Era muy probable el último discurso de su vida como Presidente. En un contexto muy distinto e impensado al que imaginó hace poco mas de tres años cuando asumía por segunda vez el cargo más importante del sistema político chileno. Por esto mismo se esperaba un discurso plagado de emoción, de épica, y en especial de motivación a sus adherentes cada día más distanciados de la forma en que ha gobernado.
No estaba en los planes de casi nadie. No lo sabían lo líderes de los partidos políticos del oficialismo, y por cierto menos lo sospechaban. Quienes han sido sus escuderos y defensores durante estos largos y duros tres años no lo esperaban. Sorpresa total en Chile Vamos: Piñera daba su última cuenta pública llena de guiños para quienes han hecho lo posible por hacer que este gobierno sea imposible. En segundo plano quedaron todos los anuncios esperados para reactivar la economía, para seguir mejorando las políticas públicas sanitarias en la lucha contra la pandemia, o las tan necesitadas ayudas sociales para una clase media que ha sido postergada tantas veces estos últimos meses. En segundo plano quedaron los anuncios que eran los esperados para el momento político y económico que vive nuestro país.
Era la oportunidad para unir a un país, buscar levantar a su sector luego del gran desastre electoral que vivieron hace pocas semanas, era la oportunidad para fortalecerse entre los pocos ciudadanos que aún lo apoyan, pero no, el Mandatario otra vez eligió dividir las aguas de su coalición y poner dentro de sus anuncios uno que sabía que haría temblar las relaciones con Chile Vamos: Poner urgencia al proyecto presentado por Michelle Bachelet sobre matrimonio igualitario. Torpeza política por donde se mire. Independiente de las posturas particulares a favor o no de este proyecto, la pregunta fundamental que debemos hacernos es si era el momento adecuado. Todo indica que no lo era.
En primer lugar, porque divide a una coalición en su momento más complicado, es sabido que este tema produce enormes diferencias dentro de los partidos de centro derecha. En segundo lugar, enreda la agenda a un poco más de un mes de la primaria de su sector, porque mueve el eje de la discusión de los presidenciables de Chile Vamos a un muy distinto al que los que sus adherentes esperan escuchar; y por último pierde la oportunidad de fortalecer el poco electorado de centro derecha que hasta altura declara aprobar la gestión de su gobierno.
Es probable que los próximos días sólo hablemos, como lo estoy haciendo ahora, de los primeros quince minutos de la cuenta pública, que marcaron de manera determinante el resto de sus anuncios. ¿Por qué? Esta es la pregunta que tendremos que intentar explicar quienes hacemos de la lectura de la política parte de nuestra profesión. Debo reconocer que durante las horas posteriores a la cuenta pública he intentado de manera infructuosa encontrar una respuesta adecuada para lo que considero un profundo error político. Quizás como algunos tienen el síndrome de Peter Pan, e intentan por todos los medios ser jóvenes para siempre, otros viven con el síndrome de intentar quedar bien con todo el mundo.
En la cuenta pública vimos algo de eso. Piñera intentó buscar la complicidad de sus adversarios, sin darse cuenta que nunca la ha tenido y nunca la tendrá, y en el camino dañar profundamente los últimos rastros de confianza de quienes hace un poco más de tres años lo eligieron presidente.
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