El control de identidad para menores de 14 años ya es una causa personal para el Presidente Sebastián Piñera. En una frecuencia inusual en Twitter, ayer el jefe de Estado posteó siete mensajes al hilo para justificar la iniciativa. Casi simultáneamente, la Dirección de Prensa de la Presidencia emitió un comunicado con declaraciones del Mandatario, sin que hubiera algún punto de prensa, dando detalles del proyecto que será enviado la próxima semana. El miércoles, ya se había referido al tema en una visita a un centro de menores del Sename en Valparaíso y escribió otro dos mensajes en redes sociales. La defensa de la medida —resistida por la oposición y los expertos, pero apoyada por encuestas como Cadem—fue asumida directamente por el Presidente, dejando en segundo plano al ministro del Interior, Andrés Chadwick.
De hecho, fue el propio Piñera el que anticipó el proyecto, el sábado pasado, en el acto del primer aniversario de gobierno. El anuncio se sumaba a una seguidilla de acciones vistosas, casi todas protagonizadas por el Presidente, al parecer populares y que tuvieron efectos mediáticos. Sin embargo, también tuvieron efectos colaterales.
Molestaron a la oposición, y en algunos casos provocaron que otros políticos reaccionaran con declaraciones, incluso, más efectistas: El “toque de queda juvenil” anunciado por José Antonio Kast; la idea de Joaquín Lavín de extender a guardias municipales la facultad de controlar a ciudadanos, y el meme de “no todos los menores son blancas palomas” del diputado RN Gonzalo Fuenzalida, quien quiere ser considerado un presidenciable en Chile Vamos. Estas actuaciones gubernamentales de alto impacto, si bien tienen precedentes en el último año (por ejemplo, el comando de Carabineros para La Araucanía o el proyecto Aula Segura), se intensificaron durante el verano y dieron pie a un debate en columnas de opinión respecto de la ausencia de un relato o un proyecto estratégico del Gobierno. El problema, han advertido los analistas, es que estas acciones podrían dar legitimidad a discursos populistas y favorecer liderazgos que no necesariamente se ajustan a la meta estratégica de Piñera de traspasar el gobierno a un miembro de Chile Vamos.
Además, esto puede dañar el diálogo con la oposición, que hoy tiene la mayoría en el Congreso para sacar reformas como la tributaria, la de pensiones y la modernización de Carabineros.
Popularidad para hoy
Un ejemplo, fue la firma, el 10 de enero, del proyecto de Admisión Justa, que busca recuperar la selección escolar por méritos, eliminada en la administración de Michelle Bachelet. La iniciativa (apoyada por un 63% según Cadem, del 18 de enero) dio pie a una gira nacional de la ministra de Educación, Marcela Cubillos.
Si bien el rol de ella fue bien evaluado por analistas (ver recuadro de columnistas), su actuación fue calificada como “irresponsable” y “comunicacional” por las senadoras Isabel Allende (PS), Yasna Provoste (DC) y los diputados Gabriel Boric y Giorgio Jackson (RD), entre otros.
Otro episodio fue el viaje del Presidente a Cúcuta, Colombia, el 22 de febrero, para presionar por el ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela, lo que fue criticado por ex cancilleres como José Miguel Insulza (PS), Heraldo Muñoz (PPD) e Ignacio Walker (DC).
No obstante, el viaje fue respaldado por 53%, según la Cadem. A ello se sumaron otra medidas menos resistidas por la oposición, pero igualmente cuestionadas por un supuesto fin efectista.
Por ejemplo, el 14 de febrero, el Presidente anunció la postulación al Mundial de Fútbol 2030 y anteayer, en un giro, el Gobierno lanzó un plan para compensar a los clientes por el retiro de medidores de luz. Esta última medida generó malestar en empresas de servicios eléctricos, como CGE, ya que el propio Presidente el 5 de marzo, en el matinal Bienvenidos dijo que “el usuario paga todo”.
Sin embargo, en una señal contradictoria al empresariado, el propio Piñera en esa entrevista al referirse a la reforma de pensiones expresó que estaban disponibles a extender el plazo y seguir aumentando ese aporte del empleador, hasta un 18%.
Táctica “buenísima”
Ayer la panelista de T13 Radio, Andrea Vial, al comentar el proyecto de control de identidad, dijo que el Ejecutivo sólo pretendía congraciarse con la ciudadanía. “El Gobierno sabe que esta ley no tiene agua en la piscina (para aprobarlo en el Congreso)…. O sea, a mí me parece que su estrategia de corto plazo es buenísima”, dijo Vial con ironía.Y en general los analistas no critican en sí el manejo táctico del Gobierno que, por lo visto, ha mantenido a Piñera fluctuando en torno al 40% de aprobación.
Los expertos más bien apuntan a que el abuso de estos recursos de corto plazo podría estar revelando, o bien acentuando, una falencia estratégica, por ejemplo, en la sucesión del Presidente. A juicio del ex ministro ligado al PPD, José Joaquín Brunner, el Gobierno no logra explicarle a la gente “hacia dónde quiere que lo sigan.
Su agenda termina extremadamente desordenada”. El analista PS Ernesto Águila cree que hay una falencia estratégica, básicamente en las expectativas económicas y “ellos han encontrado un sustituto para mantener el control de la agenda y una conexión con una parte importante del electorado”.
Los tres ejes
El Gobierno, sin embargo, defiende que sí hay un plan estratégico, pese a que a veces sea poco notorio. El año pasado, por ejemplo, fue el trabajo de las mesas por los cinco acuerdos (infancia, La Araucanía, seguridad ciudadana, desarrollo y salud), cuyas conclusiones se transformaron en 23 proyectos ingresados al Congreso y otros 15 que esperan ser enviados al Parlamento. Esta semana, precisamente con motivo del aniversario del primer año, La Moneda reordenó el plan estratégico con tres áreas: Clase media, progreso económico y nuevamente seguridad ciudadana (la principal inquietud de la población según la encuesta de Ipsos-Espacio Público).
A juicio del director ejecutivo de LyD, Luis Larraín, sí hay “una estrategia”. “Lo que pasa es que hay partes de las estrategias que se relevan y otras no”, señala. El académico de la UDD, Eugenio Guzmán sostiene que “no es que el Gobierno no tenga nada. Decir que está huérfano de proyectos me parece un poco exagerado”, pero agrega que sí hay un desafío: conectarse con “el electorado”.“La sociedad chilena enfrenta una etapa de bastante inestabilidad, porque está dominada por las clases medias, que son bastante zigzagueantes”, añade Guzmán.
Riesgos y costos
Según Águila, esta agenda “crispa el ambiente con la oposición” y cree que “el riesgo es que termine el Gobierno sin haber aprobado ningún proyecto de ley sustancial”, dado que la última definición legislativa dentro de Chile Vamos es estar dispuestos a perder en el Congreso, pero sin renunciar a las ideas de la derecha. Larraín, quien colaboró en el programa de Piñera, es de los que postula que las reformas, “como la modernización tributaria, tienen que tratar de sacarse”, pero admite que es cierto que “está en duda la capacidad política de hacerlo o no”. Brunner advierte otro riesgo “al no tener un relato coherente, no hay tampoco quién pueda proclamarse como heredero de su gestión”.Águila sostiene que se fortalecen “posiciones de extrema derecha”, lo que obedece además a un fenómeno mundial, y cree que en ese plano el Ejecutivo “no tiene cómo competir con José Antonio Kast, él siempre va a subir la apuesta”.