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Cómo la centroderecha debe acometer el desafío de la carrera presidencial

«La postergación de intereses personales inmediatos por otros de largo plazo» Eugenio Guzman, decano Facultad de Gobierno U. del Desarrollo

Una primera aproximación consiste en identificar los conceptos e ideas centrales que son promovidas por sus principales intelectuales, y otra, las razones con las que se identifica el electorado en general y especialmente los que votan por quienes las representan. Entre ambas aproximaciones hay una distancia no poco despreciable. Los electores responden a ideas muy generales, no necesariamente coherentes unas de otras, empapadas de otras consideraciones que en muchos casos obedecen a sus historias de vida especialmente sus evaluaciones éticas y psicológicas de la realidad social. Pero también, por lo mismo, entran en juego intereses particulares y colectivos.

De cualquier modo, algunos derroteros tienen que ver con principios, tales como la autonomía y responsabilidad individual, el orden, la seguridad y el respeto por la tradición, los que se combinan y dan lugar a criterios o guías para evaluar nuestras decisiones políticas. Por ejemplo, estamos dispuestos a sacrificar autonomía individual para obtener seguridad, la que por contradictorio nos parezca nos provee de mayor libertad, por lo pronto, para el ejercicio de nuestros derechos. Otro ejemplo lo constituye el hecho de respetar las tradiciones para de ese modo asegurar una convivencia mejor, lo que implica sacrificar cierta autonomía y es lo que ocurre cuando aceptamos la libertad de culto. Por último, el logro de metas comunes requiere en muchos casos la subordinación a la guía de otros, lo que nos resta autonomía, sin embargo, este es un imperativo práctico que nos ayuda a todos.

Sin perjuicio de lo anterior, el éxito de un partido o coalición no se conjuga solamente en la confluencia de principios condición básica o necesaria, no obstante, supone la disposición a cooperar y realizar acuerdos. Y, más importante aún, la postergación de intereses personales inmediatos por otros de largo plazo.

En el caso de la derecha chilena, esta capacidad es deficitaria. Ciertamente, la miopía no es patrimonio de la derecha sin embargo, la ausencia de reglas e instituciones para resolver sus conflictos y los límites a lo que es aceptable en una competencia es esencial. No se trata de racionalidad pura, eso no existe, sino de entender que nuestras emociones deben tener una explicación razonable y aceptada por los otros, especialmente, quienes se conducen con nosotros.

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Publicado en diario El Mercurio el 2 de mayo del 2013.