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Eugenio Guzmán: Lo que muestra el fuego – La Segunda

Todos sabemos, o nos habrán contado, el efecto de un incendio en un bosque: un desierto de cenizas y resplandores rojizos, que confunde la tierra convertida en arcilla con las brasas que sobreviven. Es lo que hemos experimentado en las últimas semanas. El bosque, por cierto, es nuestra sociedad. Pero no solo en su dimensión material, lo que primero nos impresiona, sino también sus instituciones, organizaciones y la capacidad de ellas de controlar y apagar el incendio. Esta situación nos ha permitido conocer con claridad quién es quién al momento de contribuir a mitigar el fuego y la destrucción, y quienes lo provocan. Los principales encargados de enfrentar este incendio, los partidos políticos, han exhibido virtudes y defectos.

Están quienes han tenido posturas ambiguas respecto de la violencia, ya sea por el miedo derivado de las amenazas de sus potenciales socios o por la incertidumbre de estar en lo correcto para interpretar a su electorado, lo que se ha traducido en un débil rechazo a la violencia y la carencia de postura frente a la urgencia del problema. Han primado el cálculo partidista y el inmediatismo del presente. Otros han tenido posiciones más claras. También hay quienes se enredan en la supuesta contradicción entre el respeto a los DD.HH. y la represión de los que conculcan los derechos de otros a través de la violencia. Un caso aparte es el Partido Comunista. Sus declaraciones pueden ser vistas como ambiguas, pero no lo son. La ambigüedad se refiere a lo que es susceptible de ser interpretado de modos diversos, a lo dudoso. En rigor, se trata de oportunismo, de sacar ventajas. De apoyar la violencia y al mismo tiempo de decir que no se restan del proceso constitucional.

De sostener que cualquier acuerdo es una “cocina política” sin hacer otra propuesta más que el mantra de escuchar a la calle. Pedir la renuncia de Piñera. En fin, apoyar las evasiones masivas. ¿Qué explica este oportunismo? Por lo pronto, las soluciones desde la institucionalidad le resultan ajenas, extrañas y le incomodan. Su contradicción vital e histórica entre inclusión-exclusión del sistema está siempre presente. En consecuencia, la estrategia permanente es la de sacar provecho de los errores de sus adversarios y socios. Marcar la “diferencia” y la crítica le permiten “renovar” un presente, y rehuir del pasado, contribuir al incendio y no hacerse responsable de nada.

Eugenio Guzmán

Decano Facultad de Gobierno UDD