Los investigadores del Centro de Políticas Públicas de la UDD Eugenio Guzmán, Hugo Contreras y Miguel Ángel Fernández parten por advertir que este ejercicio se hace internacionalmente -y lo demuestran con amplia bibliografía-, como parte del análisis geográfico para la comprensión del comportamiento electoral y político.
Otra mirada al fenómeno de la abstención fija el foco en el Servel, que no ha adaptado los locales de votación a las tendencias habitacionales de los chilenos… al menos de los de la Región Metropolitana. Sin gastar un peso más, se podrían dar mayores facilidades.
Los locales de votación, en buena parte del Gran Santiago, están más lejos que cerca de los lugares donde actualmente vive la gente. Esta es la conclusión a la que llega una original investigación de la Escuela de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, reveladora de cómo no se hacen bien las cosas sencillas. Si la abstención electoral es un problema; si se ha dispuesto que las elecciones se hagan en domingo y haya locomoción gratis para que las personas concurran a votar, este antecedente sobre la distribución espacial de los locales de votación resulta ser un cabo suelto que ha dejado el Servicio Electoral y que tiene la más fácil de las soluciones.
Así como son importantes los tamaños de los distritos y la identificación de la población que ahí vota, en sus aspectos sociales, económicos y culturales, un punto clave es la forma cómo se vota. Los países más avanzados lo hacen por internet; otros tienen los antecedentes electorales en línea, cosa que permite votar en cualquier parte del territorio, incluyendo las embajadas.
Pero el caso chileno bien sabemos que es de manera presencial, en las urnas, para lo cual se disponen locales en los que funcionan las mesas receptoras de sufragios, frente a las cuales se suelen armar colas por el tiempo que toma registrar el acto, a mano, huella digital incluida, en grandes cuadernos. Más lejanía, más desincentivo.
El estudio no objeta este punto preciso, sino otra arista del análisis geográfico. Y es el desfase que se ha producido, con el tiempo, entre los locales de votación, que han permanecido en buena medida estáticos -los mismos- y las tendencias de los habitantes de la Región Metropolitana que se van a vivir cada vez más hacia la precordillera.
Para ver el estudio completo publicado en Reportajes de El Mercurio 17/04/2016