Señor director:
Hace días está circulando nuevamente en las redes sociales un artículo de junio de 2013, denominado “Se están riendo en nuestra cara”. Éste señala que “las estufas a leña matan hoy en Chile a más personas que todas las termoeléctricas combinadas” y que “la contaminación de material particulado fino (o PM 2,5) en Santiago proviene fundamentalmente del uso de leña: 70% de las emisiones en invierno”. Agrega que “una estufa a leña contamina en un día lo mismo que 1.500 autos si se usa leña seca, y 12.000 autos si es leña húmeda; las estufas “ecológicas” que cumplen la norma 2012 equivalen a 375 autos”.
Dichas aseveraciones son de Marcelo Mena, quien desde el 11 de marzo de 2014 se desempeña como subsecretario del Ministerio de Medioambiente. Mena indica que la solución pasaría por prohibir la venta y el uso de leña; que se debe dejar de vender estufas a leña y reemplazar las viejas estufas de los sectores más pobres por sistemas a gas o parafina, con lo cual se arreglaría un 70% del problema en invierno.
Suponiendo que los datos señalados son robustos y representativos, pues no señala su fuente, y considerando el daño que genera el uso de la leña en el Gran Santiago, mi pregunta es: a dos años de la gestión del subsecretario, ¿por qué no se ha prohibido el uso de leña, la venta de estufas y el reemplazo de éstas en los sectores más vulnerables?
Hugo Contreras
Investigador Centro de Políticas
Públicas Universidad del Desarrollo
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