La política, ciertamente, no opera permanentemente en el mundo de las convicciones sino más bien en el de la responsabilidad. El político, en la visión weberiana, tiene la pasión por una causa, pero ella no tiene que ver con las excitaciones intelectuales sino que debe ser responsable y calibrar los vacíos producidos por el activismo ciego. Para Weber, la responsabilidad encauza y orienta las acciones derivadas de nuestras pasiones, es decir, mesura y latitud, sentido de la medida y la distancia.
Este análisis nos permite adentrarnos en los acontecimientos en nuestro país. Por lo pronto, la acusación constitucional contra Chadwick. Al respecto se han dado diferentes argumentos. Algunos dibujaron una retórica basada en la intencionalidad, la negligencia, o ambas, de parte del ministro, que se tradujo en la vulneración de derechos. Pero otros argumentos, no explícitos, han dejado en evidencia cierta vaciedad de la política, pues están a la base de las justificaciones para votar a favor de la acusación.
Primero, aquel según el cual la acusación estaba dentro de las reglas del juego. Esto es obvio y vacío de contenido, y no agrega nada a la discusión: el tema de fondo es la solidez argumentativa para hacerla y aprobarla. En otros términos, cuáles eran las convicciones y la conveniencia política de largo plazo.
Segundo, el que sostenía que era una demanda de la calle (¿qué calle? ¿La de las encuestas, la que quema y destruye, o la que protesta pacíficamente?). Pero aún así la discusión era prescindible: esta argumentación confiesa la sustitución del Congreso por la “calle”. Nos enfrentamos a otro argumento vacío, que responde a una especie de “orden” emanada de una entidad llamada calle, sin momento reflexivo, incluso si está en lo correcto. Queda de manifiesto la vanidad de quedar exento de escrutinio y, especialmente, de responder a las expectativas y nunca quedar mal.
Cabe preguntarse si en momentos de una crisis cuyo término está lejos de terminar (no visualizamos ni siquiera su horizonte de solución y profundidad), la acusación a Chadwick tenía sentido. Para muchos sí: a quienes la ceguera ideológica o la pasión exaltada, la que se expresa en la lógica de buscar chivos expiatorios, los desborda y domina.En este contexto la política se vacía de contenido, pierde forma y puede adquirir cualquier propósito; lo opuesto a la orientación de la vida común.