar. La Nueva Mayoría cuenta con los votos para llevar adelante su programa.
No olvidemos que mañana los que hoy garantizan un mayor bienestar tendrán que rendir cuentas y no vayan entonces, frente a un eventual declive económico, a esgrimir como argumento que esta política sí fue fruto de un diálogo inclusivo.
28/04/2014
Facultad de Gobierno
Carrera de Ciencia Política y Políticas Públicas
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