El estudio, desarrollado por Pedro Ávila, Carlos Rodríguez-Sickert y Ricardo Guzmán, propone un modelo basado en agentes que explica cómo las personas alinean sus posturas políticas sociales y económicas, y cómo ese proceso puede generar polarización incluso sin fuerzas polarizantes explícitas.
¿Cómo se forman las opiniones políticas? ¿Por qué tendemos a adoptar posturas coherentes entre lo social y lo económico, y cómo esa coherencia puede llevar a una creciente polarización en las sociedades? Estas son algunas de las preguntas que aborda el reciente estudio desarrollado por investigadores del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) de la Facultad de Gobierno UDD.
El artículo, titulado “An Agent-Based Model of Issue Alignment and Polarization Based on the Menu-Independent and Menu-Dependent Influences Model”, fue elaborado por Pedro Ávila, Carlos Rodríguez-Sickert y Ricardo Guzmán, y publicado en el Journal of Artificial Societies and Social Simulation (JASSS), revista de referencia en simulación social y “sociedades artificiales”, clasificada como Q1 por el Journal Citation Reports™ en la categoría Social Sciences, Interdisciplinary.
La principal innovación del modelo es que logra explicar la polarización ideológica sin necesidad de recurrir a factores como la homofilia, el rechazo entre grupos o la radicalización, que suelen ser incluidos en otros estudios similares. “Lo interesante es que la polarización no surge por fuerzas de choque, sino por mecanismos de influencia social que, en principio, son de tipo asimilativo”, explica Ricardo Guzmán, corresponding author del estudio.
El modelo se basa en una teoría psicológica denominada Menu-Independent and Menu-Dependent Influences Model (MIDI), que postula que las personas con una alta necesidad de seguridad tienden a adoptar posturas conservadoras en lo social y de izquierda en lo económico, mientras que quienes valoran más la apertura tienden a preferir posturas liberales en lo social y de derecha en lo económico. A esta predisposición se suma la influencia del discurso político, que incentiva la coherencia ideológica entre ambas dimensiones.
“El modelo muestra que cuando las personas intentan ser coherentes con sus actitudes, terminan alineando sus opiniones de forma predecible, y esto, en ciertas condiciones, lleva a la polarización”, agrega Guzmán.
Además, el estudio sugiere que esta lógica puede aplicarse a otras teorías de la psicología política, como la hipótesis de la rigidez en la derecha o la hipótesis del conflicto de visiones, abriendo nuevas posibilidades para entender el comportamiento político de las sociedades contemporáneas. “Con este modelo abrimos la puerta a contrastar hipótesis clásicas de la psicología política con evidencia que contribuye a ampliar y enriquecer su alcance”, comenta Pedro Ávila, estudiante del Doctorado en Ciencias de la Complejidad Social de la UDD.
Este trabajo se inscribe en la línea de investigación del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) sobre modelos basados en agentes. En esta tradición, conocida como la construcción de “sociedades artificiales” dentro del estudio de sistemas sociales adaptativos complejos, los ABM permiten representar reglas de decisión a nivel individual y estudiar cómo, a partir de interacciones locales, emergen patrones colectivos; además, facilitan contrastar mecanismos causales y explorar escenarios contrafactuales útiles para el diseño de políticas. “Nuestro objetivo es usar estos modelos como laboratorios computacionales que articulen teoría y evidencia para comprender mejor la complejidad social”, señala Carlos Rodríguez-Sickert, director del CICS.
Accede al artículo completo aquí. | DOI: 10.18564/jasss.5597.