«Revitalizar, rejuvenecer y también recuperar la nobleza y el prestigio de la democracia y de la política» fueron algunos de los conceptos que en noviembre de 2012 destacó el entonces Presidente en ejercicio, Sebastián Piñera, sobre la ley que estableció las elecciones primarias legales.
En el acto de promulgación de la nueva ley en La Moneda, a su lado estaba el ministro Cristián Larroulet, quien desde que estaba en la dirección de Libertad y Desarrollo (LyD) venía proponiendo una reforma para resolver candidaturas conflictivas. Larroulet tenía sus razones. La derecha acumulaba una historia autodestructiva de rivalidades. Incluso, historiadores la apodaron la «antropofagia» derechista. Para ello, la mejor medicina —a ojos de Larroulet, quien convenció a Piñera— era una ley de primarias.
Ahora el ex Presidente deberá probar su propia norma, a pesar de los riesgos que vaticinan ciertos adherentes. Pero también hay otros, como Larroulet, que ven más beneficios que costos.
Desde el primer minuto, el senador UDI Juan Antonio Coloma fue uno de los principales críticos de la ley de primarias Piñera. Aunque el senador apoyó la reforma, presentó 14 indicaciones para corregir la iniciativa, y en sus discursos nunca escondió sus «dudas». A su juicio, se debilitaba a los partidos, en su facultad de designar candidatos. «No hace más democrático a un partido o a una coalición un mayor número de primarias. Tampoco les da más legitimidad», dijo en la Sala en septiembre de 2012.
Coloma no ha cambiado de opinión, y hoy sigue viendo «riesgos». Uno de ellos es que concurra poca gente a votar. «El hecho de que sólo haya una elección primaria puede influir en el ambiente. Cuando es simultáneo, ese riesgo se disminuye muy profundamente», dice. Y agrega: «Espero que haya una votación mayor que la anterior. Es lo que nosotros debemos fijarnos como meta».
En las primarias de la derecha en 2013 votaron 808.002 personas, en contraste con las de la Nueva Mayoría, en que participaron 2.142.070 electores.
El decano de la Facultad de Gobierno de la UDD, Eugenio Guzmán, cree que otro riesgo es que haya un desgaste en la candidatura de Piñera. «Tiene que ver con la sobreexposición y un exceso de recursos y gastos. No solamente financieros, sino que políticos y emocionales», dice.
Guzmán añade: «Estás sujeto a cometer errores y adelantar muchos juicios que después van a ser considerados en la campaña. Las primarias te obligan a exponerte a las críticas que, en este caso, son muy incisivas, a veces más que la campaña general. Eso podría tener efectos posteriores».
Tal como en 2013, donde algunos independientes de centroderecha tenían libertad para participar en la primaria de la Nueva Mayoría y apoyar a Andrés Velasco, podría pasar que simpatizantes de otro sector voten para perjudicar electoralmente a Piñera.
La socióloga francesa y académica de la UNAB Stephanie Alenda dice que «es un riesgo en las primarias abiertas. Ha sucedido en diferentes partes del mundo que cualquiera pueda votar y tratar de sacar de carrera al candidato que estima menos conveniente». Y agrega: «Nada impide que se puedan movilizar simpatizantes de partidos de izquierda».
No obstante, el ex ministro Larroulet, si bien coincide en que «puede que algunas personas concurran con fines de molestar», agrega que «no creo que sea un porcentaje significativo».
Casi repitiendo de memoria el discurso de Piñera en 2012, Larroulet cree que las primarias son «fundamentales para recuperar la confianza». «La ciudadanía quiere participar más, que los procesos políticos sean más transparentes», dice.
«Te permiten llegar al mundo independiente, a quienes no están directamente en la actividad partidista», añade.
Otro de los gestores del proyecto, primero como investigador de LyD y luego como jefe jurídico de la Segpres, el constitucionalista Sebastián Soto, dice que éstas «permite generar coaliciones más amplias. En lo electoral, ayuda a preparar el clima, entrega espacios de propaganda electoral y permite ir fidelizando al electorado más próximo. Es especialmente relevante ahora, pues el voto es voluntario».
Uno de los críticos de Piñera es el senador ex RN Manuel José Ossandón, quien se someterá a las primarias, al igual que el abanderado de Evópoli, Felipe Kast.
El senador RN Andrés Allamand, quien se sometió a las primarias presidenciales en 2013 y perdió ante Pablo Longueira, cree que al final garantizan «unidad». «Todos los roces que puedan existir entre candidatos son un costo muy menor respecto del valor unidad».
Eso podría tener un efecto en Ossandón. A eso se suma que si Piñera gana, Evópoli —único partido de Chile Vamos que no apoya su candidatura— estará obligado a alinearse.
Larroulet agrega que «en democracia, los perdedores tienen que alinearse con quien gane la primaria».