Nadie quiere que la Presidenta deje de cumplir su palabra, ni menos frenar la gratuidad, pero en lo que ha sido una constante de este gobierno es la improvisación y deficiencias técnicas los que han provocado este nuevo traspié.
La principal promesa de campaña de la Presidenta Bachelet, esto es la gratuidad universitaria, sufrió un dura derrota tras el fallo adverso del tribunal constitucional, por considerar que los requisitos establecidos en la famosa glosa constituían una discriminación arbitraria entre los estudiantes lo que la hacían contraria a las normas de la actual constitución política.
En las filas del oficialismo se usaron duros términos como ineptitud política, para referirse al manejo político del gobierno de esta la mas importante medida, y se cuestiono la falta de pragmatismo para intentar salvarla. Pero lo mas preocupante fue la reacción de la propia Presidenta Bachelet, quien definió una linea de ataque a la oposición, como una manera de evitar asumir su propia responsabilidad.
La frase de la Presidenta : “Algunos quieren impedir que cumpla mi palabra; no me conocen. Quieren frenar la gratuidad; no lo van a lograr”. No solo se aleja de la realidad de lo fallado que en nada afecta la gratuidad sino que solo elimina los requisitos que discriminaban de forma arbitraria entre estudiantes de igual condición, pero revela el animo de enfrentamiento, en una lógica de buenos y malos, tan ajena a una Presidenta de la República y mas propia de la líder de un grupo o facción política, que busca alentar a los suyos.
Nadie quiere que la Presidenta deje de cumplir su palabra, ni menos frenar la gratuidad, pero en lo que ha sido una constante de este gobierno es la improvisación y deficiencias técnicas los que han provocado este nuevo traspié. A la hora de buscar responsabilidades lo mas honesto seria partir por el propio gobierno. Que si hubiera elegido el camino de las becas, elevando su monto hasta asegurar la gratuidad completa se habría evitado este cuestionamiento por discriminar arbitrariamente a los estudiantes.
La trampa en la que cae el gobierno, es la del ideologismo extremo, donde se renuncia a ciertas soluciones por haber sido consideradas erradas, el gobierno va a preferir beneficiar a menos estudiantes que utilizar el mecanismo de becas, que es el camino que el sentido común indica lo podría salvar de esta incómoda posición. Pero a la hora de las definiciones se prefiere la ideología por sobre el sentido común.
Los costos políticos de estos errores, han debilitado el apoyo al gobierno entre sus parlamentarios, ya a estas alturas cansados de votar con disciplina proyectos que no producen los beneficios prometidos, la lealtad frente a un gobierno mal evaluado será sin duda una característica que veremos tensionar y agravarse hacia el 2016.
Columna publicada en La Segunda 14/12/2015