La ministra ha sufrido un desgaste, pero no tan acentuado como señalaban algunos analistas. Hoy se desafió es rediseñar la vocería desde una cartera que ha perdido atribuciones y que Piñera siempre ha planeado eliminar
“Me llamo Cecilia, Cecilia Pérez, tengo 44 años, hoy día soy ministra Secretaria General de Gobierno”, inició ayer su presentación la vocera de La Moneda en un encuentro con alumnos del Liceo Brígida Walker de Ñuñoa, para hablar sobre la prevención en el consumo de drogas. Era la tercera de cuatro actividades en terreno que ha realizado desde el cambio de gabinete del 13 de junio.
El miércoles de la semana pasada —en una actividad cubierta por el Diario La Cuarta— recorrió su antiguo barrio, la población Juan Antonio Ríos. El lunes —a la misma hora del partido de Chile con Uruguay— visitó un albergue en San Miguel.
Hoy, en tanto, realizó una cuarta actividad en la Casa del Dirigente, en Santiago, para anunciar la adjudicación de fondos fiscales para organizaciones sociales.
Puntos de prensa fuera de Palacio para difundir políticas sociales, menos anuncios, más conversación con los ciudadanos y un perfil más cercano, parecen ser el nuevo sello que le quiere dar a esta nueva etapa de la vocería, que ha estado en tela de juicio por una supuesta “dureza”.
Su continuidad en la Secretaría General de Gobierno había sido uno de los temas más rumoreados en la víspera de ajuste ministerial.
Por esos días, las críticas contra ella circularon con más fuerza.“Le tengo mucho cariño a Cecilia Pérez, pero la vocería se ha debilitado”, dijo, por ejemplo, el académico de la UC Roberto Méndez, el 27 de mayo en T13 Radio. En esa misma emisora pronosticaban su cambio a Desarrollo Social.
Otras especulaciones la daban en los ministerios del Deporte o de la Mujer. Sin embargo, a contrapelo de los rumores, la decisión de Piñera fue mantener a la abogada en la vocería. Esa tarde del 13 de junio, después del cambio de gabinete, el periodista Cristián Bofill, nuevamente en T13 Radio, sinceró su crítica al ajuste de ministros, debido a que no tocó al equipo político.
“La cara del Gobierno es la vocera y la vocera está desgastada”, dijo Bofill. Esos análisis tenían algún sustento. Según la encuesta Cadem, la única que mide públicamente a los ministros, ella ha bajado trece puntos en aprobación desde marzo de 2018. No obstante, ese desgaste no ha sido acentuado.
Según la Cadem de junio, entre personas que la conocen, ella tiene 54% de aprobación y 41% de rechazo y tres de cada cuatro personas la conocen (76%). Este último dato es gravitante.
Si se recalculan las cifras de la Cadem, considerando el total de personas entrevistadas, de cada 10 encuestados, cuatro aprueban la gestión de ella.
Con esos mismos datos recalculados, Pérez pasaría a ser la ministra con la mayor cantidad de personas que aprueba su gestión.“Si uno la mide en las encuestas, ella aparece bastante bien posicionada”, dice el académico de la UDD, Eugenio Guzmán, quien cree que esa aprobación ciudadana, más la confianza que le tiene el Presidente, son claves que explican por qué Piñera decidió mantenerla.
El costo de ser escudera
La dureza de sus vocerías, sin embargo, es un factor que podría estar afectando su imagen en la élite, en medios de comunicación, entre ciudadanos con postura política definida y en redes sociales.
A juicio de la periodista Mirna Schindler, conductora en ADN Radio y La Red, Pérez es “sólida, bien informada, capaz de pasearse por todos los temas”.
Sin embargo dice, “mi sensación es que esa labor (de vocera) la cumplió mejor en el primer gobierno del Presidente Piñera. Evaluando simplemente lo que se ve en cámara, la sensación que me produce es que, en esta segunda vocería, ella está más enojada, que procesa mal las críticas que se ciernen sobre el Presidente.
En los hechos, se convirtió en una escudera”. “El modelo de vocería creo que está mal enfocado, porque la ciudadanía necesita explicaciones que conecten con el malestar. Espera que la vocera se haga cargo de las críticas.
Ella refuta las críticas, las considera ataques políticos, que puede haber, pero no todo es ataque político”, agrega Schindler. Según Ramón Cavieres, director ejecutivo de Activa Research, Pérez “ha asumido un costo” en imagen. “Se ve como una persona con una posición muy dura y con muy poca agenda propia en comparación con otros voceros”, sostiene. El ex director de la Secretaría de Comunicaciones en el segundo gobierno de Bachelet y columnista político, Carlos Correa, sostiene que la única cosa que le critica es su obsesión por la ex Presidenta Bachelet.
A su juicio, Pérez es una vocera funcional a Piñera. “La manera de medir a un vocero es si ha estado en los titulares y tengo la sensación de que Cecilia Pérez, medida por ese indicador, es exitosa”, dice. Correa no ve como un problema las críticas en Twitter, por ejemplo.“Las redes sociales son una burbuja, representan el 7% u 8% de la opinión pública”.
Pero agrega que la dificultad que hoy tiene la ministra es proteger a un Presidente “muy devaluado”. Guzmán añade que “ella cumple una función: blindar al Presidente y dar explicaciones de circunstancias que, a veces, son muy difíciles de explicar”.
Ministerio achicado
El estilo de escudera, en todo caso, tendría un precedente: el papel que cumplió el ex ministro Francisco Vidal (PPD) en los gobiernos de Lagos y, especialmente, en el primer mandato de Bachelet. Eso también le significó costos a Vidal, quien finalmente fue cambiado al Ministerio de Defensa en marzo de 2009.
La gran diferencia con Vidal es que, entre 2007 e inicios de 2009, él tenía una vistosa agenda paralela. Además de pelear con la oposición y defender a la Presidenta, de su ministerio dependía, por ejemplo, la inauguración de estadios. Hoy Cecilia Pérez solo controla exclusivamente las comunicaciones del Gobierno a través de la Secretaría de Comunicaciones (Secom) y su gran desafío es darle un nuevo aire a esa tarea.
No obstante, los estadios y los logros deportivos hoy son parte del Ministerio del Deporte (creado en 2013), la agenda de antidiscriminación es compartida con las carteras de la Mujer y Justicia y la participación ciudadana —si bien depende de la División de Organizaciones Sociales de la Segegob— se reparte con otras secretarías sectoriales, como Desarrollo Social, Vivienda o Salud. Carlos Correa, incluso, recuerda que en décadas pasadas la gestión en Cultura también dependía del ministerio.
“La Segegob ha ido perdiendo atribuciones”. Casualidad o no, la reducción de la Segegob coincide con una idea que siempre ha tenido Piñera y que ha estado en sus programas de 2010 y 2018: reorganizar La Moneda y eliminar la Secretaría General de Gobierno. Al Presidente le gusta el modelo de EE.UU., donde el vocero es un funcionario sin rango de ministro, que depende del jefe de gabinete del Presidente, una suerte de ministro político que asesora al Mandatario en sus decisiones. A juicio del sociólogo Eugenio Tironi, quien trabajó en la Secretaría de Comunicaciones, hoy el cargo de ministro vocero “es una función obsoleta”. Correa discrepa que sea un ministerio en extinción (menos aún mientras sea liderado por Pérez).
“Más bien es un cargo en transformación”, sostiene.