En la medida que se acerca la fecha del fallo de La Haya, las posiciones de nuestros dirigentes también se acercan a una sensación que podría describirse como «hice todo y ya no importa». Sin que esto sea una caza de brujas, es necesario revisar los procedimientos en nuestra Cancillería y asumir que Perú dio señales de que esto pasaría y no las vimos o no les dimos importancia. Esto se acerca a la doctrina de que un pedazo más o un pedazo menos da lo mismo, y por ello nos encontramos esperando el resultado de la peor negociación de la historia. Creo que ganaremos pero por la fuerza argumentativa de los hechos, los usos y costumbres históricas, y una reacción tardía y obligada de la Cancillería para constituir un equipo que nos defendiera a un costo millonario, contra lo que debió ser una oportuna acción del Estado de Chile para superar el problema.

Esto se suma a una política de «cuerdas paralelas» en que negociamos y acordamos con quien nos inventó un problema para llevarnos a un tribunal intentando demostrar que el caso no existe o que no es importante.

Ojalá algún día nuestras cuestiones internacionales sean algo más que negociar un TLC y se tomen con la seriedad que corresponde profesionalizando de una vez a nuestra Cancillería.

Publicado en diario La Tercera el 17 de Enero del 2014.

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