Las cifras del Centro de Microdatos son demoledoras: arrojaron una tasa de desempleo en el Gran Santiago de 9,4%, lo que equivale a cerca de 300.000 personas desocupadas, lo que significa un aumento de 2,6% en comparación a cuatro meses atrás (Diciembre 2015). Sumado a lo anterior, tenemos otra realidad marcada por la desaceleración económica que está por completar un 2% promedio en 3 años, la peor cifra en más de tres décadas, y peor aún si recordamos que hace tres años crecíamos cerca de un 5,5%.
Analizar los datos arrojados recientemente por el Centro de Microdatos del Departamento de Economía de la Universidad de Chile respecto al desempleo en Santiago, pareciera ser un Deja Vu. Nos remontan al 27F del 2010 y al impacto que dejó está catástrofe, preocupante si consideramos que el país no ha sufrido un terremoto de esas magnitudes este último año, ni estamos ante una crisis internacional tan drástica como lo fue la asiática, o el 2008 con el declive del subprime.
Las cifras del Centro de Microdatos son demoledoras: arrojaron una tasa de desempleo en el Gran Santiago de 9,4%, lo que equivale a cerca de 300.000 personas desocupadas, lo que significa un aumento de 2,6% en comparación a cuatro meses atrás (Diciembre 2015). Sumado a lo anterior, tenemos otra realidad marcada por la desaceleración económica que está por completar un 2% promedio en 3 años, la peor cifra en más de tres décadas, y peor aún si recordamos que hace tres años crecíamos cerca de un 5,5%.
Desde la perspectiva del tipo de empleo, en el espacio de un año, el empleo asalariado sufrió una baja del -3.6% y el no asalariado cayó en -2,0%; en tanto la baja de los asalariados se explica por la caída de -7,2% de los empleados. En síntesis, el indicador de creación de empleos no era tan bajo desde el 2009, un dato duro tanto para la mano de obra calificada, como para la obrera. Sumemos a este escenario la disminución en los ingresos de las personas por cuenta propia, es decir, bajo incentivo al emprendimiento.
Expuesta esta realidad, cabe resaltar cuatro aspectos. Primero, debemos visualizar cómo las mujeres terminan siendo las más afectadas: el desempleo femenino terminó en un 11%, sobrepasando los dos dígitos, mientras el mercado laboral para las mujeres cayó al 50% (el promedio OCDE 63%), la cifra más baja desde junio de 2014.
Segundo: los jóvenes. Resulta en extremo preocupante el alza en un año desde el 25,2% al 33,4% en jóvenes entre 14 y 19 años, de 20 y 24 años el incremento es de 4% llegando casi a un 20%. Entre los adultos jóvenes de 30 a 39 años el promedio del aumento es de un 3,5%. En síntesis, el promedio en los jóvenes es de un 20% de desocupación.
Tercer punto: el pobre rendimiento de la economía que lleva a la baja creación de empleos, la cual cae a un 3,2%, traducido en 93 mil empleos menos en un año. Las personas que quedaron sin trabajo entre diciembre y marzo aumentaron de 25,5% a 40,1%. Otra cosa para preocuparse.
Un último punto y no menos importante son las personas que viven en condición de pobreza. Según los datos de TECHO son 692 los campamentos en Chile, 36 mil familias las que viven ahí, lo que se agrava considerando que cerca del 70% de los jóvenes menores de 19 años y que están en campamentos no han terminado su colegio. Nos preguntamos si un jefe de hogar (mamá o papá), que pierde su trabajo, tendrá opciones reales de salir de esa condición, o de exigir que sus hijos terminen la escolaridad.
Para indagar en probables soluciones a lo expuesto, no podemos abstraernos de las proyecciones del crecimiento económico para Chile. El FMI publicó su reporte semestral llamado “Perspectivas de la economía mundial”, donde anticipa un crecimiento de 1,5% para nuestra economía para el 2016 y un 2,1 para el próximo año, nada de alentador considerando la importancia que tiene el crecimiento económico para el empleo. Así lo refleja la última CASEN que arrojó que la disminución de la pobreza entre los años 2006 y 2013, se debe en un 77% al mejoramiento sostenido de la economía. Qué lejos estamos de aquellos años en que el país crecía al 7% anual de manera sostenida.
En esa línea, es urgente que la prioridad número uno de un Gobierno debiese ser que el país crezca y produzca. Lo mismo opera para el sector privado.
Comparto y me sumo a las palabras del Diputado Jackson en ICARE, quien dijo que no asistirá a un panel donde no exista una mujer, pero creo que antes de eso preocupémonos de lo relevante, en este caso el empleo para las mujeres y que puedan salir de la pobreza. Sobre el 50% de los hogares que viven en esta condición tienen jefas de hogar, lo que hace necesario comenzar por ahí. Somos una generación que debe provocar un cambio cultural, y ese cambio debe partir de abajo, mejorando las condiciones de quienes más lo necesitan. La pérdida de la capacidad de generación de empleo es una mala noticia para todos, para Chile.
Al observar los datos, nos percatamos que los niños y jóvenes, las mujeres y las personas que viven en condición de pobreza siempre son los más golpeados. La invitación es un llamado a crear una sociedad justa y donde sean ellos los protagonistas, tanto de las políticas públicas como de nuestros propios esfuerzos: El Padre Hurtado lo decía “esfuerzo sin sentido conocido, es esfuerzo perdido”.
La tarea con Chile es tremenda. Debemos retomar la senda del crecimiento económico y la generación de empleo. De lo contrario tendremos mucho de qué arrepentirnos.