Nuestra premisa fundamental era que muchas empresas tienen instalados sistemas de gestión de innovación pero han descuidado la «gestión de la creatividad», la generación de ideas y aportes por parte de los empleados que conduzcan a innovación. El síndrome del buzón de sugerencias vacío es más común de lo que muchos creen y la frustración de los directores de innovación es creciente.
Obviamente este concepto sugiere una serie de preguntas, partiendo por la más obvia: ¿cómo crear una cultura creativa en la empresa? Desde esta humilde tribuna intentaremos dar algunas ideas. Sea original: una cultura creativa debe surgir de lo más propio que tenga una institución. Debe ser un fiel reflejo de su filosofía y sus valores. No sirve importarla o copiarla de la competencia, pues cada organización es distinta. ¿Su organización es jerárquica y tradicional? No espere que se comporten como Google y que cada empleado tenga iniciativa y autodeterminación. ¿Es poco tecnológica? Ofrezca pos-its y plumones para las ideas, y no espere que Twitter o el muro de Facebook sean la solución. ¿No se habla mucho inglés? No los atormente con conceptos como brainstorming.
Inclúyalos desde el principio en las iniciativas y permítales generar sus propias ideas. Viva y exprésela continuamente: es importante tenerla escrita y pegada en la pared, pero más fundamental es vivirla. Si bien al principio puede parecer fingido o forzado, es fundamental que los empleados la adopten. Ideal si cuando llegan invitados o externos no entienden el comportamiento de su equipo; felicitaciones, ¡usted ha creado un culto! Mida y evalúe: promover una cultura creativa no es una buena idea en sí misma. Es fundamental capturar el efecto y los resultados que una medida así genera, para de esta manera corregir y mejorar las distintas iniciativas. O El autor es director innovación FEN-UDD.
Publicado en diario Pulso el 6 de mayo del 2013