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Las seis fallas por las que las encuestas políticas dejaron de achuntarles a las elecciones – Las Últimas Noticias

En jerga futbolera diríamos que este año 2016 las encuestas electorales no han dado pie con bola. Hagamos un breve repaso: no le achuntaron a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, lo que los siúticos denominan como Bréxit. Tampoco le apuntaron a que los colombianos rechazarían el pomposo Acuerdo de Paz entre el gobierno de Colombia y las FARC. Y ahora recién, no previeron que Donald Trump se convertiría en el nuevo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. De hecho, en dicho país, de las encuestas más reconocidas, entre ellas Fox News, ABC, Ipsos y otras, solo la del diario “Los Ángeles Times” predijo la llegada del magnate a la Casa Blanca.

En Chile los sondeos de votación tampoco han estado muy certeros que digamos. Antes de las elecciones municipales, nadie se atrevió a afirmar los triunfos de Evelyn Matthei en Providencia, Felipe Alessandri en Santiago y Cathy Barriga en Maipú. Menos pronosticaron la victoria de Jorge Sharp en Valparaíso o que la centroderecha sería más exitosa en proyección electoral que la Nueva Mayoría.

Algo pasa con las encuestas. Analistas políticos y los cerebros tras las mediciones lo tienen bien claro. Acá su sincero análisis.

1. Impredecibles y descontentos.

El cientista político y académico de la Universidad del Desarrollo, Gonzalo Müller, cree que un factor que dificulta los pronósticos políticos, “es el actual descontento de la población con la clase política. Los cambios en el electorado son muy bruscos, producto de la rabia y el malestar. Cuando el votante actúa motivado por esos sentimientos, no lo hace con normalidad, y eso es difícil de medir porque la gente cambia sus preferencias. Además, las encuestas no han sabido leer quiénes son los candidatos que atraen ese malestar ciudadano”.

En el caso norteamericano, Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, subraya que el “estadounidense blanco olvidado” que votó a favor de Trump, se siente disminuido y resentido con las minorías que acaparan la atención: “Nadie habla del blanco, no es un tema, y el martes ganaron los blancos sobre las minorías”.

2. Preguntas mal formuladas.

Müller agrega que frente a este escenario de descrédito de la política, las encuestas están formulando mal las preguntas. “Se pone mucho acento en captar la adhesión y preferencias electorales de las personas, pero no se pone el mismo acento en preguntas para conocer el descontento y malestar de las personas, por eso las encuestas deben preguntar también sobre cómo las personas han votado en el pasado”.

Lagos critica que en Chile estamos crudos con las mediciones. “Los políticos cambian su comportamiento porque una encuesta, con una pregunta, en un momento del tiempo, dice A o B, y eso le da una volatilidad tremenda a la política”, y agrega que “para que un fenómeno social suceda debe haber muchísimas encuestas, en muchísimos momentos del tiempo, por muchas personas que digan lo mismo”.

La economista afirma, además, que acá se hacen encuestas de opinión que no le achuntan a nada, pero a las que se les agregan preguntas electorales. “No es lo mismo que hacer una encuesta electoral, que son mucho más caras de hacer y requieren más trabajo”.

3. Candidatos “vergüenza”.

Para Müller, existe otro factor determinante para burlar a las encuestas: el voto oculto. “En el caso de la elección norteamericana, los medios de comunicación y el debate en general demonizaron a Donald Trump, al punto a que a la gente que iba a votar por él le daba vergüenza asumirlo públicamente. Mucha gente se calificaba de indecisa, para no revelar que votaría por un candidato polémico. Esos mismos votantes, entre comillas ocultos, se manifestaron en las urnas”.

Concuerda el diputado y experto electoral Pepe Auth: “Tenían propensión a ocultar su voto, el establishment (que estaba con Clinton) hacia ver que votar por Trump fuera mal visto, sobre todo en la clase media”.

Marta Lagos menciona que hubo una “espiral del silencio”: “Era políticamente incorrecto decir que iba a votar por Trump. Estados Unidos no había sufrido nunca el espiral de silencio, común en Latinoamérica, estaban acostumbrados a esta sociedad abierta en que se dice todo, y de repente se encontraron que tenían fantasmas en el closet”.

4. Solo ciudades grandes.

Marta Lagos analiza que hubo un mal cálculo de los votantes potenciales que no viven en las grandes ciudades: “Estados Unidos es muy disperso, tiene miles de pequeñas ciudades, no rurales pero aisladas las unas de las otras y de las ciudades urbes, esa gente no fue considerada y ahí fue donde se equivocaron las encuestas”.

5. Prensa emocional.

Era evidente: Hillary Clinton fue la candidata de los medios masivos. “El 95% de los medios de EE.UU. quería que ganara Hillary, por lo tanto no fueron capaces de ver que estaba pasando algo, perdieron poder. El electorado del martes fue el Estados Unidos profundo, el de verdad”, observa Marta Lagos, y agrega: “Nadie se atrevió a predecir el triunfo de Trump, si bien creo que una lectura fría y no emocional habría llegado a la conclusión de que ganaba Trump, porque tampoco nadie se atrevía a declarar un triunfo de Hillary, y es parte del trauma que está viviendo Estados Unidos hoy día”.

6. El caso chileno: poca representatividad.

El director del Observatorio Político Electoral de la UDP, Mauricio Morales, considera que hay que tener en cuenta que en Chile, con un padrón de más de 14 millones de votantes y una abstención de 65% “en una encuesta, por ejemplo, de mil casos sirven solamente 350 personas para hacer un pronóstico electoral, por lo tanto, al disminuir el volumen de gente con la que puedo hacer un pronóstico, aumenta muchísimo el error”.

Para el experto, la solución es aumentar el tamaño de la muestra a 5.000 casos, con un set de, al menos, 7 preguntas que filtren si el consultado efectivamente votará o si solo es respuesta políticamente correcta, “donde de esos, alrededor de 1.500 o 2.000 muestren efectiva predisposición de ir a votar y sobre esa base, hacer las estimaciones, pero no hay ninguna institución capaz de financiar encuestas de esta naturaleza”, concluye.

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