La frase del ministro Cristián Monckeberg no pasó esta semana inadvertida en la centroderecha: «La integración a veces es voluntaria, pero a veces tiene que ser a empujones, y a empujones significa enfrentarlos, hacerla y tomar las decisiones. Porque presiones habrá». El titular de Vivienda daba cuenta, de esta manera, que el Ejecutivo seguirá los pasos del alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín, luego de que presentara el proyecto de viviendas sociales en el sector de rotonda Atenas y consiguiera, de acuerdo a la encuesta Cadem, un 78% de apoyo.
«La integración social forzada es una política pública poco liberal, de cierta manera empuja a la gente a tomar decisiones de vivienda o colegios, pero en la historia hay experiencias de que conflictos sociales graves que amenazan con partir a la sociedad han funcionado», dice Roberto Méndez, ex presidente de GfK Adimark. Prosigue, sin embargo, con otro mensaje: «Hay un pragmatismo del gobierno de tomar ciertas banderas que significan avance y mejora social, que no necesariamente son banderas de la izquierda. No hay ninguna evidencia ideológica que diga que la integración social es la izquierda. Yo, de todas formas, creo que la integración debe avanzarse con mucho cuidado».
Con el 54% de adhesión, mayor incluso al de su gabinete, Piñera se reunió esta semana con los parlamentarios de los partidos de Chile Vamos. Durante la reunión, la Presidenta de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe, planteó la necesidad de entregar mayores estímulos al empresariado: apuntaba a que las medianas empresas, que, a su juicio, hoy no ven avances en términos económicos y dijo que era necesario facilitar la inversión y no cobrar un doble impuesto. En respuesta, el Mandatario tomó la palabra y respondió enfático que los empresarios saben que Chile está mejor en números y que había que esperar el nuevo proyecto de simplificación tributaria. El tema quedó ahí.
Eugenio Guzmán, de la Universidad del Desarrollo, dice que en un mundo menos ideologizado es más fácil correr los cercos: «Los parámetros se corren para todos lados». «El tema de la educación es un caso. Tú puedes decir la educación es un derecho. Ahora, cómo lo entregas, es otro tema: la entregas gratuita o no, pero es un derecho. Entonces cuando Piñera dice, a diferencia de la lógica de la retroexcavadora, no vamos a discutir eso, descoloca. ¿Qué pasó? ¿Piñera se izquierdizó? En cierto modo sí, desde el punto de vista ideológico, pero la política hace rato dejó de ser ideológica».
La historiadora Lucía Santa Cruz dice que el sector tiene que hacerse cargo de la agenda contemporánea, como el medioambiente, pero espera que lo haga desde su propia perspectiva y sin perder su «esencia». De todas formas, pone el acento en un aspecto central, para algunos el más relevante, para el Presidente. «Este gobierno fue elegido, en una parte importante, por el deseo de la gente de mantener y mejorar su calidad y su nivel de material. Y por lo tanto, esperaría una serie de medidas que tiendan a aumentar la productividad a través de una agenda procrecimiento potente».
La importancia que da Piñera al crecimiento se reflejó, probablemente, en el proyecto de estatuto laboral juvenil, que fue aprobado la semana pasada en la Cámara de Diputados. La iniciativa estimula el empleo y el jefe del segundo piso de La Moneda, Cristián Larroulet, se involucró personalmente en el tema.
Evópoli, que empuja por las ideas liberales en lo valórico, ha planteado en el comité político la necesidad de una reforma tributaria integral y no solo de simplificación, como propone el gobierno. Por este motivo, académicos como Klaus Schmidt Hebbel, Rafael Bergoin, Ignacio Briones y Pablo Correa se encuentran elaborando una propuesta propia, que va en la misma línea de lo que ya se presentó, cuando Felipe Kast era candidato presidencial en las primarias.
Si para ningún analista existen dudas de que el pilar del gobierno es el crecimiento, también hay certeza de que La Moneda y Chile Vamos apuestan a gobernar con una derecha sin complejos, pero arrebatando banderas propias de la centroizquierda. Ocurrió esta semana con el ministro Alberto Espina, que reunió a todos sus antecesores para anunciarles el fin de una vieja demanda de la Concertación y la ex Nueva Mayoría: la ley reservada del cobre. La Moneda, además, impulsa una nueva agenda medioambiental, un nicho que el PPD explotó en los 90. Un ejemplo más claro: el 30 de mayo cuando se aprobó en el Congreso la iniciativa que prohíbe la circulación de bolsas plásticas, Piñera reforzó el cuidado de la naturaleza. El concepto de derecha social, un sello del Ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Alfredo Moreno, es una de las piedras angulares de la administración del Presidente. Mismo concepto acuñó el senador Manuel José Ossandón (RN) durante su campaña en las primarias presidenciales.
Entre algunos analistas creen que, en este factor, existen otras variables en juego, como el hecho de que los privados ya no financien la política y que parte de la centroizquierda siente que no tiene garantías de volver al poder en 2022.
Durante un seminario realizado en el CEP el mes pasado, Alfredo Joignant (PS) y Jorge Correa Sutil (DC) coincidieron en que un triunfo de la centroizquierda en las próximas elecciones es difícil. «Si me obligas a hacer un pronóstico, diría que nos queda para harto rato gobierno de derecha». Rodrigo Valdés, el ex ministro de Hacienda, preguntó en ese mismo seminario: «¿Qué se hace cuando la derecha se mueve al centro o incluso más, cuando uno ve que Evópoli tiene a Ricardo Lagos como alguien importante y Piñera a Aylwin como su mantra?».
Desde la Secretaría General de la Presidencia, en tanto, indican que el ritmo legislativo no ha parado, pese a los cuestionamientos de parte de la oposición por la llamada «sequía legislativa»: dicen haber ingresado 51 proyectos de ley, en el que se incluyen 30 iniciativas legislativas -de las cuales cinco a seis son indicaciones sustitutivas- y 21 corresponden a indicaciones a proyectos que existen.
Nota completa también en: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=489517
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