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El pesimismo llegó para quedarse – La Segunda

Según expertos, más que un fenómeno asociado a una coyuntura específica -como el momento económico- se trata de una tendencia de largo plazo

“Queremos cambiar el estado de ánimo del país, vencer el pesimismo y superar esta percepción de que la gente bajó los brazos”.

Con estas palabras el Presidente Piñera —en entrevista en El Mercurio el domingo 23 de junio— se refería a cierto ambiente que parece estar instalándose en el país. El mandatario hacía referencia a la última encuesta del CEP donde el 61% de los ciudadanos consideró que el país está estancado, cuatro puntos más que en la medición de diciembre último.

¿REALIDAD O MERA PERCEPCIÓN?

Según los números de la encuesta CEP se trataría de una tendencia que se estaría incubando, a lo menos, desde julio de 2014. Desde esa fecha, el número de chilenos que creen en el estancamiento del país no ha bajado del 51%, alcanzando un peak de 69% en agosto de 2017. Por contrapartida —y en los últimos cuatro años— quienes sostienen que Chile progresa se han mantenido en un rango más bien bajo: entre el 13% y 30%.

Como indica la cientista política Soledad Reyes del Villar, del Centro de Políticas Públicas de la Udel Desarrollo, estas cifras son “más que un estado de ánimo relacionado a una coyuntura específica, porque es un proceso que no ha variado en el último tiempo. Al contrario, debido a algún fenómeno concreto podría sentirse cierto optimismo. Se trata de una sensación generalizada, independiente del escenario económico”.

Con esto concuerda el doctor en sociología, investigador de Flacso Chile y ex coordinador del Informe sobre Desarrollo Humano de Naciones Unidas, Rodrigo Márquez, quien dice que se trata de una “tendencia que está con nosotros hace rato y por lo tanto debe ser entendida en su perspectiva más larga. Las tensiones que hoy se aprecian son de largo plazo”.

En este escenario, el pesimismo parece golpear particularmente a las capas medias y bajas de la población. Como señalan los números del CEP, en los sectores bajos quienes ven el país estancado pasaron de un 57% a un 64%, mientras que en los medios ese número pasó del 58% al 60%. El sociólogo y académico de la U. Mayor, Nelson Morales Lazo, dice que “estamos viviendo un período de transformación productiva que genera amenazas que cada uno enfrenta a partir de las condiciones que tiene. Por ejemplo, la negociación colectiva en Walmart donde está muy presente el tema de la automatización laboral. Las oportunidades en Chile están vinculadas a personas de alta escolaridad, pero para las clases medias y pobres esas opciones no están a la mano y eso hace instalar una perspectiva muy negativa sobre el futuro. Es lo que los franceses llaman el ‘malestar identitario’”.

Este pesimismo individual, agrega Morales, se traduciría con el paso del tiempo en una crítica a los espacios de representación política, en especial al Gobierno. “Mira los «chalecos amarillos» en Francia: partieron criticando una medida pequeña como el alza del impuesto al diésel, y hoy ¿por qué protestan? Por el modelo de desarrollo, un modelo de vida que les resulta perjudicial”.

¿QUÉ ES ESTAR ESTANCADO?

Con todo, se trata de números que construyen cierta paradoja, debido a que —según números de la propia CEP— ocho de cada diez chilenos se declaran satisfechos con sus vidas personal y familiar. Para Márquez el que haya una postura más positiva de valoración personal y más crítica en relación a la sociedad, se debería a “que las personas se encuentran más bien confiadas en sus propias capacidades y en lo que ellas pueden lograr por sí mismas. Pero, al mismo tiempo, las personas miran con desconfianza, como obstáculos para sus aspiraciones y proyectos, las tensiones, incertidumbres y amenazas que provienen de la sociedad” y que se traducirían en bajas pensiones, la baja calidad en la educación y una salud costosa.

Para el doctor en Sociología y académico de la U. Andrés Bello, Juan Carlos Oyanedel, “cuando hablamos de pesimismo, estamos hablando de una visión hacia el futuro, mientras que la satisfacción vital está asociada al bienestar recordado. Por eso es posible que no exista disonancia entre las dos situaciones. El tema es que si experimentamos emociones negativas de forma continua, lo que ocurre en periodos de inestabilidad social creciente, es que nuestra satisfacción vital se afecte”.

De todas maneras, no parece claro que el pesimismo sea parte de los procesos normales de un país cerca de alcanzar el desarrollo como Chile. Como dice Márquez, los propios números del CEP muestran que dicha caída en las expectativas no era algo que caracterizara al país en los ’90. Por ello, lo importante es no asumir interpretaciones superficiales a este fenómeno. “Debemos comprender a fondo qué está detrás de las respuestas que las personas dan cuando evalúan sus vidas y la sociedad. ¿Es puramente “pesimismo” lo que se trasunta detrás de la expresión “estancado”?, ¿es una mera disposición a creer siempre que las cosas saldrán mal? ¿O es una respuesta que denota que no se ve o no se entiende con claridad el rumbo que lleva el país? ¿Será que está reaccionando negativamente a una promesa de cambio no cumplida?”, señala.