Señor Director:

El ministro de Transportes pretende impulsar una variante de la restricción vehicular clásica, que permite que los automovilistas afectos puedan pagar un pase diario para poder circular el día que les toque restricción.

Al respecto, la pregunta que surge inmediatamente es cuánto debe ser el valor de ese pase diario. Un valor muy bajo equivale, evidentemente, a que no exista restricción. Por otra parte, un valor demasiado alto, que las personas no estén dispuestos a pagar, equivale a la restricción tradicional, con sus nefastas consecuencias de mediano y largo plazo.

Por lo tanto, y de acuerdo con los mismos análisis expuestos por el ministro, existiría una tarifa intermedia para el pase diario, casi mágica, con la cual se cumplirían, en teoría, todos los supuestos beneficios que esta improvisada política pública debiera generar.

Lamentablemente, y como ha sido la tónica de todas las políticas en transporte impulsadas en los últimos años, no existe evidencia empírica que las avale, y se basan más bien en hipótesis y prejuicios, y no en la realidad. Así, la restricción con pase diario cae en la misma categoría del chaleco reflectante, la prohibición de que niños menores de 12 años viajen en el asiento delantero, la gratuidad de estacionamientos, aumento del subsidio al Transantiago, entre otras. Todas ideologías, sin sustento empírico, que pretenden fundamentar políticas públicas.

Louis de Grange C.

Facultad de Ingeniería Universidad Diego Portales.

Rodrigo Troncoso O.

Facultad de Gobierno Universidad del Desarrollo.

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