Lesley Briceño, de la facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, estima que en el triunfo de Trump está presente el desencanto que desde hace tiempo está presente en la ciudadanía y que actualmente alcanza niveles históricos, “los fenómenos de corrupción, de desprestigio de la institucionalidad política, de los partidos y otras instituciones es algo que no se había visto desde hace mucho tiempo…
El fenómeno caudillo, populista, del discurso fácil que atrapa a las mesas ha permitido que figuras como Jean-Marie Le Pen, los líderes del partido nacionalista británico que fueron los precursores del Brexit, figuras como lo fue Chávez o Nicolás maduro surjan con mucha fuerza, personas que incluso tienen un discurso de un neo fascismo que busca erradicar elementos clásicos, como lo que decía Trump sobre volver a hacer América grande”, analizó.
País racista
Para la cientista política Jeanne Simon, estadounidense avecindada en Chile desde hace 20 años y quien votó en la elección del martes, lo primero que evidenció el resultado fue el fracaso de las encuestas, erradas ante un miedo de expresar públicamente el apoyo a Trump, debido a sus características.
Un triunfo que la tomó por sorpresa pues “quería creer que los Estados Unidos iban a optar por los valores que yo comparto que son de una sociedad multicultural, diversa y de respeto a los derechos de todos los ciudadanos, sean norteamericano o no, que no íbamos a aceptar que un presidente sea una persona que ha abusado a otra, o que insulta a otra por aspectos físicos. Vimos que por ese lado ganó un Estados Unidos bastante racista, nacionalista que qui re volver al un mundo que ya no existe”, criticó.
Si bien en su estado, California, ganó Hillary Clinton, la analista cuestiona si el rol de mujer de Clinton pudo ser un factor que pesó. “A lo mejor si hubiera sido Bernie Sanders no hubiera pasado lo que ha pasado”, reflexionó.
Consecuencia política
Una estrategia propagandística que ayer, tras el triunfo, el New York Times cuestionó abiertamente. «Las propuestas de Trump parecen desafiar a la constitución estadounidense, como la restricción del ingreso de musulmanes a Estados Unidos. También amenazó a sus opositores con un celo autoritario y prometió demandas contra los medios que lo criticaban y las mujeres que lo acusaron de agresión sexual. En muchas ocasiones simplemente mintió”.
Pero en base a estas propuestas, agrega el medio, Trump creó una sólida base de simpatizantes al fusionar su discurso radical de identidad con el populismo económico que hizo eco profundamente en las zonas trabajadoras, en su mayoría de raza blanca, que se sienten excluidos de la recuperación económica en Estados Unidos.
“Sus eventos electorales — rabiosos, racistas, con una pesada retórica nacionalista— se convirtieron en el crisol de un movimiento político que diariamente prometía una victoria arrolladora en las elecciones y que insistía en que la maquinaria política del país estaba “confabulada” contra Trump y sus simpatizantes”.
Esto es lo que hace interesante a juicio del historiador Víctor Hugo García, el triunfo de Trum. “Otra cosa es con guitarra”, dijo el académico quien horas antes de la elección había manifestado por televisión que “Ojalá ganara Trump”.
“Fue en el contexto de que sería apasionante probar socialmente, o desde el punto de vista de las ciencias sociales, cómo es el accionar de una persona que ha dicho tantas cosas frontales, que para algunos son brutales, cómo va a actuar como presidente, como entra a desdecirse o si derechamente es consecuente y actúa como lo había dicho, pero la experiencia histórica no sindica que esto no es así”.
García planteó además que, de intentar llevar adelante el nuevo presidente, sus promesas de campaña, pondría a prueba la institucionalidad de un país eminentemente democrático, que jamás ha tenido una dictadura. “Cómo operaría el sistema de equilibrio con el parlamento, la capacidad ciudadana para enmendar política y el rol de la Corte Suprema de Estados Unidos”.
De hecho, en el discurso tras la victoria, Trump dejó de tener el tono de ataque que mostró en su campaña y asumió uno más conciliador. Algo que para Simon es natural, pues la postura inicial, de mayor agresividad, está asentada en el marco de una competencia, “como una forma de diferenciarse con el otro”, pero que se suavizará en torno a la presión del Parlamento y de los partidos.
El mundo reaccionó
Es que los ojos del mundo están precisamente sobre Trump viendo si llevará a cabo lo que unos consideran promesas y otros amenazas. Ayer la presidenta Bachelet saludó escuetamente el triunfo del estadounidense con un: “Chile espera que podamos seguir colaborando entre las naciones para el bienestar de nuestros pueblos”, mostrando neutralidad y cautela ante lo que vendrá, sin embargo, otros líderes mundiales fueron más evidentes, como Angela Merkel, que advirtió: “Alemania y Estados Unidos están ligados por los valores de la democracia, la libertad, el respeto de los derechos y de la dignidad humana, independientemente del color de la piel, de la religión, del género, de la orientación sexual o de las convicciones políticas”.
Al respecto propuso una colaboración estrecha entre ambas naciones, pero “en base a esos valores”.
En tanto, a primera hora Putin reaccionaba cobrando la palabra del mandatario electo. A través de un comunicado expresó su voluntad a retomar los lazos rotos. “Tener relaciones constructivas y un diálogo entre Moscú y Washington basado en principios de igualdad y respeto”. muto es beneficioso para nuestra gente y la comunidad internacional en general”.
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