A través de resonancias magnéticas, investigadores observaron la actividad cerebral de fanáticos de fútbol criollos mientras miraban un partido de su equipo favorito.
Más que una pasión es como una droga. O como la comida o el sexo. Cuando un fanático del fútbol ve al equipo de sus amores en la cancha, el placer que le genera responde a una actividad cerebral en su cabeza que sigue un patrón muy similar al que se observa en un adicto.Este es uno de los resultados que arroja una investigación, todavía en curso, entre hinchas locales y que relaciona la neurociencia con este popular deporte.
A través de resonancias magnéticas, investigadores de la Universidad del Desarrollo (UDD) y la Clínica Alemana, están analizando qué zonas del cerebro se activan cuando los fanáticos se enfrentan a triunfos o derrotas de sus equipos.Y las conclusiones muestran que las reacciones ante los goles -a favor o en contra- se ubican en gran parte en la zona más primitiva del cerebro: el núcleo accumbens , una estructura en el encéfalo que forma parte del sistema de placer y recompensa en los humanos.»La actividad cerebral de un hincha cuando está en el mayor de los éxtasis (cuando el equipo anota un gol o gana el partido, por ejemplo), sigue el mismo patrón que encuentras en cualquier adicción: a las drogas, a la comida, al sexo o el dinero», explica Francisco Zamorano, doctor en Ciencias Médicas e investigador del Laboratorio de Neurociencia Social del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) de la UDD.Zamorano, fanático confeso del fútbol, está a la cabeza de la investigación, en la que también participa César Salinas, tecnólogo jefe de resonancia magnética de la Clínica Alemana.
Fue en conversaciones con Waldemar Méndez -ex futbolista y actual periodista deportivo- que la idea fue tomando forma.»Quisimos ver qué partes del cerebro se activan cuando la persona es sometida a estímulos positivos, negativos o neutros», precisa.
Para eso, gracias a imágenes cedidas por CDF Chile, hicieron un compilado con jugadas de diferentes partidos de clubes nacionales, entre ellos Colo Colo y U.
de Chile, «que suponen cerca del 70% de los hinchas del fútbol en el país».Se invitó a una veintena de voluntarios, fanáticos del balompié, a ver estas imágenes mientras eran sometidos a una resonancia magnética.
Clínica Alemana facilitó 40 horas de máquina para los estudios.»Es notorio cómo se van activando zonas que tienen que ver con las emociones y, en particular, cuando tu equipo juega con el equipo archirrival».Por ejemplo, observaron que el campo asociado al control de la conducta se inhibe.
«Cuando el equipo del que eres fanático gana a un equipo neutro, la actividad en la región frontal del cerebro sigue intacta, y eso permite mantener una conducta apropiada.
Pero esa región se apaga cuando juegas contra el equipo archirrival, y lo mismo sucede cuando consumes alcohol o drogas».Eso puede explicar, agrega el investigador, la respuesta de los hinchas frente a los rivales.
«Si a eso sumas que hay población más vulnerable, con menos estrategias cognitivas, o consumo de alcohol, se potencia el efecto y hay reacciones más violentas e irracionales».Modelo de guerraAsimismo, se activa una zona específica del cerebro que se asocia al sentimiento de alegría o satisfacción generado por el sufrimiento, infelicidad o humillación del otro (en este caso, cuando pierde o recibe un gol el equipo contrario).»Es común en los hinchas, y no solo cuando juegan contra el equipo propio: no los quieren ver ganar, pero si van perdiendo, miran el partido hasta el final solo por la emoción que genera», dice Zamorano.La idea es continuar con la investigación, sumar más voluntarios y observar más en detalle las emociones que se generan.
«Es curioso que un hincha no deja de serlo aunque el equipo esté en la peor de las rachas, que pierda un campeonato o que baje de división, por ejemplo.
Hay un efecto de pertenencia y afiliación muy potente».Observar qué pasa con la actividad hormonal es otro punto. «Cuando el equipo pierde, se ha visto que se libera cortisol, la hormona del estrés. Cuando gana, en cambio, se libera testosterona».Estudiar esa «emocionalidad» también permitiría analizar cómo aquello afecta las relaciones sociales y la convivencia.»Se podría predecir una serie de patrones de conducta a partir de la actividad cerebral», por ejemplo.
«Con el fútbol se rompen los códigos del contexto social y se viven experiencias de otra forma. Uno puede entender el fútbol como un modelo de guerra en tiempos de paz».