El ex ministro presentó en la zona el libro «Economía sin Banco Central. La banca libre en Chile (1860-1898)’ y cuestionó que el Estado esté asumiendo un rol que antes era de los empresarios.
Hay bastante acuerdo en que hay que hacer más cambios y seguir mejorando el sistema, pero con una visión moderna, en que el Estado juegue el rol en el cual es efectivo, que es de las regulaciones, pero dejar que el sector privado opere libremente.
Es lo que piensa el ex ministro de Economía en 1982. Rolf Lüders , quien estuvo en la zona para presentar su libro «Economía sin Banco Central. La banca libre en Chile (1860-1898)», que contó con el apoyo de la Facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo (UDD), en la cual estuvo hace unos días en Concepción en un evento que organizó el Banco Bice.
En conversación con este medio, contó que planteó en su escrito que casi todos los países del mundo tuvieron a fines del siglo XVIII y XIX banca libre. Los episodios más conocidos fueron los de Estados Unidos, Canadá, Escocia y Chile, que lo tuvo entre 1860, cuando se dictó la primera ley de bancos, y en 1879.
Esto consiste, explicó, en que en vez que el Banco Central (BC) controlara la cantidad de dinero e emitiera billetes, son los bancos en forma competitiva quienes produjeran el papel moneda. «En esa época, Chile tuvo como 20 bancos y cada uno de ellos emitía billetes libremente con la condición de que tenían que convertirlos en oro si la persona así lo demandaba. Si no eran capaces de hacerlo, los dueños de los bancos, con todo su patrimonio, respondían por esa falla», apuntó.
– ¿Esto se podría hacer de nuevo en el país?
– Creo que sí e incluso sería mejor que el sistema que tenemos actualmente de banca central. Ahora, al revés de lo que se hizo en esa época, en que el peso chileno, que lo emitían los bancos en forma competitiva, se anclaba al oro y la plata, hoy habría que anclarlo a una canasta de bienes para dar estabilidad de precio.
– Pero hoy quien manda es el plástico más que el dinero en efectivo.
Sí, pero aún hay dinero, entonces hay que preguntarse si el que emite el dinero es el Banco Central o son los bancos compitiendo unos contra otros. La respuesta es para saber quién de los dos hace eso va a depender de cuál satisface mejor la demanda por dinero, lo que varía todo el tiempo al haber mayor o menor incertidumbre. Por ende, la gracia es acertar justo a la cantidad ideal de dinero. Si metes demasiado, hay inflación, si se mete muy poco hay recesión.
¿Es el BC el mejor para adivinar cuál es la cantidad óptima de dinero que debe haber en la economía o los bancos compitiendo unos con otros? En el libro hacemos una prueba de eso y concluimos que es la banca libre.
– Siempre se ha dicho que los bancos chilenos son serios y responsables, pero ahora son más restrictivos al momento de entregar un crédito. ¿Cómo aprecia esa situación?
– Hubo una época en Chile, que fue en 1940 y luego en 1970, en que los bancos no corrían ningún riesgo, porque las tasas de interés que cobraban por los créditos eran incluso fijadas por la autoridad y más bajas que la inflación. Entonces, casi todo el mundo que recibía un crédito podía devolverlo, porque no le costaba plata. Pedían 100 y tenían que regresar nada más que 50, porque el interés era más bajo que la inflación. En realidad se devolvía menos de lo que se le prestaba. Con eso los bancos se podían financiar con tasas más bajas, porque a su vez les pagaban a los depositantes tasas de interés negativas. Entonces no había riesgo. Pero cuando se libera la banca alrededor de 1975-76, las tasas subieron a niveles muy altos, los bancos no tenían mucha experiencia de cómo operar con tasas libres, en un mercado competitivo. Hubo problemas en ese tiempo y luego en el año 1981-82, pero los bancos aprendieron y hoy son cautelosos, pero son realistas, porque si saben que las condiciones de la economía son menos favorables, es más probable que no les devuelvan los créditos y por lo tanto tienen cuidado en prestar.
– Como ex ministro y estudioso de la realidad económica ¿estima que así como está el país, se está perdiendo o retrasando el camino al desarrollo?
– Este país fue muy exitoso en el siglo XIX, cuando tuvimos una economía abierta al comercio internacional y libre en todo sentido. Esto fue incluso antes de la Guerra del Pacífico y después de la guerra de independencia. De ahí en adelante crecimos muy rápido, de hecho lo hicimos más que EE.UU., hasta inicios del siglo XX.
Y nos fue muy mal a comienzos del siglo pasado hasta 1980, aproximadamente, que fue el periodo en que nos cerramos al comercio internacional y el gobierno empieza a intervenir en distintos ámbitos de la economía y crecimos mucho menos de EE.UU. Bueno, y a partir del 80, cuando se libera la economía y nos abrimos de nuevo al mundo, de manera libre, a lo que llamo economía social de mercado, nuestra economía ha estado creciendo mucho más rápido que otros países.
– ¿Y qué pasa ahora?
En estos momentos, el gobierno está siguiendo una serie de políticas que hacen pensar que podemos volver atrás, a algo más parecido a lo que tuvimos en los años 1960 y 1970. Ahora, eso tiene mucho que ver con las reformas, que son necesarias, nadie discute que hay que mejorar la calidad de la educación o que haya que recoger mayores tributos para poder financiar eso. Es más, hay bastante acuerdo en que hay que hacer más cambios y seguir mejorando el sistema, pero con una visión moderna, en que el Estado juegue el rol en el cual es efectivo, que es de las regulaciones, pero dejar que el sector privado opere libremente.
– ¿Y considera que a ese sector no lo están dejando hacer?
– El hecho es que lo han estado sacando, por ejemplo, del ámbito de la educación, en que claramente el Estado está asumiendo un papel que antes era del sector privado. Además, este sector se asusta cuando se habla de reforma constitucional, pues eso podría afectar los derechos de propiedad, lo que hace que frente a esa posibilidad, que ha sido negada por las autoridades, el privado prefiera esperar e invertir afuera.
La posibilidad del cambio de modelo es lo que produce la incertidumbre, la falta de inversión y el estancamiento de la economía. En cambio, si no existiera esa incertidumbre se podrían hacer reformas con la misma filosofía.
¿Piensa que el gobierno quiso hacer en cuatro años lo que en Europa se tardaron mucho más de 50 años?
– Yo creo que ese no es el problema. Es cierto que mucha gente dice eso, sobre todo la gente de la Nueva Mayoría, que sostiene que se quisieron hacer demasiadas reformas… pero creo que el problema es el enfoque de las reformas. Los mismos cambios con iguales objetivos, pero con una visión distinta, no habrían producido ningún problema.
Por ejemplo, en el tema de la calidad de la educación en vez de decir que no pueden haber utilidades, no puede haber discriminación y por lo tanto asignar a los estudiantes a partir del Estado, reemplazar el financiamiento con copago en vez de usar el dinero fiscal para aumentar el subsidio escolar. En el fondo, los empresarios resienten la posibilidad de tener oportunidades de invertir.