El 2018 es tal vez uno de los más densos -si no el más-, en décadas, en términos de debates culturales, legislativos y ciudadanamente. A modo de ejemplo: aborto, eutanasia, inmigración, transgénero, legalización de la marihuana, igualdad de sexos, por citar algunos. No todos trascendieron de igual forma, ni se expresaron en movilizaciones, como fue el movimiento de mujeres, pero todos, de una u otra forma tuvieron expresiones legislativas.
¿Habrá continuidad de éstas en el próximo ciclo? No es posible aseverarlo, sin embargo, a juzgar por las estrategias de oposición y gobierno, y las características políticas con que termina 2018, parece que dichas temáticas no irrumpirán con igual magnitud, ¿Por qué? Porque no hay contrapesos suficientes para contrarrestar su fuerza y dar lugar a conflictos intensos, son transversales la política chilena (izquierda, centro y derecha).
No ocurre lo mismo con los temas políticos, en éstos los actores políticos se sienten cómodos, es donde pueden emplear las herramientas que tienen a mano (interpelaciones, acusaciones, amenazas y llamados al diálogo, etc). Luego, es probable que seguiremos viendo la misma modalidad opositora, vale decir, la permanente búsqueda de tropiezos con posibles repercusiones políticas, para extraer rentas políticas indirectas que resten credibilidad al gobierno. Ante la falta del orden que imponen los períodos electorales (necesidades programática y de cooperación), la oposición es muy probable que replique la lógica de 2018.
Por su parte, el gobierno sabe que entre los temas que seguirán en agenda, está el conflicto en las ya sabidas comunidades mapuches. Si bien ellas no son ni por cerca la mayoría, son, sin embargo, donde mayor complejidad y falta de soluciones extra políticas hay. La idea de reconocimiento constitucional parece una solución, la verdad es que no lo es, hasta ahora no están claros sus alcances. Además, los sectores más radicales del movimiento están en una carrera política por aglutinar en su entorno a sectores mapuches que miran con simpatía, pero a distancia el movimiento.
Pero el gobierno tiene otros tres desafíos.
Por una parte, avanzar en la crisis de Carabineros, lo que supone el fortalecimiento moral de la institución, es decir, de estima social e institucional, pero al mismo tiempo de vigilancia de sus procedimientos.
Por otra, en materia internacional, 2019 es enjundioso, siendo la APEC el principal evento del año. Supone agendas y una organización que la cultura política chilena, principalmente de derecha, a veces no entiende. Se presume que se trata sólo de cócteles y reuniones, luego, ¿qué importan? y lo son, pero no son irrelevantes, y a raíz de esa mirada los errores abundan, incluso no intencionalmente, y tienen efectos políticos.
Por último, está la economía, la que seguirá siendo el trasfondo del estado de ánimo de los chilenos.