Una crucial decisión deberá tomar el Ministerio de Transportes, encabezado por Gloria Hutt, durante los próximos días: continuar o no con la licitación para el sistema de transporte de superficie de la capital, el Transantiago.

Así deberá ocurrir luego de que el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC) desbloqueara parte del proceso que estaba paralizado desde el 25 de enero, tras haber acogido un requerimiento interpuesto por dos empresas que acusaban falta de competencia.

La disyuntiva actual será si el ministerio retomará la licitación que dejó el gobierno anterior y que se encontraba en su proceso final, lista para que se adjudicaran los contratos.

En el ámbito de los académicos de materias de movilidad y transportes, las opiniones están divididas respecto de qué opción es la mejor para el sistema y sus usuarios.

Transporte obsoleto

Una flota caducada y de mala calidad necesita respuesta lo antes posible, plantea Rodrigo Fernández, académico de Ingeniería de Tránsito de la U. de los Andes. «Se debería seguir con el proceso de licitación, porque es muy importante sobre todo por el cambio de los buses actuales».

Advierte que si esto no se resuelve pronto, «vamos a empezar a tener más fallas en los vehículos, pero a nivel de servicio para los pasajeros». También añade que aunque existen puntos negativos en la licitación, estos son menores y se podrían «arreglar con algunas cláusulas adicionales al contrato».

En esa línea, Rodrigo Martin, experto en transporte urbano de la U. de Santiago, asegura que «se deberían abrir las propuestas y asignarse lo antes posible para evitar extender los contratos actuales y también para evitar el tiempo que significa una nueva licitación».

El plan del gobierno

En cambio, para otros especialistas, detener la licitación permitiría revisar mejor el diseño del proceso y adecuarlo a las propuestas de la administración de Sebastián Piñera.

Raimundo Cruzat, académico de Ingeniería de la U. Católica, remarca que el proceso se encuentra objetado y que «el Transantiago es un sistema que no resiste más cuestionamientos, desde el punto de vista de la comunidad y del punto de vista político».

Por lo mismo, enfatiza, lo que debería hacer el ministerio es «revisar bien cómo esta licitación se alinea con sus expectativas y con sus planes de desarrollo de transporte». Agrega que el procedimiento se podría hacer en un plazo más corto rescatando información de esta licitación que es «objetiva y que es útil para una licitación nueva».

Para el investigador de la Facultad de Gobierno de la U. del Desarrollo, Rodrigo Troncoso, la actual licitación «no es un trabajo que se hizo de forma adecuada y con tiempo. Además, hay aspectos que introducen incertidumbre, como el programa de terminales, que no se resolvió, por ejemplo».