El sociólogo considera que la estrategia que lleva adelante el ministro Moreno es la indicada para volver al diálogo entre los mapuche y el Estado. Además, cree que el Gobierno puede aprovecharla actual coyuntura tras la muerte de Catrillanca como una oportuhridad.
El tema es que algo que se constituía como una demanda por justicia e integración se transformó en un conflicto en el cual hay un ellos y nosotros cada vez más nítido. Se han ido espaciando las posiciones y no es fácil acercarlos”, asegura Eugenio Guzmán, sociólogo y decano de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, sobre el conflicto en La Araucanía.
Así aborda, desde un punto de vista más sociológico, el escenario en la relación entre ambas partes que ha desencadenado la muerte del comunero Camilo Catrillanca a manos de Carabineros, episodio que ha terminado con oficiales detenidos y con cambios en el Gobierno regional: Luis Mayol tuvo que renunciar a la intendencia y en su lugar asumió Jorge Atton. Además, Jorge Retamal, aliado del ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, para afrontar este tema, renunció a su caigo de director nacional de la Conadi.
A pesar de esto, Guzmán cree que la estrategia que lleva adelante Moreno, tildada por algunos de “buenísimo”, es el único camino para la recuperación de confianzas entre ambas partes. Por lo mismo, considera que el Gobierno debe aprovechar la coyuntura actual como una oportunidad.
Guzmán asegura que el conflicto debe ser abarcado de una manera más integral y que debe cortarse el asistencialismo, política que -dice- ha llevado adelante el Estado chileno por décadas.
-¿Cuáles son las claves para entender el escenario que se le abre el Gobierno tras este episodio?
-Yo te diría que, en primer lugar, es la agenda previa a este evento. Se estaban despejando muchos de los temas que propuso el Gobierno y una dimensión de esta situación es lo disruptivo que es respecto a lo que estaba ocurriendo.
-¿Esto le cambió el tablero al Gobierno?
-Claro, el Gobierno había logrado avances en presupuesto, en el tema tributario, Aula Segura, Sename, etc. Y en ese sentido esto irrumpe.
Entonces, lo inusitado, lo emergente, es un factor importante. Otra dimensión importante es que éste (el conflicto mapuche) es un tema en el que el Gobierno había puesto muchas fichas, era una apuesta importante. El Gobierno incluso había puesto sobre la mesa temas que ningún otro Gobierno había puesto, como el tema de cuotas legislativas. La tercera clave es que, por primera vez, se enfrenta este tema como Estado. Este conflicto no empezó ayer ni antes de ayer, tiene muchos años. Tengo la impresión que se ha exacerbado porque hay un problema sociológico, más complejo, de largo aliento. Una sociedad identitariamente bastante débil como es la chilena no ha sido capaz de absorber otros elementos identitarios de manera más efectiva en los últimos 30 o 40 años. Pero, desde ese punto de vista, esta puede ser una oportunidad para el Gobierno. El Gobierno tiene la posibilidad de decir que aquí, efectivamente, hemos fallado todos y aprovechar esa oportunidad.
– ¿Y desde el punto de vista de la oposición?
-Por un lado tenemos al Frente Amplio que le dice a la Concertación o a la ex Nueva Mayoría “ustedes nunca se hicieron caigo de esta situación y ustedes militarizaron La Araucanía”, que es coherente con el discurso del Gobierno para blindarse. Por otro lado, la oposición enfrenta una situación que es verídica: la llamada militarización no comenzó en este Gobierno ni en el anterior. Entonces eso yo creo que allana al menos a ese sector de la ex Nueva Mayoría a dos alternativas: abordar el tema de verdad o zafar completamente. Ahora, el Frente Amplio no puede abstenerse a echarle la culpa a la Concertación, esto le impone buscar soluciones y va a abrir una línea de debate interesante políticamente hablando. En ese sentido, por ejemplo, Osvaldo Andrade (PS) propuso dejar las recriminaciones y hacer un gran acuerdo con un rol importante del Poder Legislativo. El problema de eso es que todavía los actores políticos no tienen claro cuáles van a ser sus beneficios de entrar en una fórmula de esa naturaleza y en un Congreso tan fragmentado puede que esa idea, que es muy republicana, no tenga efecto.
– A nivel regional, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrenta el nuevo intendente y el ministro Moreno, que concentra casi toda su atención en La Araucanía?
– Yo creo que hay dos cosas ahí. No hay que engañarse pensando que lo que ocurre, particularmente en esta zona, es lo que ocurre en toda la región. Quien conoce Ercilla y esas zonas sabe que hay complejidades mayores entre las comunidades y entre las comunidades y el Estado chileno. Lo segundo es que a nivel micro no está para nada claro que exista una demanda en d sentido de sacar las Fuerzas Especiales.
CONFIANZA Y RECURSOS -¿Cómo se reconstruye la confianza entre las partes, qué dificultades ve en ese proceso?
-Lo que pasa es que la recuperación de la confianza, que es hoy la pregunta del millón, es imposible si no hay gestos. En ese sentido, cuando se ataca al Gobierno, a este o a los de la Nueva Mayoría, al decir que esto no se resuelve con “buenísimos”, la confianza no se recupera de otra manera. Cuando yo te doy la mano y te saludo estoy haciendo un acto de confianza que puede ser más poderoso que las palabras. Entonces, esto obviamente va a requerir en una primera instancia de estos gestos. La gran tensión aquí está en el orden, que no lo piden conservadores recalcitrantes, sino que los pequeños propietarios y empresarios de la zona y, por el otro lado, el tema simbólico que tiene que ver con cómo restaurar el diálogo. Yo tengo la impresión de que también hay problema: que no hay liderazgos dentro de las comunidades mapuche. No hay un líder y nunca ha sido así, los mapuche operan con una lógica bastante horizontal. Entonces eso te dificulta avanzar, te obliga a hacer un trabajo muy micro, de comunidad por comunidad.
-Tocó el tema del “buenismo”, que se le ha achacado mucho al ministro Morena Cree que debería mantener esta estrategia…
-La política parte por que nos miremos a las caras. Y, de los últimos años, Moreno es el ministro que más ha ido a La Araucanía. En ese sentido, la bajada de esto que llamamos “buenísimo”, que yo lo llamaría buenas prácticas o prácticas de acercamiento, no debería cambiar. Moreno debe mantener su estrategia, no se me ocurre otra fórmula que no sea a través de esto. No sirve tirar más recursos. Cuando se crea la Conadi, ni en el proyecto ni en el transcurso de desarrollo del proyecto se pensaba la cantidad de recursos que se iban a invertir o gestionar en los últimos 20 o 30 años. Y a pesar de todo existe el problema. Esto te hace pensar que hay un sector, no todos, más radical, que en el fondo para ellos este tema es autonomía o soberanía incluso. ¿Y qué es eso? Hay que entrar a definirlo. Entonces el tema de recursos no es la llave para romper este candado.
–El Plan Araucanía se enfoca justamente en eso, en los recursos, cuando un tema central en el conflicto es el territorial. ¿Cree que se le ha dado excesivo protagonismo al rol empresarial, por ejemplo, por sobre otros más de fondo?
-Poniéndome en la cabeza de ellos (del Gobierno), hasta el momento no tenemos otra receta para abordar esto. Como tú no tienes otra receta, partes con eso. Ahora, yo creo que, nuevamente, el Gobierno, este y otros, y en la opinión pública, hay un problema: se ha ido instalando la idea de que el conflicto es generalizado y la verdad es que yo no me atrevería a decir eso. Está circunscrito a cierto sector geográfico y, dentro de eso, a ciertas posiciones de algunos miembros de esos grupos. Pero la opinión generalizada es que hay un conflicto mapuche. La mayoría de los descendientes mapuche ni siquiera viven en esa zona. Volviendo a la pregunta, esa es la única receta que se tiene a mano y no hay otra forma de empezar a hacer pastel. Ahora, lo interesante de la coyuntura actual es que por primera vez, probablemente, vamos a empezar a hablar de otras temáticas.
-¿Cómo cuáles?
-Autonomía, cuotas legislativas…Mita, acá tampoco hay una fórmula mágica. Durante 30 o 40 años, del algún modo, el conflicto se apoderó de una dinámica de incorporación a nuestra identidad que venía de hace mucho tiempo, pero hoy en día nos encontramos con que no tenemos a mano otra fórmula que la económica, pero evidentemente hay mucho más que eso.
– ¿Una buena estrategia para reconstruir puentes, entonces, podría ser la reinstauración de alguna especie como los antiguos parlamentos mapuche, además de negociaciones por comunidades?
-Todas esas instancias son útiles. Pera yo me temo, sin ser cínico o pesimista, que hoy en día hay un componente más ideológico que entraa dificultar la situación.
-¿De ambas partes?
-Bueno, a la larga las ideologías son por ambos lados: el Estado chileno, siendo completamente transversal -esto no se trata de izquierda o derecha- y, por otra lado, la demanda de un grupo. Insisto en esto, tengo la impresión y algunas encuestas lo muestran que hoy en día no se pide una patina mapuche. Algunos sectores la piden y es legítimo, pero creo que no es generalizado. Entonces, en términos de lo que uno podría decir un mensaje orgánico, el Estado chileno y los Gobiernos chilenos no han logrado desagregar estas dos cosas, lo que son las demandas particulares de un grupo, de lo que son el resto de las demandas. Yo creo que ahí hay un tema.
-¿Cree que en el mundo político en general hay una real comprensión, integral, del conflicto mapuche?
-Me atrevería a decir que sí. El punto es el cómo y el quién. Cómo vas a abordar todas estas cosas juntos, no sé si te dará una receta que todos estén dispuestos a aceptar, por una parte. Segundo, por las implicancias que esto tiene. En algunos casos, esto puede ser nada menos que una bomba de tiempo a todo el sistema político administrativo, no solamente institucional de como hasta ahora funcionamos. Entonces, no es menor. Muchos ponen el ejemplo de EE.UU. o Canadá, pero mira los porcentajes de población indígena de esos países. Un ejemplo más interesante es el de Nueva Zelanda. Con la fórmula de EE.UU., además, tú te desentiendes del asunto. La sociedad norteamericana lia absorbido un mínimo, si es que, de lo que es una cultura que en el caso chileno ya está. Nuestro lenguaje está plagado de eso y nuestras costumbres también. Las fórmulas de afuera no son tan fáciles de copiar. Y ojo con esto de autonomía. En muchos países han otorgado autonomía, pero en qué sentido, ¿es autonomía real?
-Le reformulo la pregunta. ¿Existe real voluntad en el mundo político respecto a este tema?
-Ahí es distinto. Yo creo que se conoce del tema, pero este supone tales complejidades, que ha inhibido hasta el momento cualquier acción. Insisto, tú conoces una receta que, para bien o para mal, te ha servido para descomprimir situaciones: asignar recursos.
-¿Coincide con que el Gobierno ha implementado dos políticas respecto a este tema, personificadas claramente en el ministro del Interior, Andrés Chadwick, y el ministro Moreno?
-Es que es obvio que tiene que haber dos políticas distintas. Uno es el ministro del Interior y el otro de Desarrollo Social. Es como decir que el café con leche lleva leche y lleva café, es obvio. Lo raro que a mí me parece es que cuando la oposición tira la caña de pescar diciendo eso, el Gobierno lo tome como si no fuera así. Al contrario, yo hubiese respondido “sí, hay dos formas de abordar el problema porque tiene muchas dimensiones”.
-¿Y eso no cree que refleja en parte una falta de comprensión de parte del Gobierno?
– Sí, yo creo que fue un poquito rápido (en responder). La expresión verbal de parte de la oposición obviamente que te sorprende y no eres capaz de reaccionar.
-En términos de seguridad, ¿con qué margen de acción queda el Estado, a través de Carabineros o Fuerzas Especiales, después de un episodio como este?
-La presión mediática que ha generado esto ha hecho que Carabineros se repliegue, lo que se ha reflejado en el aumento de los ataques incendiarios. Pero mirando hacia adelante, esto es insostenible. Tú no puedes desproteger toda una zona, así que yo creo que Carabineros va a volver.
-¿Cree que el movimiento mapuche puede radicalizarse con este episodio, qué efecto puede tener esto en su relación con el Estado?
-Yo creo que estamos viendo eso. Hay una incisión entre los sectores más jóvenes y los sectores más adultos de las comunidades en conflicto y eso, de alguna forma, impacta en el resto de la comunidad mapuche. Eso es lo que no está resuelto por faltas de liderazgo y losjóvenes probablemente están en una situación mucho más crítica al respecto.
–¿Un buen primer paso, entonces sería definir algunos liderazgos?
-Lo mejor que le podría ocurrir al Gobierno es que tenga interlocutores. Sin interlocutores, ¿con quien conversas? Este es un tema pendiente. Yo tiendo a pensar que si el tema no logra tener espacio de agenda suficiente, se va a aminorar y probablemente en algunos años más vamos a tener una situación similar y va a estallar nuevamente en la cara del Gobierno, sea de izquierda o de derecha. Esta no es la primera muerte.
-¿Cree que la comunidad mapuche practica la victimización?, ¿cree que es una buena estrategia?
-Tú siempre tienes a mano la victimización cuando quieres sensibilizar a la opinión pública de un problema, pero también se ha usado la estrategia del amedrentamiento y la acción violenta. Son estrategias mixtas que se usan en casos como estos. Una es para mostrar fuerza y para demostrar que la fuerza que te contiene está bastante limitada. Por el otro lado, la victimización no es algo nuevo. La pregunta es quiénes dentro de estos sectores pueden aprovechar esta coyuntura. Quiénes ven una oportunidad acá, tanto del Gobierno, el Estado, como las distintas comunidades mapuche.
-¿Y cómo se aprovecha esto?
-Cortando el asistencialismo. Las señales van a tener que ser de carácter simbólico. Se me ocurren temas relativos a cómo tú realzas figuras, lograr convocar a la mayor cantidad de intelectuales del mundo mapuche para promover y realzar la dignidad y la cultura mapuche. Esas pueden ser algunas estrategias.